jueves, 17 de marzo de 2022

La Ciega de la calle de La Cruz

Está próximo a cumplirse el centenario del famoso Concurso de Cante Jondo que tuvo lugar en Granada a mediados de junio de 1922. Varios son los trabajos conmemorativos que se han hecho y otros se espera salgan a la luz recordando tal efemérides. Traemos aquí una serie de reflexiones surgidas al reivindicar la figura de una singular participante en aquel evento.
 
El plato vacío” (Anciana con fuente de fajalauza).
(Óleo del pintor granadino Amalio García del Moral)
 
En “la Ciega de la Calle de La Cruz”, como era conocida esta mujer, vieron sus descubridores al prototipo de cantaora que remanecía del pueblo llano. Aparte de sus capacidades estilísticas, su presencia estuvo más que justificada ya que su estilo se presumía incontaminado de las nuevas modas. Contaba a la sazón 60 años y personalizaba el ideal de garante y custodio del “primitivo cante andaluz”. Cumplía por tanto los rigurosos requisitos impuestos por Manuel de Falla en las bases de admisión de concursantes a través de las cuales se preconizaban la restauración del casi perdido “Cante Jondo”.
 
La figura de esta cantaora, al igual que la de Diego Bermúdez Cala ‘El Tenazas de Morón’, fue proverbial a la causa del Concurso.[1] A diferencia de aquél, su hallazgo vino como consecuencia de la búsqueda que algunos de sus organizadores venían realizando entre aficionados no profesionales los meses previos al evento.
Resultó pues La Ciega todo un descubrimiento por creerse escasos los intérpretes de parecido corte y condición oriundos de Granada, admitida entonces y sin reparos como indiscutible “Cuna del Cante Jondo”.
Por si fuera poco los cantaores granadinos hallados entre el pueblo mostraban desapego a aquella función organizada por intelectuales. Así lo recordaba Miguel Cerón Rubio, miembro de la famosa tertulia “El Rinconcillo” y verdadero ideólogo del Concurso, quien nos pone en situación del apremio de los más entusiastas partidarios del certamen granadino en plena búsqueda de desconocidos estilistas entre el pueblo cuyas voces se dejaran oír para tan solemne ocasión:
El guitarrista granadino Manuel Jofré ‘Niño de Baza’
quien fuera un claro impulsor del Concurso.
 
En los Dos Meses que precedieron a la celebración del concurso, nos dedicamos a la búsqueda de cantaores no profesionales. A decir verdad, ese ‘nos’ es improcedente, porque el buscador era don Manuel Jofré (q.e.p.d.) genial guitarrista amateur y gran amigo mío. Él, nos los fue presentando, uno a uno, después de sacar de sus ocultas madrigueras a aquellos seres taciturnos y raros. (Ninguno quiso tomar parte en el concurso.) También era él, quien en las reuniones que a tal fin celebrábamos, acompañaba con su guitarra a éste o aquél cantaor. En sucesivos días fueron desfilando, un matutero retirado, cuyo nombre olvidé, Paquillo, el del Gaz, gran “siguiriyero” y tío de Frasquito Yerbagüena, inventor de la “media granadina”, y algunos más.
Una noche, oíamos cantar soleares a un viejo sombrerero de “Tula y plancha” y algo sordo, que se llamaba Crespo. Debo subrayar, para que se entienda lo que sigue, que irradiaba su persona tal halo de bondad, de hombría de bien y nobleza, que toda sospecha de mixtificación no hubiera podido concebirla más que un memo. Tal vez contribuyera su sordera a la impresión que nos causaba. La expresión de ausencia y lejanía, proverbial a los sordos, punteaba el diálogo, con grandes pausas. Como siempre, estábamos reunidos sólo cuatro o cinco amigos. Entre ellos, a uno –que entonces lo era de todos nosotros y de Falla también, catedrático y ministro luego-, se le ocurrió hacer una ingenua pregunta a Crespo, en el intervalo de uno de aquellos silencios –¿En qué piensa usted cuando canta?- Y fue la respuesta, digna de perpetuarse en bronces. “Mujeres... penas... Cuando se me murió mi hijo... que era lo único... que me quedaba en el mundo... mi compadre Gálvez... y yo...”. “Cantemos por siguiriyas.”
Y luego, que se extinguió el eco de sus últimas palabras, Falla, que le había escuchado, pálido, inmóvil, con semblante de piedra, en el que sólo sus ojos brillaban como acero, inclinó la cabeza, y santiguóse con asombro... Tras un larguísimo silencio, nos despedimos pensativos. (...).”.[2]
 
Estos recuerdos son de 1966, por lo que hay que suponer que la memoria de Cerón le falle momentáneamente cuando expone algunos datos inexactos. Así, confunde al cantaor Francisco Rubio López ‘Paco el del Gas’ (del que ya nos ocupamos en la tercera entrada de este blog), con Rafael Gálvez Aragón, que sí era “siguiriyero” y posible pariente de Frasquito Yerbagüena. Resultan no obstante esclarecedores y dan una idea de las pretensiones y el método utilizado para el oportuno reclutamiento de cantaores a la causa, aunque no siempre con el éxito deseado.
 
Cartel del Concurso de Cante Jondo de Granada, diseñado por Manuel Ángeles Ortiz.
 
 
Hacia el desafío cantaor de Granada
 
La prohibición expresa en las bases del Concurso de la participación de profesionales junto a la falsa y forzada premisa del origen granadino del Cante Jondo debió redundar en que los organizadores se vieran faltos de aspirantes. Otras posibles causas añadidas a este hecho no están claras, ya que la prensa de la época confirma a través de anuncios y noticias la publicidad del evento. Del resto de provincias andaluzas se constata la determinación de no pocos aficionados a acudir a la cita flamenca.
 
Así, en febrero de aquel año, la prensa de Cádiz informa de las pretensiones de cierto cantaor local de participar en el certamen granadino movido por la cuantía de los premios, aunque finalmente no lo haga. Recogido como “El Mestizo” posiblemente se tratara de Antonio o Enrique Jiménez Espeleta, uno de los hijos del gran Enrique El Mellizo:
Página 2 del n.º 771 de “La Voz. Diario gráfico de información” de Córdoba;
Miércoles 15 de febrero de 1922.
 
Igualmente por esos mismos días, el periodista onubense José Andrés Vázquez (1884-1960) a través del periódico “El Imparcial” de Madrid, expresa la intención de acudir al evento desde la capital de Andalucía con un buen aficionado local:
 
...Sevilla irá a ese espléndido concurso. La llevaremos nosotros. Conocemos un muchacho jardinero, que trabaja y canta en un jardín por cuyas cercanías pasamos casi todos los días. Como canta para él, para recreo de sí mismo, y creyendo que no le oye mas que su propia alma, hace gozar a los oídos furtivos toda la fragancia del arte espontáneo. Por cierto que, como el repertorio del cante de fondo o fundamental tiene coplas para todos los sentimientos, lanzaba al aire esta copla de carácter eucarístico, muy propia para el Corpus en Granada:
 
‘Yo te digo mi verdá:
que por mu chiquita que sea una hortensia
tiene a Dio en drento, sin fartarte ná.
 
Esto, cantado con la magnificencia de expresión de una garganta privilegiada y la emocionada cadencia de un ‘tiento’ apasionado que conmueve el alma con escalofríos intensos, bien puede ganar para Sevilla la verdadera llave del cante...
Llevaremos a Granada nuestro ‘cantaó’, sin que se entere para qué le llevamos.”.[3]
También Fernando el de Triana prepara desde Coria del Río la participación de uno de sus discípulo más aventajados, según la carta que el propio decano cantaor escribe a Bernardo Morales Pareja y que éste resume en un artículo para el “Noticiero Granadino” a finales de abril:

Felicite al pueblo de Granada y quisiera tener; el gusto de ofrecer a la dignísima Comisión organizadora, el primer cantador (no profesional), que figura en número de orden de concurrentes al concurso, cuyo nombre y apellidos responden a las iniciales M. C. P., y pertenece a una distinguida familia, de la misma localidad en que él escribe.
Declara, que este cantador, que es discípulo suyo, está en condiciones de satisfacer al más delicado inteligente del antiguo arte, pues posee una hermosa y clara voz y un inmenso repertorio de ‘soleares’, ‘seguirillas‘, Cañas (entre ellas la del granadino), polos, serranas, paveras (sic) y martinetes. (...).”.[4]
 
Fernando el de Triana.
Al parecer envió al Concurso de Granada un cantaor coriano discípulo suyo.
 
Mientras esto sucede en la ciudad anfitriona y vista la falta de candidatos se pone en marcha la famosa “Escuela de “Cante jondo”-”, auspiciada por el Centro Artístico, según indica una gacetilla aparecida al poco tiempo en “El Defensor de Granada” del 11 de mayo de 1922. Allí se instruyen pupilos de los que saldrán los más jóvenes aspirantes del certamen:
 
...La dirección de la Escuela está a cargo de los profesores de dicho cante, don Rafael Gálvez y don Juan Crespo, y para las enseñanzas se cuenta con un excelente gramófono y una rica colección de discos del clásico cante.
Los profesores darán explicaciones y practicarán dicho cante para el mayor provecho de sus alumnos.
En la secretaría del Centro Artístico se darán toda clase de informes y detalles a las personas que los soliciten, y se las inscribirán gratuitamente para que puedan asistir a tan interesantísimas enseñanzas.”.
 
Al igual que los referidos veteranos cantaores, La Ciega fue requerida como apresurada maestra de algunas niñas granadinas, entre ellas Concha Moya ‘La Goyita’ y María Concepción Sierra, ambas de 12 años de edad, quienes obtendrían a la postre cada una un premio de 175 pesetas. Eduardo Molina Fajardo habla de su docencia en materia de cante jondo en los días previos al concurso:

«La ciega de la calle de la Cruz» inició en el cante a bastantes mozuelas, presentando al Concurso a dos de sus mejores seguidoras”.[5]
 
Mientras, la prensa nos deja entrever nuevas participaciones que vienen de otros lares. Así, “El Correo de Andalucía” informa que El Calores, cantaor que por esos días de mayo ameniza en Sevilla la fiesta del bautizo del primogénito de “los señores de Fernández Cuesta”, tenía intención de competir:
 
Página 2 del n.º 8.126 de “El Correo de Andalucía. Diario católico de noticias” de Sevilla;
Domingo 14 de mayo de 1922.
 
Venido de Sevilla también hubo de presentarse a las pruebas clasificatorias el cantaor Félix de la Culqueja (1879-1941) acompañado de su tocaor Ignacio Valdepeñas (1891-1928); ambos de Sanlúcar de Barrameda.[6] La noticia la recogió “El Noticiero Gaditano” del sábado 27 de mayo de 1922 de la cual se hizo eco la prensa granadina una semana después:
 
Portada del n.º 19.862 de “El Defensor de Granada. Periódico independiente”; 
Martes 6 de junio de 1922.
(Antes en portada del n.º 1.070 de “El Noticiero Gaditano. Diario de información y de intervención política”; sábado 27 de mayo de 1922).
 
El político y académico gaditano Álvaro Picardo Gómez en carta a su amigo Manuel de Falla fechada el 13 de junio de 1922, primer día del Concurso, tras excusar su no asistencia al mismo por motivos familiares, exponía a la vez la dificultad que había tenido en la captación de aspirantes locales:
 
A pesar de la propaganda que le hemos hecho no ha sido posible convencer a ningún aficionado se inscribiese en el concurso de Granada, y si le he de decir mi sincera opinión, creo que han hecho muy bien en mostrarse tan modestos, pues no hay ninguno bueno entre los que conozco, pues la mayoría de los muchachos no cantan el cante grande. De haberse admitido profesionales alguno o algunos hubieran concurrido, pues conozco verdaderos maestros: dos de ellos hijos de un antiquísimo y reputado cantaor cuyo estilo propio es muy admirado entre la afición.”.[7]
 
Manuel de Falla.

El antiquísimo y reputado cantaor no fue otro sino El Mellizo, y sus hijos los líneas arriba citados: Enrique El Morcilla y Antonio El Mellizo. Cinco días tras la conclusión del evento granadino, serían ellos, acompañados por el tocaor Manuel Pérez “El Pollo”, los encargados de ofrecer un soberbio recital, el llamado Festival Artístico de Cante Jondo”, organizado por el propio Picardo en la Real Academia de Santa Cecilia de Cádiz.
Siguiendo con los aspirantes de aquellos días diremos que los hubo también despistados o mal informados en cuanto a los plazos de admisión y días de celebración del certamen. Es el caso de los que recoge la siguiente gacetilla determinados a acudir a Granada una semana después de concluir la cita:

Página 2 del n.º 8.157 de “El Correo de Andalucía. Diario católico de noticias” de Sevilla;
Martes 20 de junio de 1922.
 
 
Antonia La Ciega, la anciana participante.
 
El contexto del evento es recordado por el escritor y cineasta madrileño Edgar Neville Romrée (1899-1967), quien ensalza los cantes que atesoraba Antonia La Ciega, siendo Federico García Lorca el primero en escucharla:
 
Concurso del Cante Jondo.
Por Aquel entonces Falla había organizado el primer concurso de cante jondo, en Granada, en junio de 1922. Le acompañaban a Falla en esta tarea Zuloaga y Ramón, en la parte plástica y en la literaria; en la técnica, don Antonio Chacón y Ramón Montoya, el guitarrista.
Falla quería, y consiguió, detener la decadencia del cante, que en aquel momento llegaba a zonas abisales. Se habían olvidado los cantares grandes y sólo imperaban unos insoportables cuplés aflamencados, unas afeminadas colombianas y toda una serie de fandanguillos de gorgorito a cual más ridículo. Nadie sabía escuchar las “tonás”, ni las “deblas”, ni los “martinetes”, ni las “siguiriyas”, ni la “caña”, ni el “polo”, ni las “serranas” con su preludio de “liviana”. Falla era de una severidad total, y eliminó en las pruebas a todos aquellos folklóricos del momento, que sólo sabían los cantes “gachones” de las cuevas del Sacromonte y las cantiñas para patio de vecindad. (...).
Federico había encontrado una vieja ciega que pedía limosna en el Albaicín, y que era la única que empezaba las “serranas” cantando la “liviana” que era entonces un cante perdido. Porque Federico ya andaba por entonces recorriendo pueblecillos de la sierra y recogiendo de viejos y viejas los antiguos cantes populares, a los que él ponía orden poético y musical, y que tanto deleitaban a Falla, cuando, a la caída de la tarde, nos reuníamos en su carmen. El festival de cante jondo fue un éxito para todos, y para mí principalmente, porque me hice amigo de los catedráticos, trasladé la matrícula a Granada y acabé la carrera en el mes de septiembre.”.[8]
 
Federico García Lorca junto al pintor jienenese Manuel Ángeles Ortiz en el kiosco
situado en el pozo de la Plaza de los Aljibes de la Alhambra.
 
El propio Neville recordando el arranque del Concurso, ponía en valor el hallazgo de la que en realidad se llamaba Antonia Zúñiga y su repertorio cantaor:
 
Granada, ‘12 de junio’. (.../...).
Otro tipo interesante del Concurso es una pobre ciega que vivía en las cuevas del Albaicín, la cual no quería venir á cantar, pues decía que su cante ya no gustaría y que se iban á reír de ella. La trajeron y asombró á la gente con sus ‘livianas’, ‘soleares’ y ‘siguiriyas’. (...).”.[9]
Imagen retrospectiva del barrio de El Albaicín, en Granada.
 
Ramón Gómez de La Serna (1888-1963) fue el primero en referirse a La Ciega y al Tenazas en la disertación preliminar que sobre el Cante Jondo hizo al público asistente a la primera sesión, aunque la anciana no cantó esa noche. Así lo indicó el corresponsal del diario madrileño “La Voz”:

...hizo elogio de dos “cantaores” muy viejos, que acudían al concurso con fe de iluminados por un ideal de raza”.[10]
 
El prolífico periodista madrileño en su artículo “El viejo y la ciega”, tras elogiar el cante de Diego El Tenazas, comentó el modo en que habían encontrado y convencido a la invidente anciana para que participase; cosa que finalmente sucedió en la segunda noche del Concurso:
Portada del n.º 15.280 del diario “El Liberal” de Madrid;
Jueves 15 de junio de 1922.
 
En todos estos testimonios hay coincidencia en situar a la veterana cantaora viviendo en El Albaicín. Siendo conocida y nombrada como “La Ciega de la Calle de la Cruz”, hay que deducir que no vivía en la ‘Calle Cruz’ del distrito centro de la Ciudad de los Cármenes, como en principio se podría presuponer, sino en la calle Cruz de Piedra de aquel castizo barrio granadino.
 
Puerta de la Fajalauza desde la calle de La Cruz de Piedra, 
en el barrio granadino del Albaicín en 1921.
En esta calle y por ese tiempo vivió Antonia La Ciega.
 
Isabel García Lorca (1909-2002), hermana del poeta, expresó en parecidos términos el encuentro con la cantaora que le narró su hermano:
 
Mis recuerdos del tan nombrado Concurso de Cante Jondo quedan nublados en mi memoria, vienen de lejos. Yo era una niña que veía a Federico totalmente entregado en la búsqueda de coplas antiguas. Creo recordar que viajó por pueblos apartados de Cádiz y Sevilla sólo para oír cantar, y recuerdo bien su emoción al encontrar a una vieja, casi ciega, que era una de las pocas que cantaba livianas. ¡Cómo cuidaron él y don Manuel estos vestigios antiguos! Sin poder evitarlo, como tantas veces me sucede, se cruzan en mi memoria frases sueltas de su teatro. Una la dice Bernarda: “Los antiguos sabían muchas cosas que hemos olvidado”; la otra Yerma: “¡Qué pena más grande no poder sentir las enseñanzas de los viejos!”. La memoria perdida.
De aquellos días recuerdo una letra que Federico repetía una y otra vez:
 
No quiero comer contigo
gallinas ni pavos reales;
quiero comerme unas sopas
con persona que me iguale. (...).”.[11]
 
Ramón Gómez de la Serna, Federico García Sanchíz y Edgar Neville.
Tres narradores del Concurso de Granada.
 
Nuevamente Gómez de la Serna, en el referido periódico “El Liberal” de Madrid, los días siguientes a las dos noches del evento, 14 y 15 de junio, en sendos escritos insiste en la expectación despertada por los cantaores más veteranos del certamen:
 
Presenté al viejo Lázaro del cante jondo que había venido a pie de Puente Genil, y que a última hora supe que fe faltaba un pulmón porque le habían dado en él una puñalada.
Presenté a la ciega que con una fe inusitada había esperado esa noche, y presenté a los niños y niñas que en quince días que hace que existe la escuela de cante jondo han aprendido admirables cantares, más que por la destreza de los profesores porque en el alma de los niños granadinos dormían íntegras todas las nociones de ese canto, porque en lo jondo de su corazón estaba la letra de todo lo que ha reaparecido con sólo una indicación. (...).
Y había visto las pruebas eliminatorias en el Museo Arqueológico, justo sitio de primer ensayo de esta reconstitución, porque estos cantos son los cantos arqueológicos y, sólo en alguna excavación se encontraría la «liviana» suprema y sólo los muertos conocen la «debla» más profunda. (...).”.
 
...Los cantaores y el público del cante jondo han vuelto a pasar por la puerta de la Justicia, hacia la placeta de los Aljibes. (...).
La ciega cantó sus coplas con litúrgica emoción, como una imploración a los cielos, y el viejo cantaor de Morón que vino a pie desde Puente Genil volvió a lanzarnos sentenciosos cantares.
Este viejo sigue siendo el profeta Elías del cante jondo, que ha venido del fondo de la vida con sus palabras graves y solemnes a convencer al género humano. Lo que el cante jondo tiene de cante llano se exalta en las salmodias de este viejo aturdido de rimismo. (...).”.[12]
 
La cantaora María La Gazpacha acompañada de José Cuéllar y gitanas del Sacromonte en una de las noches del Concurso (Hemeroteca Casa de los Tiros, Granada).
 
Su participación, aunque señalada en la prensa, no fue descrita del mismo modo que la de otros cantaores, como fueron Diego El Tenazas y El Niño Caracol, los cuales obtuvieron primeros premios; o los artistas invitados fuera de concurso como Manuel Pavón y Manuel Torre. Incluso la labor de otros participantes, que obtuvieron como ella premios menores, fue más explícita que la de la anciana. El motivo quizá estribase en que Antonia Zúñiga ‘La Ciega’, sólo participó la segunda de las noches, en concreto la del miércoles 14 de junio de 1922.
 
El antes mencionado Molina Fajardo, en su libro “Manuel de Falla y el cante jondo”, la cita con el apellido de Muñoz, quizá por un error aparecido en la prensa de esos días:
 
Mas la sorpresa de las dos noches mágicas de la plaza de los Aljibes estuvo enlazada al nombre de Granada, con varios matices. Ella pudo ser el escuchar a Antonia Muñoz, «la ciega de la calle de la Cruz», que presentaba a sus alumnas de cante jondo.”.[13]
 
A pesar de que la prensa, como decimos, no se extendió demasiado en los pormenores de su actuación, recordaremos lo poco que de ella dijo. Así, la cita “El Defensor de Granada” es casi de soslayo al inicio de la crónica del segundo día:
 
Página 7 del n.º 19.869 de “El Defensor de Granada. Periódico independiente”;
Miércoles 14 de junio de 1922.
 
Después de El Tenazas continuó el espectáculo con un solo de guitarra por el célebre Ramón Montoya, tras del cual actuó la Zambra de Los Amayas. En el intermedio de este segundo día llovió a pesar de lo cual la mayoría del público aguantó el chaparrón utilizando las sillas a modo de paraguas.
Cuando amainó algo la lluvia salieron al escenario, la niña Carmen Salinas y María La Gazpacha y el joven Manolo Caracol, entonces Niño Caracol; y fuera de concurso actuaron Manuel Torre acompañado de Manolo de Huelva y el sevillano Manuel Pavón, al que el cronista cita erróneamente como el “celebrísimo cantaor Pombo”.
Tras ellos volvió nuevamente la Zambra de los Amaya con el singular concurso de la genial Juana La Macarrona para cerrar esta segunda noche, y con ella el famosísimo evento.
María Sierra y Conchita Moya, alumnas de Antonia La Ciega, en una conocida foto del evento.
En el centro, sentado, El Niño Caracol; detrás, Manuel Torre, Pepe el de La Flamenca, Ramón Montoya y Manuel Pabón.
(En página 37 del n.º 9 de la revista musical “La Canción Popular” de Madrid;
Viernes 1 de septiembre de 1922).
 
El diario “ABC” en su edición de dos días después y a través de su cronista, con pseudónimo de “Seco”, difiere ligeramente en cuanto al repertorio de La Ciega, quien cantó con el guitarrista Pepe el de La Flamenca, justo después de su alumna Conchita ‘La Goya’:
El Concurso del «Cante Jondo».
Granada 15, 1 madrugada. Comenzó esta noche la segunda función de ‘cante jondo’, con tan brillante concurrencia y poderoso atractivo como la anterior.
En la primera parte el muchacho de la escuela de cante de Granada Alejandro Espinosa, acompañado por el Niño de Huelva, cantó ‘soleares’ y saetas.
Después, Conchita la Granadina, acompañada por el guitarrista José Cuellar, cantó seguidillas gitanas y saetas, y luego, sola, martinetes.
Antonia Zúñiga, de Granada, acompañada por José Cortés, de Sevilla, seguidillas y livianas.
José Soler, de Linares, acompañado por José Cortés, cantó ‘soleares’ y seguidillas.
Luego, Mariquilla, de Granada, acompañada por José Cuevas (sic), cantó ‘soleares’.
Después, Diego Bermúdez, de Morón, acompañado por Montoya, cantó serranillas y cañas, y luego las cabalas, de Silverio Franconetti.
Montoya ejecutó un solo de guitarra por género flamenco.
Concluyó la primera parte con bailes del coro de gitanas que ejecutaron la Boda, la Cachucha y el Tanguillo de Albaicín. (...).”.[14]
 
También el escritor y novelista valenciano Federico García Sanchiz (1886-1964), días después, resumió con desdén:
 
Acudieron á la lucha varios ‘chaveas’ precoces, preparados con gramófono, y un abuelo contemporáneo de Silverio Frasconeti, y una abuela ciega, personajes entrambos de un patetismo pintoresco”.[15]
 
Aspecto que presentaba el patio de los Aljibes de la Alarma durante el Concurso de Cante Jondo. Baila Juana La Macarrona.
(Revista “Nuevo Mundo” de Madrid; viernes 23 de junio de 1922).
 
El aludido repertorio de La Ciega, coincide con el que se anota en el diario barcelonés “La Veu de Catalunya” en su edición de ese mismo día, jueves 15 de junio. Como curiosidad diremos que el cronista introduce un concursante nuevo, en lugar de José Soler ‘El Pescadero’, con el nombre de Diego Zamora. ¿Se trata de un error o consigna a un cantaor hasta ahora inédito en las crónicas del evento?:
 
...Antónia Zúñiga, de Granada, acompanyada per Joseph Cortés, cantà «seguidillas» i «livianas».
Didac Zamora, de Linares, acompanyat per Joseph Cortés, canta «seguidillas» i «soleares».
Joseph Mariquilla, de Granada, acompanyat per Joseph Cuevas, cantà «seguidillas». (...).”.[16]
 
El historiador y periodista granadino Antonio Gallego Burín (1895-1961) también señaló la actuación de La Ciega en el Noticiero Granadino” del jueves 15 de junio:
 
En página 38 del n.º 9 de la revista musical “La Canción Popular” de Madrid;
Viernes 1 de septiembre de 1922.
(Artículo original en portada del n.º 6.147 del “Noticiero Granadino. Diario independiente”;
Jueves 15 de junio de 1922).
 
Por su parte José Mora Guarnido en su extensa crónica “El “cante jondo”. Después de la fiesta”, insiste en la especialidad de La Ciega, las livianas:

Página 3 del n.º 18.863 de “La Publicidad. Diario independiente” de Granada;
Jueves 15 de junio de 1922.
 
Un mes después, este mismo autor escribiría, evocando el certamen:
 
...Una vieja ciega del Albaicín canta también las “siguiriyas” y las livianas. Tiene una voz apagada y trágica, y la tristeza profunda de la liviana alcanza en su voz un matiz patético de funeral muy antiguo.
La vieja y el viejo son las dos figuras más interesantes del concurso. Cantan desinteresadamente, por amor incurable al canto, como respondiendo a un culto profundo y eterno. Sus cantos tienen una fuerza primitiva. ¡Y qué lejos están de lo que la mayoría de las gentes llama flamenco, flamenquería, chulería! “¡No me gustan –decía un señorito flamenco-, porque esto parece canto de iglesia!” Y, en efecto, era un canto litúrgico, la liturgia de la pena, en una raza que ha sentido hondamente, desde hace muchos siglos, una pena grande.
Junto a los dos viejos, que son el milagro de reaparición de lo que se consideraba casi perdido, los niños de la Escuela de Cante Jondo, que desde hacía un mes funcionaba, son el campo nuevo donde lo de antaño se sembrará y florecerá. (...).”.[17]
 
Fue al día siguiente de terminar el Concurso, jueves 15, cuando se reunió el jurado calificador del certamen para otorgar los premios. Estaba formado por Gregorio Abril, Antonio Ortega Molina, Joaquín Cuadros y José López Ruiz que actuaba como secretario; los cantaores don Antonio Chacón y Rafael Gálvez, y los guitarristas Manuel Jofré, Ramón Montoya, Amalio Cuenca y Andrés Segovia.
Antonia Zúñiga recibió un premio de 300 pesetas, si bien nuestra aventurera es recogida como “Antonia Muñoz”, por parte de la prensa local:
Página 3 del n.º 614 de “La Voz. Diario independiente de la noche” de Madrid; 
Viernes 16 de junio de 1922.
 (Igualmente en la prensa de Madrid de ese mismo día: en página 2 del n.º 2.067 de “La Acción. Diario de la noche” y en página 4 del n.º 25.730 del diario “La Época. Últimos telegramas y noticias de la tarde”. También en página 3 tanto del n.º 10.804 de “El Pueblo. Diario republicano de Valencia” como del n.º 3.875 del “Diario de Valencia” en sus ediciones del domingo 18 de junio de 1922).
 
En la información dada por el local “El Defensor de Granada”, algo más concisa que la arriba expuesta, anota para ella:
 
...Premio de trescientas pesetas a Antonia Muñoz ‘La Ciega’, y dos de ciento setenta y cinco a sus educandas granadinas Conchita Sierra y la ‘Goyita’. (...).”.[18]
Amalio Cuenca, Ramón Montoya y Andrés Segovia, tres guitarristas en el Jurado del Concurso de Granada de 1922.
 
El acta del Jurado Calificador del Concurso de Granada de 1922, que recoge el “Noticiero Granadino” del domingo 18 de junio, certificado por su secretario don José López Ruiz, establece con toda concreción los premios otorgados con los siguientes resultados:
...Sección Primera.
Premio de honor: El Jurado estima conveniente declarar desierto este premio y establecer en su lugar dos primeros premios extraordinarios de mil pesetas; uno, de Ignacio Zuloaga, y otro, del excelentísimo Ayuntamiento, que son adjudicados el primero a don Diego Bermúdez Calas, natural de Morón, de 68 años de edad, y el segundo, al niño Manuel Ortega, de 11 años de edad y natural de Sevilla.
Primer premio: Se declara desierto.
Segundo premio: Se adjudica a la señorita Carmen Salinas, de 16 años de edad y natural de Granada.
Tercer premio: Se declara desierto.
Sección Segunda.
Primer premio: Se adjudica a don Diego Bermúdez Calas, antes citado.
Segundo premio: Se adjudica a don Francisco Gálvez, de 36 años de edad y natural de Granada, y se establece otro extraordinario de la misma cuantía que se adjudica a don Juan Soler, de 34 años de edad y natural de Linares.
Sección Tercera.
Esta sección se declara por completo desierta.
Guitarristas.
Premio extraordinario de don José Rodríguez Acosta: Se declara desierto.
Segundo premio: Se adjudica a don José Cuellar, natural de Granada, de 21 años de edad. Para esta sección se establece otro tercer premio extraordinario de 250 pesetas, que se adjudica a don José Cortés, natural de Sevilla, de 33 años de edad.
Se acuerda conceder un premio extraordinario de 1.000 pesetas a la Academia de ‘Cante jondo’ de Granada, cuyos individuos han cantado fuera de concurso y que se distribuyan a los mismos en la siguiente proporción:
Doña Antonia Zúñiga, natural de Granada, de 60 años de edad, 300 pesetas; la niña Concha Moya, natural de Granada, de 12 años de edad, 175; la niña María Sierra, natural de Granada, de 12 años de edad, 175; la señorita Victoria Cano, de 15 años de edad, natural de Granada, 175; el niño Alejandro Espinosa, de 15 años de edad, natural de Granada, 175. Se acuerda entregar en el acto a los interesados el importe de sus premios, que es el siguiente:
Don Diego Bermúdez Calas, primer premio extraordinario Ignacio Zuloaga, 1.000 pesetas; don Manuel Ortega, primer premio extraordinario del excelentísimo Ayuntamiento, 1.000 pesetas; señorita Carmen Salinas, segundo premio de la sección primera, 500 pesetas; don Francisco Gálvez, tercer premio de la segunda sección, 500 pesetas; don Juan Soler, segundo extraordinario de la segunda sección, 500 pesetas; don José Cuellar, segundo premio de la sección de guitarristas, 500 pesetas; don José Cortés, tercer premio extraordinario de la sección de guitarristas, 250 pesetas. (...).”.[19]
 
Manuel Torre, Don Antonio Chacón y Manuel Pavón, 
cuyas voces también se pudieron escuchar en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra.
 
 
Actuaciones de Antonia La Ciega tras el Concurso
 
Tras el Concurso se tiene constancia que el martes 20 de junio actuó en la Plaza de Toros de Granada, dentro de los festejos del Corpus, y para el “Festival pro Asociación de Caridad”, otra ciega cantaora granadina, junto a al menos dos de los niños premiados. ¿Se trata de un nuevo error de la prensa?:
 
...Después ocuparon el ‘tablao’ los siguientes cantaores: el niño Alejandro Espinosa, las jovencitas Concha Maya y ‘Niña María’, la ciega Asunción Ruiz y el ‘cantaor’ Tomás Flores González.
Todos ellos quedaron muy bien ejecutando variado repertorio de ‘cante jondo’, sobre todo soleares y siguirillas.
Hubo aplausos a granel, sobre todo para la ciega y los niños, a los que se arrojaron monedas en abundancia.
Terminó el festival –que resultó agradabilísimo- con la ‘Zambra gitana’, cuadro de los artistas de Maya, doce ‘cañiz’ y seis ‘tocaores’. (...).”.[20]
 
El hecho cierto es que casi mes y medio más tarde aparece Antonia La Ciega en un espectáculo flamenco en el coso taurino de Granada junto a sus discípulas y a la gran Pastora Pavón. También actuaría la Zambra de Dolores La Capitana formada por: María La Chata de la Jampona y su hija La Jardín, Magdalena Molina, Flor del Monte, La Finitú’, y Los Ovejilla, El Niño del Albaicín, Manuel El Cotorrero, Pepe Amaya y las hermanas Pepa y María La Gazpacha:
 
Página 2 del n.º 18.897 de “La Publicidad. Diario independiente” de Granada;
Miércoles 26 de julio de 1922.
 
En otros diarios del mismo día se dice, entre otras cosas, que comparecerían ante el público:
...las pequeñas cantadoras de flamenco Marina Sierra y Conchita Moya; Antonia Zúñiga ‘La ciega’, que cantará ‘livianas y tonás’, con el gusto que ella canta.”.[21]
 
Actuación de la Niña de los Peines con Montoya y Zambra Gitana 
en el Palacio de Carlos V de Granada.
(Página 23 del n.º 9 de la revista “Granada Gráfica”; 1 de julio de 1924).
 
Los mismos protagonistas flamencos actuarían tres y cuatro días después, sábado 29 y domingo 30 de julio de 1922, según el cartel y anuncio correspondientes a esos días:
 
...Segunda Parte.
¡Acontecimiento! ¡Éxito!
A petición de numeroso público que aún no ha podido presenciar la ‘Colosal Fiesta Andaluza’ la Empresa ha contratado nuevamente a los artistas que la componen para dar las funciones de esta noche.
1.º Canciones flamencas por las cantaoras del concurso del cante jondo, Conchita Moya y Antonia Zúñiga “La Ciega,, (...).”.
 
Página 2 tanto del n.º 6.185 del “Noticiero Granadino. Diario independiente” como del n.º 18.901 de “La Publicidad. Diario independiente” de Granada; domingo 30 de julio de 1922.
 
Una de las últimas comparecencias públicas de Antonia La Ciega quizá fuese la que tuvo lugar en el Carmen de Los Mártires dentro de los “Festivales de música popular española”, las noches del jueves 22 y viernes 23 de mayo de 1930. De estas funciones ya dimos cumplida cuenta en este blog: en la primera entrada dedicada al cantaor granadino Antonio El Camacho. La noche inaugural de este evento fue retransmitida en programa radiofónico:
Página 3 del n.º 26.917 de “El Defensor de Granada. Decano de la Prensa diaria de esta provincia”; Jueves 22 de mayo de 1930.
 
 
El profesionalismo olvidado de Antonia La Ciega en el cante
 
Hasta aquí las noticias encontradas de la participación de Antonia Zúñiga ‘La Ciega de la calle de la Cruz’ en el famoso Concurso de Cante Jondo de 1922 y las pocas funciones que, surgidas al impulso de aquel evento, contaron con su participación. Como dijimos al principio esta anciana invidente había causado grata impresión en los buscadores de voces ‘incontaminadas del pueblo’ por dos motivos: por ser una cantaora de Granada, supuesta “Cuna del Cante Jondo” y por cumplir escrupulosamente los preceptos de admisión al Concurso que había impuesto Manuel de Falla. Una de esas bases condicionó sin duda el resultado de los objetivos que se pretendían:
Página 2 del n.º 11.249 de diario “El Noticiero Sevillano. Edición de la mañana”;
Sábado 20 de mayo de 1922.
 
Pues bien, sin saber que se contravenía ese precepto de la no admisión de determinados cantaores, estamos en disposición de afirmar que Antonia Zúñiga sí ejerció como profesional en los cafés cantantes de la ciudad 33 años antes del evento.
Así lo establece el siguiente anuncio hallado en “El Defensor de Granada” a finales de febrero de 1889. Se constata que pertenecía al cuadro flamenco del Café Italia, capitaneado entre otros por la bailaora Salud Rodríguez y su maestro Enrique Rodríguez Cortés ‘El Jorobao de Linares’ (identidad descubierta por el amigo Rafael Estévez). También se hallaban en dicho elenco las bailaoras Josefa García ‘La Chirrifa’ y Rosario Camacho. ¿Podría tratarse ésta última, por error de trascripción, de Rosario La Honrá?: 
Página 2 del n.º 3.139 de “El Defensor de Granada. Diario independiente”;
Viernes 22 de febrero de 1889.
 
La niña bailaora Salud Rodríguez conocida también como ‘La Hija del Ciego’,
quien actuaba con Antonia Zúñiga en el elenco del Café Italia de Granada en 1889.
(Fotos Antonio Esplugas, ca.1882).
 
Casi un año y medio después, en 1890, encontramos a nuestra aventurera cantando tras las obras que se representaban en la escena del Teatro de la Zarzuela de la ciudad de Segovia. Por esta noticia, y a pesar de la ausencia de otras similares, se sospecha realizaría la cantaora por aquel tiempo alguna que otra gira con actuaciones en parecidos escenarios. Esta interesante reseña nos ofrece además su nombre completo, señala para ella un mayor número de cantes e incluso expone una copla de su repertorio:
En portada del n.º 524 de “La Tempestad. Periódico dominguero, 
tempestivo y joco-satírico” de Segovia; domingo 29 de junio de 1890.
 
Así pues hemos descubierto que el profesionalismo fue el verdadero rango de Antonia Zúñiga en el cante. Por ello, y según las bases, no debió ser admitida al Concurso, aunque sí se le podría haber permitido formar a sus discípulas. Nadie lo suficientemente aficionado recordaba sus actuaciones como cantaora profesional en el mismo Granada. Lógicamente su discapacidad y dependencia por ser invidente debieron condicionar sin duda su trayectoria artística.
 
A la izquierda el Teatro de la Zarzuela en la Plaza Mayor de Segovia en 1891.
Un año antes había actuado en su escenario Antonia La Ciega.
 
Merced al Acta del Jurado Calificador del Concurso que certifica un premio por ella conseguido de “300 pesetas” sabemos que en junio del año 1922 era: “Doña Antonia Zúñiga, natural de Granada, de 60 años de edad”, por lo que había nacido en 1862. También sabemos ahora, por vez primera, que su nombre completo era Antonia Zúñiga Vázquez ¿Emparentada por línea materna con el bolero granadino Maestro Eduardo Vázquez o quizá con aquella famosa cantaora África Vázquez natural del pueblo de La Peza (Granada)?
 
 
El cante de Antonia La Ciega a través de una copla.
 
Lamentablemente nunca podremos valorar las condiciones cantaoras de Antonia La Ciega ya que, contrariamente a otros dos protagonistas de aquellas sesiones granadinas de 1922 como fueron Manuel Torre y Diego El Tenazas, sus cantes no fueron registrados.
 
Discos realizados con motivo del Concurso de Granada de 1922 
a dos de sus protagonistas, Diego El Tenazas y Manuel Torre.
 
No obstante sabemos de Antonia Zúñiga Vázquez que tenía entre sus cantes: malagueñas, granaínas, polos, serranas, soleares, seguramente saetas y cartageneras, y sobre todo seguiriyas, carceleras y/o tonás y livianas. Es decir abarcaba mucho repertorio cantaor incluso en su vejez lo que jalonaría su pasado profesional.
Con respecto a la última modalidad de cante señalada volvemos a traer nuevamente, aunque planteadas de otro modo, las conocidas reflexiones de Edgar Neville. Se trata de una carta que el cineasta dirige a Anselmo González Climent (1927-1988) en Madrid fechada el 7 de diciembre de 1961, recordando:
 
... el año veintidós, cuando el célebre concurso, al que asistimos Lorca y yo, que éramos muy jóvenes. (...).
También estábamos el día en que trajeron a una mendiga ciega del Albaicín que cantaba por “livianas”. Al principio no nos explicábamos la importancia de la “liviana”, siendo una leve copla de cuatro versos, pero luego comprendimos que, puesta en su sitio, tenía sentido, y su sitio es antes de la “serrana”, era como si dijéramos para hacerse la garganta al ir a cantar por “serranas”...”.[22]
 
Placeta de la Cruz de Piedra, con el callejón del Zenete en El Albaicín; 
entorno próximo a donde vivió Antonia La Ciega.
 
Quizá podamos llegar a escudriñar uno de los estilos que del grupo de las livianas y siguiriyas cultivaba Antonia La Ciega. El historiador y periodista granadino Melchor Fernández Almagro (1893-1966) ilustró su crónica con una serie de coplas anotadas durante la segunda noche del evento. Tales se expusieron en el diario madrileño “La Época” dos días después, el viernes 16 de junio de 1922:
 
Granada, ‘junio’. (.../...).
El esquema de la segunda noche es idéntico casi al que acabo de trazar; varían los nombres de algunos concursantes. Desfilan el ‘Niño de Linares’, ‘Tenazas’, que da á conocer las memorables ‘cábalas’ (sic) del maestro Silverio –joya vocal de un Museo imposible-, Pavón y una ciega de muchos años que significa, con el viejo de Puente Genil, la nota más seriamente conmovedora de todo el certamen. (...)
Pero sí quiero anotar algunas coplas, que cogí al oído. El lector las conocerá, sin duda; mas pienso que le gustará recordar estos brevísimos poemas, de felices metáforas y directas alusiones henchidas de sentido humano, logradas en un mínimum prodigioso de palabras de torpe rima:
 
«Yo me estoy muriendo,
yo no quiero á nadie:
con mi hermanita la chica
tengo yo bastante.
_____
A mi puerta has de llamar,                 Me quitaron de quererte,
y no he de salir á abrir,                     pero m’han dejaíto libres
y me has de sentir llorar.                   los ojos para mirarte.
_____
                                                            A canelita y á clavo
Peregrino: tú que andas,                   me hueles tú á mi;
si por el mundo la encuentras,           el que no huele a clavo
dile que yo la perdono,                       ni á canelita,
pero que no quiero verla.                  no sabe distinguir.»”.[23]
 
Sabemos por otras crónicas del evento que la segunda y tercera coplas las cantó Diego El Tenazas por soleares al igual que la cuarta en el mismo palo por José Soler ‘El Pescaero’, mientras que la última letra anotada la cantó Manuel Torre por siguiriyas. Edgar Neville también constata que la segunda copla fue interpretada por Diego Bermúdez Cala tras la actuación de “la ciega, que con esa emoción de los ciegos, cantó ‘livianas’, admirablemente”.[24]
 
Por su parte Gallego Burín, en una de sus crónicas de “la segunda audición de cantos populares, con que finalizó el concurso de «cante jondo»”, ratifica la primera copla arriba anotada como del repertorio de Antonia Zúñiga, al hablar de “el gran secreto de nuestra Andalucía” del que dice:
 
Portada del n.º 6.147 del “Noticiero Granadino. Diario independiente”;
jueves 15 de junio de 1922.
 
La copla en sí, entra dentro de la órbita de las Siguiriyas y ciertas variantes tonales de las mismas llamados Cambios. Se trata de una letra antigua de cuatro versos con variante de tres. Así, Pepe de La Matrona, al referirse a algunas coplas de estos cantes, señalaba:
Las letras del Nitri eran como las del Loco Mateo, muy alusivas a su madre; en cambio, Frasco el Colorao mentaba mucho a la mujer. Una de las letras de Frasco era: 
“Yo no quiero a nadie
sino con saber de la compañera mía
tengo yo bastante”. (...).”.[25]
 
Esta letra, según parece, la cantaba don Antonio Chacón del siguiente modo:
 
Yo no quiero a nadie
que con la compañera de mi alma
tengo yo bastante”.
 
La cual, según Manolo Pavón, la ejecutaba el gran cantaor jerezano con espectacular salida en el “na---” de “nadie”. José Blas Vega que escuchó cantar esta copla tanto a Pavón como a Matrona establece al menos dos estilos de siguiriya: “musicalmente creemos que son distintos”.[26] Por su parte Fernando el de Triana hace de otra variante una copla propia de El Chato de Jerez con la que aquél solía terminar algunos recitales por siguiriyas:
Yo no quiero a naide;
con tus ojitos, serranita mía,
tengo yo bastante”.[27]
 
Esta letra de tres versos fue igualmente grabada por Juanito Mojama en 1929 en una particular versión del cante del Señor Manuel Molina: “Yo no quiero a naide / con los ojitos de mi hermana María / tengo yo bastante” (AE-2.492; BJ 1.543). Manuel Vallejo registró en 1950, el cambio del citado Manuel Molina que él mismo había popularizado a sus modos con otra parecida letra: “No quiero a nadie / con los ojitos de mi niña la Pili / tengo yo bastante”, acompañado de Paco Aguilera (Columbia R 14.850; C‑8.692). También Rafael Pareja tenía esta copla entre su repertorio: “Yo no quiero a nadie / mientras me viva mi mare de mi alma / tengo yo bastante”, que se conoce por una serie de grabaciones realizadas por Marius de Zayas y Virginia Randolph Harrison hacia 1960 en las que le acompañó Manolo de Huelva. Con dicha letra Pareja realiza el cambio del antiguo cantaor José Varea ‘El Barea’ (estilo que, tras él, fue popularizado por La Rubia de las Perlas y que Los Soler adjudican a Antonio El Fillo), aunque con nuevos matices debidos a Manuel Molina, injerencias esta vez de su cabal.
 
El enigmático cantaor Tomás Ortega López ‘El Nitri’.
 
No obstante esta letra de tres versos es, por así decirlo ‘moderna’, frente a otra más antigua de estructura estrófica mayor de la que sin duda se desgaja. Dicha copla, desde ese concepto anterior y más antiguo, va a modificar los modos cantables que en ella se alojan al queda imbricada en unas particulares seguiriyas.
Se trata en efecto de cantes que presentan una cuadratura de serranas con su macho o livianas con estrambote; lo que literariamente se corresponde en ambos casos con el bordón en la métrica de la seguidilla. No obstante, y en esto radica su particularidad, al cantarse forman al final, y en sustitución del macho de tres versos, el endecasílabo propio de la seguiriya gitana.
 
La paternidad de este curioso invento bien pudiera pertenecer a Tomás El Nitri quien, además de excelso seguiriyero, fue en su tiempo un gran cantaor por serranas. En este sentido es ilustrativa la letra de siguiriya recogida por Demófilo con el n.º 56 y asignada por el folklorista a Diego El Lebrijano:
 
Supuesto que no tienen
alivio mis males
yo me estoy muriendo
yo no tengo a nadie;
como teniendo la mare e mi arma
tengo yo bastante”.
 
Cuya serrana de origen con su macho o liviana con estrambote bien pudo ser ésta:
 
Supuesto no tienen
alivio mis males
me estoy muriendo
no tengo a nadie;
Pero teniendo
a la mare mía
estoy contento”.
 
Efectivamente, y como hemos apuntado, lo que varía en este estilo es la tonada o melodía con que se ejecuta el cante que quizá pudiera asociarse a una toná o carcelera. Se salvó del olvido gracias a la memoria de Juan Talega pues conocía el estilo a través de su padre Agustín, a su vez seguidor de El Nitri a quien tuvo de huésped en su casa de Alcalá de Guadaira una larga temporada. Así lo comentaba el propio Juan Talega a Ángel Álvarez Caballero en 1970:
 
...Mi padre cantaba mucho el cante de Tomás el Nitri, porque Tomás el Nitri era sobrino de El Fillo, por ahí yo no sé lo que le pasó; algo le pasaría por ahí... Total, que se vino a Triana. (...).
Ese cante de arboleá se ha perdido (...). Como se perdió un cante que luego Antonio Mairena lo ha «grabao». Ese cante era de Tomás el Nitri y de El Fillo, y mi padre lo cantaba. Y yo aquí, en casa, un día, no sé por qué, me acordé yo de eso, una letra, yo no sé por qué; y mi mujer –Dios la tenga en la gloria- dice: «Oye tú, Juan, ¿qué cante es ése?». Mi mujer, como estaba acostumbrada a oírme a mi cantar... «Un cante que cantaba mi padre.» «En cuanto vea a Antonio le voy a hablar de ese cante.» Ese cante estaba perdido, porque eran «tonás» y livianas juntas. Fuimos a una fiesta y le dije yo a Antonio: «Antonio, te voy a decir un cante que me acordé el otro día.» Salgo yo cantando ese cante y me dice él: «Ese cante ¿cómo no lo has «cantao» tú nunca?». «Porque no me acordaba.» Digo: «Porqué hay que cantar unos cantes más alegres, y esos cantes están un poco pasaos...». El cante llevaba perdido cincuenta años o más. Y dice Antonio: «Yo no sé ese cante cómo es...». Digo: «Ese cante son “tonás” y livianas.» Un cante parecido a ese hizo Tomás el Nitri y lo cantaba y mi padre lo cantaba. En cuanto lo movieron, Antonio lo grabó. Antonio lo canta mucho desde que lo aprendió. Menese también, y otros, y hoy el cante de «tonás» y livianas es un cante recuperado. (...).”.[28]

Juan Talega en su juventud.
(Archivo de Antonio Cortés Escobedo).
 
La variación que ha llegado a través de Juan Talega es la siguiente:
 
Supuesto no tienen
alivio mis males
yo me estoy muriendo
yo no quiero a naide;
mientras me viva mi hermanito Bocho
tengo yo bastante”.
 
La canta acompañado de Diego del Gastor en una reunión hacia 1967. Lo escuchamos, no sin antes percatarnos de cómo lo presenta Talega: “¡mira qué cante más raro!”:
 

Véase cómo acomete Talega la parte final del cante y cómo coloca un ayeo de engarce previo al último tercio:
...yo me estoy muriendo
yo no quiero a naide;
mientras me viva mi hermanito Bocho
aaay... aaayy
tengo yo bastante”.
 
que puede establecer una gran similitud interpretativa en el modo en que Antonio Gallego Burín expuso la copla de “liviana” interpretada por Antonia La Ciega la segunda noche del Concurso:
Yo me estoy muriendo
yo no quiero a nadie
con mi hermanita la chica
a.  .   .  .   . y
tengo yo bastante”.
 
Esta mezcla de sones en la línea melódica de esta particular seguiriya quizá concuerde con lo expresado por los distintos corresponsales que escucharon a La Ciega cantar en el certamen. Son los casos del referido Gallego Burín o de José Mora Guarnido quienes narraron respectivamente:
 
Después, «La Ciega», una ancianita granadina de lo castizo, entonó con voz emocionada una siguiriya, cerrando con carceleras...”.
 
Después cantó la ciega de la calle de la Cruz, una siguiriya cerrando en carcelera”.[29]
 
En consecuencia con lo arriba apuntado y con lo sugerido melódicamente años después este cante fue denominado por el mismo Juan Talega y por Antonio Mairena como “Toná-liviana”. Curiosamente, en el anuncio que expone la prensa granadina el miércoles 26 de julio de 1922, se dice a propósito de la participación de nuestra cantaora:
Antonia Zúñiga ‘La ciega’, que cantará ‘livianas y tonás’, con el gusto que ella canta”.
 
No parece, por el encabalgamiento, que sugiere la propia copla que fuese una liviana, sino más bien una siguiriya en los modos arriba apuntados. Todo incita a pensar que el cante es muy parecido o quizá el mismo que rescató Juan Talega. ¿Qué ocurrió para que en 1922 se sitúe este estilo o uno muy similar en Granada en boca de una cantaora hasta entonces desconocida?
Quizá sea posible asociarlo a la presencia del propio Tomás Ortega López (1838-1877) ‘El Nitri’ en Granada hacia 1870, según testimonió el pedagogo cordobés Francisco Alcántara Jurado (1854-1930) en su artículo Mariano Benlliure. “La bailaora”.-”:
 
Francisco Alcántara sitúa a Tomás El Nitri en Granada hacia 1870.
(Página 2 del n.º 453 del diario “El Progreso” de Lugo, miércoles 22 de diciembre de 1909.
Originalmente apareció doce días antes en la página 2 del n.º y 15.358 del diario “El Imparcial” de Madrid).
 
Sabemos del carácter itinerante de El Nitri a lo largo de su vida, pues aparece indistintamente en Jerez, Los Puertos, Triana, Arcos, Algeciras, Cádiz, Alcalá, Carmona, Málaga... Si este relato es cierto ¿Pudo propagar Tomás Ortega López ‘El Nitri’ por ese tiempo estos añejos cantes por seguiriyas en Granada y que a través de la tradición local flamenca llegaran a Antonia Zúñiga Vázquez ‘La Ciega de la Calle de la Cruz’? Probablemente.

Sobre el estilo en cuestión, y a propósito del personaje que cita Talega, Bocho” o Bochoco”, Luis Suárez Ávila dejó estos ilustrativos comentarios en el blog “Gente del Puerto” sobre otra parecida copla, alusiva al mismo sujeto y relacionada también con este cante:
El portuense Tomás El Nitri acostumbraba a cantar una siguiriya, trasunto entre la toná liviana y la siguiriya de cambio primitiva que circula con diversísimas versiones literarias, aunque con la misma música: La más antigua creo que es la que cantaba Alonso el del Cepillo, aprendida de su hermano mayor, Luis, el Viejo del Cepillo: 
Camino de Sanlúcar
Venta del Melero;
allí mataron a Bastián Bochoque
cuatro bandoleros.
 
Mi criterio es que la letra primitiva se refería a la carretera de Sanlúcar y a la venta o ventorrillo del Melero, uno que tenía colmenas. El muerto debió ser Bastián Bochoque, de familia gitana sanluqueña, frecuentadora de El Puerto. María la Mica, María la Mirri, Bochoque, Miguel de Pepa, María la Bochoca y otros muchos eminentes cantaores de la escuela sanluqueña del XIX fueron de esa familia que era conocida por ese mote.”.[30]
 
Como bien señala el abogado portuense y decano de los investigadores flamencos, la referida copla deriva de otra primera u original que encontró nuestro buen amigo Antonio Barberán. Aparece en un curioso relato del portuense Pedro Ibáñez Pacheco (1833-1885), quien la pone en boca del legendario cantaor gaditano José Cantoral allá en el verano de 1816:
‘Camino é Sanlúca’
venta ‘der’ Molero,
como allí mataron a Pablo ‘é’ la Cruz
unos bandoleros”.[31]
 
Así pues nuestra letra a estudio derivaría de otra más antigua estableciéndose, como acertadamente señala el investigador y también amigo Ramón Soler, que:
 
El Nitri hubo de jugar un papel crucial en ese magma primitivo en el que para expresar una queja cantando se relataban los hechos reales no vividos por el cantaor junto con vivencias propias. El universo temático de las endechas y de las seguidillas, cuyas métricas se solapan hasta dar lugar a la siguiriya y a la métrica de la seguidilla gitana”.
No era infrecuente en las siguiriyas primitivas cantar las muertes de personajes como Riego, Torrijos, el torero Ponce o este Pablo de la Cruz, lo que conecta con el mundo de las endechas”.[32]
 
El propio Antonio Barberán facilita los datos del referido Pablo de la Cruz a través del “Gran Diccionario Taurómaco” de Sánchez de Neira, de 1896:
 
Gran jinete y acreditado picador, a quien nadie se le ponía delante para picar a caballo levantado. Era natural de Sanlúcar de Barrameda, y murió a consecuencia de un disparo de arma de fuego que un malvado le hizo en el camino de dicha villa. Fue su época por los años anteriores a 1830..[33]
 
Quede este pequeño estudio para el recuerdo de quien quizá fuera una nada desdeñable cantaora granadina: Antonia Zúñiga Vázquez o La Ciega de la Calle de la Cruz.

 
Rafael Chaves Arcos

[1] Para ampliar el conocimiento sobre la vida de este cantaor es imprescindible el libro de nuestro buen amigo Luis Javier Vázquez Morilla: “El Tenazas de Morón. Eso es cantar por derecho”; Col. “Cal y Cante Vol. 1”; Edición de autor (Sevilla), 2015.
 
[2] Viniegra y Lasso de la Vega, Juan J.: “Vida íntima de Manuel de Falla y Matheu”; Ed. Excma. Diputación de Cádiz, 1966; páginas 118 y 119.
 
[3] Vázquez, José Andrés: “Cartas Andaluzas.- De nuestro redactor en Sevilla.- Concurso de «cante jondo»”; en la página 3 del n.º 19.669 de “El Imparcial. Diario liberal” de Madrid; jueves 16 de febrero de 1922.
 
[4] Morales Pareja, Bernardo: “Crónicas Granadinas.- Ante una carta”; en páginas 1 y 2 del n.º 6.105 del “Noticiero Granadino. Diario independiente”; martes 25 de abril de 1922.
 
[5] Molina Fajardo, Eduardo: “El Flamenco en Granada. Teoría de sus orígenes e historia”; Ed. Miguel Sánchez Editor. Granada; 1974, página 139.
 
[6] Debo estos datos al gran investigador y buen amigo Servando Repetto de Sanlúcar.
 
[7] Carta remitida por Álvaro Picardo a Manuel Falla, el 13 de junio de 1922; conservada en el Archivo Manuel de Falla de Granada. Citada en Soler Díaz, Ramón: “Cuatro estudios sobre Antonio Mairena”; Ed. Imagraf Impresores S.A. (Málaga), 2015; página 76.
 
[8] Gómez Santos, Mario: “Edgar Neville cuenta su vida”; en el diario “Pueblo” de Madrid;  viernes 27 de abril de 1962.
 
[9] Neville, Edgar: “Granada.- Concurso de “cante jondo”.- Primer día y primera noche”; en portada del diario “La Época” de Madrid; jueves 15 de junio de 1922.
 
[10]Las fiestas de Granada.- El concurso de “cante jondo”.-”; en página 4 del n.º 612 de “La Voz. Diario independiente de la noche” de Madrid; miércoles 14 de junio de 1922.
 
[11] García Lorca, Isabel: “Recuerdos míos”; Ed. Turquets Editores, S.A. Madrid, 2002.
 
[12] Gómez de La Serna, Ramón: “La Vida. La fiesta del cante jondo” y “La Vida. Segunda sesión de cante jondo”; en página 3 de los ns.º 15.281 y 15.282 del diario “El Liberal” de Madrid; ediciones respectivas del viernes 16 y sábado 17 de junio de 1922.
 
[13] Molina Fajardo, Eduardo: obra cit; 1974, página 147.
 
[14] En página 16 del n.º 6.066 del diario “ABC” de Madrid en su edición del jueves 15 de junio de 1922. Reproducido cincuenta años después en las páginas 71 y 16 del mismo diario “ABC” de Madrid; ediciones respectivas del jueves 15 y viernes 16 de junio de 1972.
 
[15] García Sanchiz, Federico: “Granada.- El Concurso de “Cante Jondo”.-”; página 18 de la revista “Nuevo Mundo” de Madrid; viernes 23 de junio de 1922.
 
[16] Página 10 del diario “La Veu de Catalunya” de Barcelona; jueves 15 de junio de 1922.
 
[17] Mora Guarnido, José: “De Granada. El “Cante Jondo”.-”; página 4 de “La Voz. Diario independiente de la noche” de Madrid; lunes 11 de julio de 1922.
 
[18] Portada del n.º 19.871 de “El Defensor de Granada. Periódico independiente”; sábado 17 de junio de 1922. También se hicieron eco de los galardones la página 2 del n.º 2.067 de “La Acción. Diario de la noche” de Madrid y en la página 3 del n.º 614 del también madrileño “La Voz. Diario independiente de la noche” en sus ediciones del viernes 16 de junio de 1922; y las páginas 1 y 2 del n.º 5.928 de “Gaceta del Sur. Diario católico independiente de Granada” y la página 3 del n.º 10.804 de “El Pueblo. Diario republicano de Valencia”, en sus ediciones del domingo 18 de junio de 1922.
 
[19] En portada del n.º 6.149 del “Noticiero Granadino”; domingo 18 de junio de 1922.
 
[20]N. de la F.”: “Las Fiestas del Corpus”; en portada del n.º 19.874 de “El Defensor de Granada. Periódico independiente”; miércoles 21 de junio de 1922.
 
[21] En página 4 del n.º 19.904 de “El Defensor de Granada. Periódico independiente”, en la página 3 del n.º 6.181 del “Noticiero Granadino”, en la página 3 del n.º 5.957 de “Gaceta del Sur. Diario católico de información” de Granada y en página 3 del n.º 18.897 de “La Publicidad. Diario independiente” de Granada; ediciones del miércoles 26 de julio de 1922.
 
[22] Neville, Edgar: “Carta ensayo”; epílogo del libro de Anselmo González Climent: “Pepe Marchena y La Ópera Flamenca (y otros ensayos)”; Edic. Demófilo. Madrid, 1975; página 206.
 
[23] Fernández Almagro, Melchor: “Crónicas Granadinas.- El concurso de “cante jondo”.-” en portada del n.º 25.730 del diario “La Época. Últimos telegramas y noticias de la tarde” de Madrid en su edición del viernes 16 de junio de 1922.
 
[24] Neville, Edgar: “En Granada.- Del concurso de “cante jondo”.-”; en página 5 del n.º 25.737 del diario “La Época” de Madrid; sábado 24 de junio de 1922.
 
[25] Ortiz Nuevo, José Luis: “Pepe el de La Matrona. Recuerdos de un cantaor sevillano”; Col. ¿Llegaremos pronto a Sevilla?. Ed. Demófilio. Madrid, 1975; página 195.
 
[26] Blas Vega, José: “Vida y Cante de Don Antonio Chacón”; Ed. Cinterco, Madrid 1990, página 235.
 
[27] También fue atribuida a El Chato de Jerez por José Alfonso: “Cante Jondo”; en página 13 del n.º 218 del semanario “Muchas Gracias. Revista cómico-satírica” de Madrid; sábado 14 de abril de 1928. Juan de la Plata igualmente le atribuye la referida letra: “Estampas flamencas.- Sebastián “El Chato de Jerez”.-”, en la revista “El Taurino” de Alicante; martes 8 de noviembre de 1955.
 
[28] Álvarez Caballero, Ángel: “Patriarca del flamenco: los ochenta años de Juan Talega”; diario “Informaciones” de Madrid; jueves 21 de mayo de 1970.
 
[29] Gallego y Burín, Antonio: “Granada en Fiestas.- Triunfo.- (...). El Concurso de «Cante Jondo»”; en portada del n.º 6.147 del “Noticiero Granadino. Diario independiente”, y Mora Guarnido, José: “El “cante jondo”. Después de la fiesta”; en página 3 del n.º 18.863 de “La Publicidad. Diario independiente” de Granada; ediciones del jueves 15 de junio de 1922.
 
[30] http://www.gentedelpuerto.com/2009/04/13/251-la-mano-negra-en-el-puerto/
 
[31] Ibáñez Pacheco, Pedro:Una juelga a la antigua usanza.= VIII”; en portada del n.º 14.471 del diario “El Comercio” de Cádiz; viernes 21 de diciembre de 1883.
 
[32] Soler Díaz, Ramón; obra cit: (Málaga), 2015; página 101.
 
[33] Citado en Soler Díaz, Ramón; obra cit: (Málaga), 2015; página 100.

 

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