miércoles, 1 de diciembre de 2021

El Piyayo. La historia añadida

De Rafael Flores Nieto ‘El Piyayo’ se intuía que debió tener una vida azarosa y pintoresca, más allá de su posible participación como soldado en la guerra de Cuba y su condición temporal de presidiario. Todo este bagaje vivencial lo reflejaría en una originalísima composición tanto lírica como musical que obstinadamente ha tendido a ser desclasificada dentro de los tangos malagueños merced precisamente a esa desbordante singularidad.
Rafael Flores Nieto ‘El Piyayo’, hacia 1925.
 
Al hablar del Piyayo, y superada la confusión que durante mucho tiempo reinó merced al logrado poema de José Carlos de Luna, nos quedaba la imagen del gitano desgarbado, enjuto, bohemio, de seria ironía y estrafalario en su modo de vestir que reflejan las fotografías de sus postreros años. De una acertada semblanza de Eusebio Rioja traemos los siguientes párrafos:
 
Rafael Flores es una de las figuras más controvertidas que ha parido Málaga. Pocas veces, un personaje intrascendente hizo derramar tan guadalmedinescas riadas de tinta, desde su notable insignificancia. Nació en Málaga el primero de mayo de 1864. De su infancia y juventud poco, casi nada se sabe. (...). Sabemos que vivió –puede que hasta naciera- en la perchelera calle Cañaveral y luego en el número nueve de la de Zurradores. Aquella zona ha sido hasta no hace mucho, foro de las más puras y legendarias castas flamencas de Málaga. (...).”.[1]
En un artículo sin firmar del diario “Sur” de Málaga mediados de los años setenta se concreta la fecha de su nacimiento y algunos pormenores de su boda y el rapto de su mujer La Chunga a la que no volvería a ver, para amancebarse con María Santiago Campos que le acompañó el resto de su existencia:

Como breve ampliación a este dato, indicaremos que había nacido en Málaga, el día 1 de mayo de 1864 y que durante su «carrera artística» tuvo como protector a don Fernando Carreras.
Rafael se casó con La Chunga, gitana que vendía encajes, durando la fiesta tres días. Durante ellos probó el sommier que le regalaron, primero que usó en su vida. Luego entraron los invitados y lo voltearon sobre una manta. Este matrimonio duró quince días, pues se llevaron a la Chunga a Estepona, en un carro, para trasladarla posteriormente a La Línea. El Piyayo poco pudo hacer para evitarlo y fue entonces cuando se amancebó con la Hampona (L’Ampona, según el dicho popular), una gitana nacida en el Rincón de la Victoria, y por lo tanto, su viuda.”.[2]
Naciste de mala ralea                Eres lo mismo que el cuco
no lo puedes remediar;                pájaro que nunca anía
la mujer y los caballos                pone el huevo en nío ajeno
por casta se han de buscar”.      y otro pájaro lo cría”. 
    
Alfredo Arrebola escribe: “Su nacimiento se sitúa sobre el mes de abril, aunque alguien puso como fecha segura el 1 de mayo de 1864.[3] Según descubrió Miguel Ángel del Pozo nació en la citada fecha pero en la calle Arrebolado n.º 11 del barrio de La Trinidad. Ahora sabemos también que sus padres se llamaron Juan Flores y María Josefa Nieto.
Imagen retrospectiva de la Calle Cañaveral del barrio del Perchel (Málaga).
 
Su contacto con el flamenco debió ser natural desde niño en el entorno gitano de El Perchel donde al parecer pasó su infancia. No obstante su familia contaba con una gran figura del cante como fue Diego Fernández Flores ‘El Lebrijano’ que era primo suyo, ya que el padre del Piyayo y la madre de Diego eran hermanos según descubrió Manuel Bohórquez. Es posible que al abrigo de estos familiares sevillanos decidiera trasladarse a la capital hispalense domiciliándose en la calle Febo de Triana. Ya debía estar familiarizado con el delito y durante su estancia allí comete al menos un robo. Si bien fue el 3 de enero de 1896 cuando El Piyayo perpetró un absurdo crimen con arma de fuego de la que salió muerta la dueña de un almacén. Los pormenores fueron recogidos en una crónica de sucesos del diario local sevillano “El Porvenir” en su edición correspondiente al día después:

Otro crimen en Triana.
Una mujer asesinada.- Ayer, a las once de la mañana, se cometió un nuevo crimen en la taberna y almacén de comestibles situado en el número 32 de la calle Evangelista, y de la propiedad de Dolores Gómez Sánchez, de 43 años de edad, casada, y natural de Alcalá del Río.
El hecho ocurrió del siguiente modo: A la citada hora, once de la mañana, llegó a dicho establecimiento un gitano conocido con el nombre de Payayo, el que pidió a la dueña del mismo una corta suma en metálico y algunos comestibles con que poder saciar su apetito, a cambio de un cobertor que llevaba.
Según parece, la Dolores le contestó en malas formas, dando lugar a que el Payayo, sacase un revólver y la amenazase, mas no se arredró por esto la dueña del establecimiento y continuó contestándole. Un hijo suyo que se hallaba dentro del establecimiento y que había escuchado la discusión, al ver tan exaltada a su madre, salió fuera y con buenas palabras, trató de convencer al agresor para que se marchara; pero este siguió la polémica y apuntando a la Dolores, hizo dos disparos que le causaron la muerte instantánea.
El hijo de la víctima al ver a su madre en el suelo tendida y bañada en sangre, quiso sujetar al criminal y le dijo: -¡Asesino! ¿Has matado a mi madre?- a lo que el gitano respondió. –Ya no tiene remedio. Dichas las anteriores palabras se dio a la fuga, dirigiéndose por la carretera que conduce a Tomares; hay, sin embargo, quién afirma que no salió de Sevilla.
El Juzgado se presentó en el lugar del suceso, comenzando a instruir las diligencias. (...).
Según informes que hemos podido recoger, el criminal se llama Rafael Nieto, tiene 30 años de edad, es soltero y cerrajero de oficio, natural de Málaga y vecino de la casa número 8 de la calle Febo. Hace con hoy seis días que fue detenido y llevado a la cárcel por haber cometido un robo”.[4]
 
Por las trazas de la crónica puede pensarse que Rafael disparó accidentalmente la pistola con la que pretendía amedrentar a la desdichada mujer. Tras el crimen huyó a Málaga, donde a finales de abril de ese mismo año fue detenido. Así lo informaron tanto la prensa malagueña a través de “La Unión Mercantil” como la hispalense a través de “El Noticiero Sevillano”:
 
Servicios de La Guardia Civil.
La del puesto de Málaga ha detenido á un gitano llamado Rafael Flores (a) «Piyayo», reclamado por la autoridad judicial.”.[5]
 
Página 2 del n.º 1.118 de “El Noticiero Sevillano. Diario independiente de noticias, avisos y anuncios”; Viernes 24 de abril de 1896.
 
Calle Evangelista de Triana donde El Piyayo cometió el crimen.
(Fotografía del diario "ABC" que muestra su aspecto durante la riada de 1912).
 
Sin datos concluyentes que puedan afirmarlo podemos sospechar que, para redimir la larga condena impuesta por este crimen, El Piyayo fuese movilizado para la defensa de la última colonia española en las Antillas. La Guerra de Cuba tuvo su inicio en febrero de 1895 y duró hasta los primeros meses de 1898 movilizando al mayor ejército que jamás cruzara el Atlántico en el siglo XIX. Hoy por hoy no está documentada la presencia de El Piyayo en la Isla, ni siquiera que se le reclutara a tal fin en una especie de leva forzosa por su condición de delincuente, aunque tampoco es descartable. A favor de esta estancia aparecen opiniones como la de Juan Ballesteros Moreno, al hablar del personaje:

Tenía una manera muy peculiar de interpretar su cante y se acompañaba él mismo con una vieja guitarra; alguna de sus coplas tenían una cierta nostalgia de sus tiempos como soldado en la campaña de la guerra de Cuba... Poseía un basto repertorio de coplillas que según afirmaba, él mismo componía...”.[6]
 
Allí según parece aprendería las décimas del poeta cubano Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (1829-1861) que usaba el pseudónimo de ‘El Cucalambé’, como éstas:
 
De un ingenio que hay vecino                      Cuando mis ojitos abrí
te enseñaré los primores,                               en el corazón que adoras
los negros trabajadores                                 y una bandera española
y las pailas y el molino.                                 fue lo primero que vi;
De blanco azúcar refino                                también ví nacer allí
verás al sol los tendales,                               la rica flor de la yedra
y allá en los cañaverales                               cuyo nombre me recuerda
has de oír aunque te inquietes,                     si es cierto que no me engaña
fuertes golpes de machetes,                          que era Cuba sin España
voces de los mayorales”.[7]                         una sortija sin piedra.”.[8]

Y estas otras, posiblemente debidas a su genio o que tomó prestada de otros vates transformándolas a su modo: 

Salieron los siete soles
y la luna de La Habana                      Se acabaron los jalones
a alumbrar tus colores;                        las ricas piñas de Cuba
no los pudieron pintar                          y aluego no hay quien se suba
hermoso jardín de flores”.                    y al árbol de marañones”.
 
Cuando en Matanzas supieron
lo dulce que yo cantaba
la gente se aproximaba
hasta que cantar me oyeron.
Unos a otros se dijeron:
-“este hombre no es de aquí”,
y yo que lo comprendí,
me llené de puro gozo,
-“ese es el hombre famoso
de Málaga vino aquí”.[9]
 
Soldados en Cuba.
 
También existen algunas coplas de El Piyayo que quizá hagan referencia a esta su etapa castrense:

Por un blanco que le hicieron
disparó la artillería
y no han visto los nacíos
más atroz carnicería                                      Estando de centinela
de moros pataleando                                      topé con er meripé;
y los bravos artilleros                                    er gaché que es hombre recio
con más brío disparando”.[10]                       se lo topa arguna vé”.[11]
_____
Por las mañanas dan pan
en un saco repartío;                                       Estando de guardia un día
a medio día el cocío                                       en los Montes de Ginés
y según tengo entendío                                  me dijo mi coronel
por la tarde no dan ná”.                                 que a dónde pertenecía
Se ha formao una algarabán                       Yo le dije: "Andalucía,
de ollas y de cazuelas                                    de la quinta capital
el cabo rancho que vuela                              donde se derrama la sal
porque se l’han dao con queso                     de las mujeres decentes
y aquel que no sepa eso                                y de los hombres valientes
no sabe lo que es canela”.[12]                      Barrio de la Triniá”.[13]
 
En este supuesto, tras su regreso a la ciudad de Málaga, vuelve El Piyayo pronto a las andadas merced a su fuerte temperamento según deja entrever la siguiente nota de sucesos iniciado el año 1904:

Página 4 del n.º 204 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Jueves 21 de enero de 1904.
 
En el verano de 1905 El Piyayo es detenido junto a su compañera por robar gallinas. Estas son las noticias recogidas en el periódico local “El Popular” del seguimiento del caso que se juzgó al año siguiente donde en el transcurso de la vista provocaron la risa de los magistrados:
Página 3 del n.º 717 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Miércoles 9 de agosto de 1905.
 
Página 3 y página 2 de los ns.º 951 y 952 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Ediciones del miércoles 9 y jueves 10 de mayo de 1906.
 
Casi de forma concatenada la justicia de Granada lo reclama por ese tiempo por la comisión de otro delito anterior según la prensa de aquella ciudad:
 
Página 3 del n.º 905 del “Noticiero Granadino”; 
Sábado 8 de septiembre de 1906.
 
Iniciado el año siguiente, 1907, ingresa finalmente El Piyayo junto a otros gitanos en la cárcel de Málaga; castigo desproporcionado por robo de gallinas:
 
Portada del n.º 1.179 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Miércoles 23 de enero de 1907.
 
Hasta la primavera de 1912 no se le vuelve a localizar por sus andanzas delictivas; esta vez nuevamente en tierras de la provincia de Granada limítrofes con la Axarquía malagueña. Será detenido por robo de mulos o caballos, delito por el que El Piyayo finalmente no fue encausado si bien tuvo que pagar al alguacil:

Página 3 del n.º 1.380 de “Gaceta del Sur. Diario católico de información” de Granada, y página 2 del n.º 15.997 de “El Defensor de Granada. Periódico independiente”;
Ediciones del miércoles 26 de junio de 1912.
 
Ventas de Zafarraya (Granada) tras el terremoto de 1884.

Página 2 del n.º 16.003 de “El Defensor de Granada. Diario independiente”;
Martes 2 de julio de 1912.
 
Se encuentran dos carreteros
Se dicen: -¡Hola, paisano!
¿Cómo están esos caminos?
¿Cómo están esos pantanos?                      Me ‘alevanto’ yo de mañana
-Los caminos están muy malos                     tomo mi lindo café
yo tengo mi buey guerrero                            yo yugo mi yunta al pie
con tres costillas partías                              al Platero y al Doblón
que se las partió tirando                              por Dios, mi yunta de guía
al amanecer el día.”.                                    no la vendo en un millón”.[14]
 
Finalizando ese mismo año aparece otra nueva nota de sucesos que denota el temperamento irascible del Piyayo que paga un pobre burro. ¡Cómo las gastaba El Piyayo!
Página 2 del n.º 3.304 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Lunes 16 de diciembre de 1912.
 
Gitanos de Málaga.
(Archivo fotográfico Ayuntamiento de Málaga).
 
Finalizando el otoño de 1913 es detenido por hurto –quizá nuevamente de caballerías junto a su compinche Juan Silva- esta vez por tierras de Alhama de Granada, según la siguiente nota judicial:
Página 3 del n.º 3.153 del “Noticiero Granadino”;
Jueves 3 de abril de 1913.
 
Imagen retrospectiva de Alhama de Granada.
 
Al año siguiente junto a La Hampona protagonizan una reyerta en la calle Mármoles contra otro gitano conocido por Cayetano El Puro:

Página 4 del n.º 3.734 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Martes 17 de febrero de 1914.
 
Sabemos que María Santiago Campos ‘La Hampona’ fue la compañera de El Piyayo hasta el resto de sus días. No obstante hemos visto que también anduvo con otra gitana de nombre María Flores Vargas.
 
Qué guapa me pareciste                   To’er  mundo tiene a su mujer
cuando en el baile te hablé                yo también tengo la mía
y ahora me pareces otra                    que va a casa de don Félix
más bonita, más garbosa                   merca la tela por metros
que la camelia y la rosa                     luego las vende por varas
la marimoñita hermosa                      se vale de su talento
y la mata del café.”.[15]                      pa engañá a las castellanas”.
 _____
Y el papel entra en la imprenta;
el barco entra en la bahía;                 “El día que yo te vea
el peine entra en la cabeza                 hablando con quien tú sabes
y yo que tanto te quiero                      te toca la lotería
entro en tu casita a la fuerza            con los números cabales
 
Hermosa mía tú no me llores
que ya me tienes tú aquí
cuando te ví de venir
por el jardín de las flores
de alegría que me dio a mí
cantaron los ruiseñores”.[16]

Pero no sólo El Piyayo daba problemas a la justicia. Su hermana María no le iba a la zaga y hacía de las suyas en tierras de Antequera según expone el mismo periódico en las siguientes reseñas judiciales al inicio de 1915:
 
Señalamientos para hoy. (...).
‘Sección 2.ª’
Antequera.- Atentado.- Procesados, Gabriel Amaya Cortés, Eugenia Cortés Campos y María Flores Nieto.- Letrado, Sr. Blanco Solero.- Procurador, señor Rodríguez Casquero.”.
 
Audiencia.
Acusación retirada.
El banquillo de la sala segunda lo ocuparon ayer los gitanos ‘Grabié’ Amaya Flores, Eugenia Campos Campos y María Flores Nieto, galán y damas de prostíbulo, sobre quienes pesaba la acusación del delito de atentado a un guardia municipal de la ciudad de Antequera.
Los ‘cañís’ se dieron tal maña para negar los hechos que se les imputaban, que en vista de que nada pudo sacarse en claro, el representante de la ley retiró la acusación.”.[17]
 
Ese mismo año el cantaor y guitarrista gitano es procesado por las lesiones que había ocasionado al también calé Cayetano El Puro. La tramitación judicial de su causa no se resuelve hasta final del mes de abril de 1915 por no comparecer El Piyayo ante el juzgado el primer día de su citación:
 
Página 2 del n.º 4.145 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Miércoles 7 de abril de 1915.
 
Página 2 del n.º 4.146 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Jueves 8 de abril de 1915.
 
Página 3 del n.º 4.162 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Sábado 24 de abril de 1915.
 
El resultado de la vista lo publicó la prensa al día siguiente, domingo 25 de abril de 1915, donde se dan otros pormenores sobre el suceso en cuestión:
 
Página 2 del n.º 4.163 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Domingo 25 de abril de 1915.
 
Qué motivo yo la dao
a ese ‘reló’ de la ‘Audensia’                      Ya me llevan ‘pa’ la ‘Audensia’
pa que se porte tan mal ‘cormigo’             me ponen falsos testigos
que me cuenta las horitas                         y me leen la sentencia
los minutos que hablo contigo”                 los jueces acaban conmigo”. [18]
 
Mientras esto ocurría, mediando ese mismo mes de abril, su hermana es trasladada de prisión:
Noticias. (.../...).
Se ha dispuesto sea conducida a la cárcel de Antequera la reclusa en la de Málaga María Flores Nieto. (...).”.[19]
 
Al mes siguiente, mayo de 1915, la gitana es reclamada también por las justicias de Granada:
Noticias. (...).
El juez de Santafé (Granada), requiere a María Flores Nieto, procesada por robo. (...).”.[20]
 
E iniciado el otoño de 1916, nuevamente habría de responder María de otros delitos al ser reclamada por otro juzgado malagueño:
 
Noticias de la noche. (...).
El juez instructor del distrito de Santo Domingo, de esta capital, caita a Eugenio Rodríguez Pérez, María Muñoz Fernández, María Flores Nieto y Francisco Fajardo Cortés, para que respondan a los cargos que se le hacen.”.[21]
 
Cercano a ese tiempo El Piyayo es requerido para pasar a presidio en la capital malagueña; no se sabe si por un nuevo delito de lesiones o las que ocasionó a Cayetano El Puro. La requisitoria la ordena el juez instructor del distrito de Santo Domingo según se consigna al final de la siguiente lista de citaciones:

Página 4 del n.º 4.655 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Viernes 1 de septiembre de 1916.
 
Al parecer El Piyayo se zafó de la justicia, pues no ingresó en la cárcel en primera instancia, no pudiendo ser detenido hasta casi siete meses después, finalizando el mes de marzo de 1917, pasando al poco a la prisión provincial de Málaga:

Página 4 del n.º 4.857 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Jueves 22 de marzo de 1917.
 
Página 2 del n.º 4.858 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Viernes 23 de marzo de 1917.
 
Página 4 del n.º 4.886 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Sábado 21 de abril de 1917.
 
Que estuvo más de una ocasión en prisión lo reflejan las coplas que cantaba:
 
Adiós patio de la cárcel                    Cuando yo estaba en prisiones
Salón de las tres palmeras                 en lo que me entretenía:
donde se mueren los hombres            en contar los eslabones
de sentimiento y de pena.                   que mi caena tenía.
De sentimiento y de pena                   Toas las mañanas temprano
dicen que no muere nadie                  a mi vista se aparenta
pero yo me voy a morir                       una reja que presenta
porque la vía es muy grande              las prisiones más tiranas”.[22]
_____
Llora el niño por la mama                El preso cuenta los días
y el anciano por la edá                        y el presidiario los años
también llora el prisionero                 y el que está metío en capilla
buscando su libertá”.[23]                  horas, minutos y cuartos”.
 _____
Las cárceles son iglesias                           De qué le sirve al cautivo
los presidiarios los santos                             tener grilletes de plata
y los guardas los faroles                                y cadenas de oro fino
que alumbran de cuando en cuando           si la libertá le falta”.[24]

 Al año siguiente, en 1918 y cuando habían pasado tres días de la muerte del gran cantaor Juan Breva, nuevamente Rafael y su compañera La Hampona promueven otro escándalo en una taberna de la ciudad, del que se hace eco de “La Unión Mercantil”:

Página 2 del n.º 10.983 de “La Unión Mercantil. Diario de intereses generales”;
Martes 11 de junio de 1918.
 
Es la primera noticia que, a pesar de ser de sucesos, relaciona al Piyayo tangencialmente con el flamenco y deja entrever que tocaba por entonces la guitarra de manera asidua . Transcribimos el suelto:
 
Bulerías Gitanas.
El matrimonio gitano Rafael Flores Nieto y María Santiago Campos, al par de ser dos tipos de gracia, son dos pillos de siete suelas.
El domingo a media tarde algo embriagados se presentaron en la taberna de Antonio Florido, en calle de Refino número 2, y después de beber varias copas de vino, rogaron al dueño les guardara una guitarra vieja y rota que llevaban.
Florido se negó a la demanda de los gitanos, a pesar de la insistencia de éstos, y viendo que no conseguían su objeto marchóse el matrimonio con el viejo instrumento, cantando por lo «bajini», pero aquí viene lo bueno.
Ayer se presentaron los «serranos» en el indicado establecimiento, exigiendo de Florido la guitarra de marras, y como era natural, Florido quedóse atónito ante el desparpajo de los cañís, poniéndolos de patitas en la calle.
Los gitanos se desataron en insultos, maldiciones y groserías, promoviéndose con tal motivo un fuerte escándalo, y Florido, temiendo quizás las maldiciones, se fue a la Aduana, denunciando lo ocurrido, con el testimonio de varios testigos que se hallaban en el mentado establecimiento el domingo, cuando llegaron los «chistosos» gitanos.”.
 
Calle Refino de Málaga, hacia 1940.
 
El ‘Piyayo’ y la ‘Piyaya’,                    El ‘Piyayo’ y la ‘Piyaya’,
cuando van de romería,                     cuando salen de camino,
endiquelan a los hondunares             lo primero que preparan
y le endiñelan los buenos días.          es la boteya de vino”.
 
Sin que concluyera ese mes de junio de 1918 El Piyayo se encuentra inmerso en una nueva bronca que se desarrolla en el puerto de Málaga y de la que a punto estuvo de salir muy mal parado pues se libra de un disparo:

Página 4 del n.º 5.311 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Sábado 22 de junio de 1918.
 
Es posible que ello estuviera motivado por el juego de naipes, al que debió ser muy aficionado El Piyayo, según algunas coplas en cuarteta o décimas:
 
En la cámara de popa
traigo toíto mi tesoro,
traigo el caballo de oro
y la manilla de copas.
Con toíta su demás tropa:
sotas, caballos y reyes;
los traigo en tan buenas leyes,                   Si juego a la brisca pierdo,
para cuando salte a tierra                          si juego al cané no gano,
poner mi campo de guerra                         si juego a la treinta y una
en la Cortina del Muelle”.                          llevo treinta y dos de mano”.
 
Cortina del Muelle, Málaga año 1912.
 
Pasan seis meses hasta que la prensa local vuelve a dar cuenta de alguna que otra trifulca en donde sale a relucir su condición de tocaor habitual de las fiestas flamencas iniciado el año 1919:
Página 4 del n.º 5.521 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Domingo 19 de enero de 1919.

En Málaga los serenos                     Cuando por la calle Larios
van diciendo por la calle                    la gente habla y se para
quien tenga sueño que duerma          viene el gachó con su penca
que yo no dispierto a nadie                pregonando la viznaga”.

Hasta aquí la historia añadida a lo que sabíamos de El Piyayo. Aunque se intuía, no podíamos suponer en la conducta de gitano tanto desmán y semejante muestrario de delitos que van desde el homicidio –quizá involuntario-, las lesiones, el robo, el cuatrerismo, el abigeo y la frecuente reyerta o pendencia. Si su camino por la vida no se le presentó fácil tampoco él se encargó de allanarlo merced a su fuerte carácter. También es cierto que la prensa no habla de sus valores como guitarrista o cantaor sino que lo menciona por sus hechos punibles.

Estas noticias habrán de servir de reflexión para poder calibrar mejor la dedicación plena de El Piyayo al flamenco que parece de forma más continuada y plena en el sosiego de sus años postreros como a continuación veremos a través del cotejo de otras noticias y opiniones algo más conocidas del personaje. Así, Juan Calderón Rengel afirma haberlo conocido en los momentos previos a la guerra civil, cuando expresa:
El verdadero «Piyayo» me lo mostró un amigo en Málaga una noche de junio de hace 50 años, cuando tomábamos café en un bar de calle Larios.
-¡Ahí va «El Piyayo»! -me dijo- y yo, disimuladamente, salí a la calle y le seguí un poco. Llevaba su inseparable guitarra en bandolera y sombrero cordobés, e iba mal vestido. Era alto, algo encorvado. Otro día que le vi como un sonámbulo, con unas copas de más, iba monologando. En las dos ocasiones, solo.
Las coplas de su cante son generalmente jocosas, asentadas en un poso de humor y tristeza, que, ante el contraste, hacen sonreír -y pensar- al auditorio. Y es que este cantaor «sui generis» tiene duende, que es algo que sin voz, sin academicismos, con muy pocos recursos, presta al cante una gracia especial que lo eleva, así como al auditorio, a regiones de inevitable e incomprensible escalofrío.
He aquí algunas de las letras de este cante del «Piyayo»:
 
«Adiós, patio de la cárcel,              «Adiós, Málaga la bella,
rincón de la barbería,                      tierra donde yo nací
que al que no tiene dinero              que pa todos fuiste madre
le afeitan con agua fría».               y madrastra para mí».
 
«El día que yo te vea
hablando con quien tú sabes
te toca el premio mayor
de los números cabales...». (...).”.[25]
 
El Piyayo tocando la guitarra.
 
Es curioso porque en época en que se ensalzó desmedidamente la figura de El Piyayo se llegó a poner en tela de juicio que fuera guitarrista e incluso se discutió hasta el modo en que la portaba. Así, Francisco Peralto, en una carta abierta a González Caffarena, expresa:
 
Don José Berrocal Bandera (...) dice textualmente: «Llevaba una guitarra, la más de las veces a las espaldas, sujeta con una cinta o cuerda.» En cambio, una de mis fuentes, el «Jaramillo», gitano él, que fue vecino del «Piyayo», asegura que la forma de llevar la guitarra nuestro hombre era normalmente abrazada junto a su cuerpo y sujeta con el antebrazo izquierdo. (...).”.[26]
 
Afirmación que a su vez pretendía desmentir Antonio Zurita Ardales en otra carta:
 
Todos los que rebasamos los sesenta años pudimos conocer la clásica estampa del «Piyayo» por las calles malagueñas con su inseparable guitarra, para que sobre ello no haya la menor duda. José Carlos de Luna, en su composición «El Piyayo», nos lo confirma rotundamente... «ata a su cuerpo una guitarra...». Con guitarra lo ví siempre cantando sus célebres tanguillos.”. [27]
 
Sobre su guitarra escribió Eusebio Rioja:
 
...como prueba del carisma entrañable que disfruta, hay que reseñar la guitarra –o alguna de ellas- que también describiera José Carlos de Luna y que se conserva en el dicho Museo (de la peña “Juan Breva”). Es una pieza muy corriente de Juan Galán, sin fecha, con muestras del trajín que debió soportar en manos de su dueño y sin más valor que el documental y emotivo”.[28]
 
 
Los últimos años de El Piyayo
 
Los años y sus fatigas pasadas templaron el corazón del gitano y le infundieron comportamiento de generosidad y sosiego. Resume Eusebio Rioja la última etapa de su vida con estas palabras:
 
Se cree, se comenta y hay quien afirma que anduvo por Cuba, con las tropas que pelearon en aquella guerra. Se supone que no sería muy del todo derechita su conducta y que zarceó por los umbrales del presidio en algunas ocasiones. Por lo menos, a ello se refieren con frecuencia las letras de sus cantes. Lo más cierto, lo más probable, es que se dedicara toda la vida a ejercitar esa fenecida profesión de cantaor-guitarrista de a pie, órgano de la legioncilla de menor rango que volateaba por los alrededores de los cafés cantantes, a la espera de ese cliente que los ajustase como animadores de fiestas. Y entretanto y para suplir la falta endémica de ingresos, vendían algún producto más o menos goloso o útil, como lotería, tabaco o peines, en el caso de “El Piyayo”. Era habitual modus viviendi de la mayoría de los cantaores, bailaores y guitarristas de por entonces, salvo las grandes figuras de los cafés. (...).
En el rastro de su personalidad, además de ser un solitario recalcitrante, surge siempre el recuerdo de sus extraordinarios sentimientos. Uno de los detalles que se cuentan es el haber cantado en más de una ocasión para poder asistir a una gitana vieja, ciega y cantaora llamada Dolores que estaba “casi pidiendo limosnas”. (...).”.[29]
 
El Piyayo, La Pirula y el periodista Enrique Varela ‘Tranquilo’ en una taberna del Perchel.
(Foto Salas para el periódico “Eco Popular” del 28 de septiembre de 1931).
 
Pepe Bravo Espinosa en una carta al director del diario “Sur” de Málaga, don Francisco Sanz Cagigas, que publicó dicho periódico a mediados de noviembre de 1973, hace acopio de sus recuerdos sobre Rafael Flores Nieto:
 
Era muy frecuente su recorrido por las tabernas del barrio de la Trinidad, donde pude oír su cante. El «Piyayo» que yo conocí era un viejo algo espigado, reseco, con greñas, ya que los pelos del tufo le tapaba casi los ojos, y sombrero redondo negro, algo estropeado. Llevaba siempre guitarra en ristre al brazo, y como bien dice la poesía que tiene dedicada, chillaba como una corneja. Una de sus costumbres era casi todas las noches ir a la calle Larios, y se ponía frente al Casinillo, que estaba donde está hoy el Bazar del Fumador, punto de reunión de las clases más selectas de la Málaga de entonces. Más de una noche le hacían pasar para que cantara y tocara la guitarra, con lo que solucionaba la manutención de algunos días (..). Esos días ya no actuaba, y las noches las dedicaba más bien como a un ensayo para el otro día. En más de una ocasión, al filo de la media noche, lo pude ver sentado en los paredones del que él llamaba «Río Aguameína», frente a la iglesia de la Aurora y en completa soledad. Todavía recuerdo alguna de sus letras:

«El Piyayo y la Piyaya
cuando estrenan un vestío
no se lo quitan del cuerpo
hasta que no está rompío.»
 
Aquellos tiempos de la Málaga sencilla, con su tipismo puro y gracioso, de la que hoy hay tanta diferencia. (...).”.[30]
 
Se puede decir que sí ganó su pan por tangos pero no el de sus “nietecillos”, ya que no tuvo descendencia. Don José Berrocal Bandera describía, en el diario “Sur” en noviembre de 1973, el entorno de la ciudad donde se desenvolvía:
 
Yo llegué a conocer al «Piyayo» y le veía casi todos los días. Entonces, aún más que hoy, el centro comercial, mercado o más bien zoco de Málaga, eran las calles de Cisneros, con su plazoletilla de calle Hornos, Carnicerías, por la gran cantidad de estos establecimientos, y San Juan, que aún continúa con su carácter, aunque disminuido. La calle de Cisneros tenía una anchura de unos metros, y en ella se asentaban infinitos puestos de frutas y verduras, más los de pescados. Tenía tránsito rodado, carretas, carros y coches, y aunque era, según una placa de mármol, con una flecha, entrada, los vehículos circulaban en ambas direcciones y era para ver y oír cuando se encontraban un carro y un coche, más los propietarios de los puestos, que siempre pagaban los tiestos. Esto hasta las dos de la tarde, que cesaba el mercado. Todo daba un carácter especial a estas calles. Por allí deambulaba el «Piyayo». Era seco, renegrío y alto, tal como lo describe el romance. Llevaba una guitarra, la más de las veces a las espaldas, sujeta con una cinta o cuerda. Tocaba cuando quería y ciertamente cantaba un cante raro, que, aun teniendo belleza (yo por mi corta edad no le encontraba mérito), no alegraba. Me consta que alguno quiso tomar su cante en disco; pero él decía que a él no se le ponía en conserva. Muchas veces, después de beber un vaso de vino, en la taberna de don Francisco de las Peñas, en la calle de Hornos, se ponía en la puerta de una tahona que había, contra la pared, apoyando un pie en la pared, y así permanecía largo rato. Era serio y triste. Poco amigo de los niños, nosotros. Unas veces comía algo con pan, tranquilo, pero con muchas «gazuzas». Cuando le decíamos que cantara nos despedía de mala manera. Sabíamos algo de una hija, pero por nuestra corta edad no llegamos a profundizar más. Al contrario de lo que hacíamos con el «Rabúo», con los «Bizcocheros», con el «Rubio del Mercado», con el ciego José María, «mañana es jueves», etc., etc., no nos metíamos con él. Tenía algo de tristeza que causaba respeto.”.[31]
 
A pesar de su azarosa vida, las más de las veces fuera de la ley, Alfredo Arrebola dejó escrito, acertadamente, sobre su personalidad en el cante:
 
El Piyayo fue una verdadera y auténtica personalidad en el flamenco, pero no ha sido bien conocida por los malagueños. Seguramente sea debido esto a la confusión de un poema que compuso José Carlos de Luna sobre un gitano pero de circunstancias distintas al Piyayo. El gitano que retrata José Carlos de Luna era “El Rabúo”, que por un error el poeta malagueño denominó Piyayo. Las circunstancias que describe el poema no coinciden con las características del Piyayo, pues –según me consta- éste ni era chicuelo ni tenía nietos más que en su apellido.”.[32]
 
Opinión coincidente con la de Eusebio Rioja quien profundiza del siguiente modo:
 
No obstante, aun a pesar de su feliz obra, no habría trepado a la cima de la fama, de no haber sido objeto del poema que con su nombre compuso José Carlos de Luna. Otra creación con estrella. Lo malo es que “El Piyayo” no salió muy bien parado de él. José Carlos de Luna se permitió una serie de licencias poéticas tan amplias, que en realidad inventó un ‘Piyayo’ que muy poco tenía que ver con Rafael Flores.
Así por ejemplo, sí era “reseco” y “renegro”, pero no “chicuelo”, disfrutaba de una talla más que mediana. Parece ser que jamás vivió en el Altozano ni que tuviera bajo su custodia a ningún “nietecillo”. También creemos falsa la imagen de borrachín con que nos lo pinta. Y sobre todo, ni era tomado tan a “chufla” por la gente, ni su arte era tan “extraño”, ni “pedía limosna por tangos”. Muy mal le cayó a Rafael esto último. Dicen que lo primero que objetó es que él no pedía limosna. Hacía pagar su arte, simplemente. No era, pues, una especie de curioso titiritero. Era solo un cantaor profesional, con dejos profundos de artista poco afortunado en cuanto a su trayectoria. Un personaje habitual en los círculos flamencos de Málaga, entrañable, simpático y querido. (...).”.[33]

El escritor y poeta malagueño José Carlos de Luna.
(Archivo fotográfico Ayuntamiento de Málaga).
 
Y es que José Carlos de Luna confundió, en su logrado poema, a El Piyayo con El Rabúo, también gitano pero de circunstancias totalmente distintas, de quien Juan Calderón Rengel expresó:

Cuando se escribió aún vivía el protagonista. Yo le conocí, aunque nunca hablé con él. Pero parece que existe una confusión (que no resta mérito literario a la composición) entre el verdadero «Piyayo» y otro cantaor llamado «El Rabúo», que también, adornándose de una guitarra, cantaba y bailaba en tabernas y en las calles, pidiendo después limosna a los oyentes. Conservo en mi memoria imágenes borrosas, vagas y difuminadas de un hombrecillo bailando en una calle de mi pueblo, acompañándose de una guitarra, vivo como una centella y saltando como un cigarrón. Era «El Rabúo», cantado por José Carlos de Luna como si fuera el verdadero «Piyayo», que no era como erróneamente dice el poeta:
«Un viejecillo renegro,
reseco y chicuelo;
la mirada de gallo
pendenciero
y hocico de raposo tiñoso
que pide limosna por tangos
y maldice cantando
fandangos gangosos...».
 
Me parece que aquel hombrecillo, entre otras coplas que no recuerdo, cantaba una que decía así:
«Yo soy el Malacatín,
y tengo menos vergüenza
que “tos” los que hay aquí».
 
Los oyentes, en su mayoría corredores, tratantes, ganaderos y feriantes en general, se solazaban en la choza donde tenía lugar el «espectáculo», fumando sin parar tabaco de contrabando y tomando cortados de aguardiente seco.”.[34]
 
No obstante algunos piensan que El Rabúo, en algunas ocasiones acompañó a El Piyayo en sus recitales callejeros, y que bailaba con una botella sobre la frente. Se dice que José Carlos de Luna divisó al personaje en una de aquellas sesiones y retrató asociándolo erróneamente al Piyayo. La primera edición del libro donde se contenía esta poesía tuvo lugar el mes de agosto de 1934, siendo el precio del volumen de siete pesetas.
 
Quien más contribuyó a extender la fama del falso Piyayo fue sin duda el gran rapsoda cartameño José González Marín (1889-1956), llevando en sus recitales la citada poesía de José Carlos de Luna en los años inmediatamente anteriores y posteriores a la guerra. De este modo paseó por el mundo el nombre de Málaga con su arte, y supo dotar de fuerza a mucha de la producción del citado autor, caso de “Ritmo de tanguillos del Campo de Gibraltar”, “El café de Chinitas”, “Solearillas”, “El fandango de Juan Breva”, “La Golondrina”, “La Anica Amaya”, “La taberna de los tres reyes”, “La misa mayó del pae Miguelito” o “Caracoles”, entre otras muchas. Merced quizá a esta difusión la poesía de “El Piyayo” fue incluida entre las mil mejores de la lengua castellana.
José González Marín con el gran compositor gaditano Manuel de Falla.
 
Tanta fue la publicidad de González Marín a la producción de José Carlos de Luna que éste último le dedicó una poesía incluida en el libro “El Cristo de los Gitanos” y que leyó en el homenaje que al gran recitador se le tributó en el teatro Calderón de Madrid, la noche del 14 de febrero de 1934, siendo éste su fragmento final:

¡El Piyayo!
Tiembla como un asogao.
¡Pobresiyo
artista desamparao!
Viejesiyo
desgreñao.
Alma güeña
que hase reír a la gente
y a nosotros mos da pena. (...).”.[35]
La típica estampa de El Piyayo.


El Piyayo entre los tipos populares callejeros de la Málaga de su tiempo.
 
La imagen que ofrece el referido poema del falso Piyayo, hizo incluso que se multiplicase el error con otros personajes callejeros que pululaban en Málaga coetáneos del verdadero. Rafael Flores Nieto compartió aquel escenario habitual de las últimas dos décadas de su vida con individuos que se ganaban la vida de variopinto modo. Algunos de estos fueron el viejo aguador El Manquito cuya juventud se desarrolló en un ambiente revolucionario; El Abuelito que se ponía en las esquinas de entrada a la calle Nueva, junto a la Casa de Gómez, o la Joyería Pareja y hacía sonar un instrumento hecho de caña con agujeros mientras cantaba cancioncillas que coreaba la chiquillería de entonces; Cristóbal el de las Avellanas que era un tipo de gracia, Salvador el Cartujo, Jabones, El Legionario o Enrique el Tomaó. De otros más plasmó breve estampa Ángel González Caffarena, tras admitir su confusión con El Piyayo, de quien dejó escrito:

Era alto, gitano de pura cepa, con guitarra colgada de manera permanente, concurrente a fiestas nocturnas donde se cataba buen vino y buen cante, no muy académico en sus expresiones y bastante mixtificado en la poesía de José Carlos de Luna. Digamos, para justificación mía, que por ella, más bien se identificaría, no conociendo a fondo las cosas, al «Alza pilili» (...).
Ha sido error mío la identificación de «El Piyayo», en una persona que no lo era. Se trata en realidad de un viejecillo «sí que era renegro y chicuelo», como dice la poesía de nuestro inolvidable paisano, sino que realmente identificado resulta ser el «Alza pilili», el «Alza, calzones» o simplemente «El viejo de la chazcarrá», como aparece en un cuadro propiedad del Ayuntamiento. (...).
También se me ha reprochado, por persona docta en medicina, a las que mis hijos deben toda su asistencia en la niñez, que me haya dejado en el tintero de los tipos populares a «El azogaíto».
Está bien recordarlo, porque a renglón seguido surge la picaresca. Era un individuo muy delgado, víctima de una especie de baile constante, parecido al «mal de San Vito», que debía su defecto –y es el doctor quien me lo ha dicho-, al hecho de haber estado trabajando en su juventud en una fábrica de azogue, de donde le vinieron el mal y el apodo. Pero, al parecer, se situaba en las esquinas a mendigar, con su mujer al lado, y esto, cuando venía alguien que, a su entender, era «materia», le decía: «Menéate bien que ahí viene un señorito de los buenos»; y entonces la desgracia de «El azogaíto» se agravaba de momento. La cosa tiene verdadera chispa.
Tampoco me han perdonado que me «coma» a un tipo que se llamaba «El Sopas» –y no crean mis lectores que esto va con aprovechamiento indebido de palabras-, pero yo realmente lo conocí muy poco; ni al «Pecha»; pero éste es contemporáneo, y no quiero hablar más que de los que, por una razón u otra, desaparecieron de nuestras calles. Lo mismo digo de «El Frascos»; pero no quisiera en cambio haberme olvidado de «El Frascos», y con él termino. Era un tipo, curioso por demás, que tenía un puesto de avellanas, altramuces, cotufas, etc., junto al cine Pascualini, que se situaba en la Alameda de Carlos Haes (hoy calle Córdoba), en la esquina del Banco de España.
Vestido con una inmensa gabardina, de cuyos bolsillos salían verdaderas cataratas de golosinas... e inmundicias, se encargaba de que los «chaveas» de entonces, mientras «vivíamos las películas (...). Su figura, rematada en una gabina color café con leche, era una verdadera estampa de la época, rematada indefectiblemente por un purillo de los que se llamaban «tagarninas».
Pues bien, aquel sujeto, tan ágil de inteligencia como todos los tipos de nuestra tierra, si alguno le pedía que le fiara la mercancía, le contestaba. «Mira, no puedo, porque yo estoy aquí con un contrato del Banco de España, según el cual ni ellos pueden vender avellanas, ni yo prestar dinero.»
Creo que la cosa tiene gracia como para terminar –y prometo que de una vez ya- el retrato de los tipos populares de nuestra Málaga bendita, que no han pasado desapercibidos a poetas ni a pintores.”.[36]
 
Una carta del ardaleño Antonio Zurita a Francisco Peralto, publicada en el diario “Sur” de Málaga a mediados de noviembre de 1973, plasma la figura de otro curioso tipo malagueño y callejero de los tiempos de El Piyayo:
 
El otro «tipo popular» de la carrasqueña era el tío Malalma (así lo apodaban en Ardales), de apellido Cherino, natural del pueblo citado y que, por haber quedado medio ciego, se fue a Málaga, donde vivía de la caridad pública, rascando una carrasqueña hecha de caña, a la que había unido una especie de sonaja con la que acompañaba sus coplillas de propia invención. He retenido en la memoria una que decía: El tío del chascarrá –Se metió en una posá –Los borricos se ahogaron –y a él no le pasó na. Y seguían los «compases» de su carrasqueña. Esta letrilla se refería a una gran riada que le cogió de camino hacia Málaga, con sus dos burros, perdiéndolos y salvándose él de milagro. Creo que fue la riada del año 1905, que tantos estragos ocasionó en Málaga y su provincia. Estos datos me los refirió mi padre, en ocasión de darle una limosna, cuando se encontraba ejecutando su melopea, junto a la iglesia de los Mártires. Era el año 1917. Recuerdo bien la fecha porque mi padre murió el año 1918 y el año anterior me llevó a un internado a Málaga, fue fue cuando ocurrieron los hechos relatados anteriormente. Luego ví muchas veces al abuelo del chascarrá, produciéndome cierto orgullo el decirle a mis compañeros que era de mi pueblo. Colgaba sobre el pecho un gran crucifijo de metal blanco. (...).”.[37]
 
El Piyayo entrevistado.


Discípulos primeros de El Piyayo
 
Según indica el anónimo autor malagueño antes señalado, tuvo seguidores que gustaron de sus maneras cantaoras a pesar del carácter:
 
Son muchos los malagueños que aún recuerdan su figura, recorriendo las calles de nuestra capital con su guitarra al brazo y varios peines asomándoles por el bolsillo superior de la chaqueta. Era un gitano nacido en el Perchel, reseco y notablemente alto. Fue soldado durante la guerra de Cuba y hombre de no muchos amigos: el señor Antonio el Mosco, el Trinitario, Manolillo el Herraor y pare usted de contar.”.[38]
Yo tengo el número uno,
Trinitario tiene el dos
y el número tres lo tiene
Manolillo el Herraor”.
 
Al parecer fue El Chirle el mejor discípulo del Piyayo. José Luque Navajas, gran conocedor de las variantes de este peculiar estilo, al hablar de otro seguidor del Piyayo, el cantaor linense Antonio el Chaqueta (1918-1980), expresaba:

A quien se parecía más cantando lo del Piyayo era a Manolillo el Herraó, aunque por la voz se parecía más al Chirle. Chirle cortaba el cante al final: “... te toca el premio mayor / de los nú –meros cabales”. Manolillo lo hacía sin cortarlo y Chaqueta igual. El Chirle hacía mucho la letra:
 
“El caballo es un animal
por to el mundo querío
y del soldado aborrecío
por tenerlo que limpiar”.”.[39]
 
De nuestras indagaciones sobre este personaje podemos afirmar que en las dos primeras décadas del siglo XX la prensa de Málaga capital reseña crónicas de sucesos en torno a un famoso tomador o carterista malagueño llamado “Federico Díaz Rodríguez (a) El Chirle”. También, aunque algo menos, es reseñado un hermano de aquél, Miguel, nacido en 1898 y conocido como “Chirle II”, a la zaga de Federico en sus fechorías de ratero y superándolo en pendencia, siendo condenado a tres años y medio de cárcel a inicios de agosto de 1918.[40]
Dado que, como hemos visto, el propio Piyayo se había movido también entre los parámetros del lumpen malagueño, no le sería difícil haber trabado contacto con personajes de esa laya como Los Chirles, a quienes también pudo conocer en la misma cárcel. Personajes que, pese a su desviado oficio, tuvieran gusto por el cante y en particular por las creaciones flamencas de Rafael Flores Nieto.
 
Además de El Chirle, otros fieles discípulos de su cante fueron el torero malagueño Rafael Millet Serrano ‘El Trinitario’ (1900-1937), que fue gran aficionado, Manuel Soto Fernández ‘Manolillo El Herraó’ (1900-1980), Ángel de Álora (1917-1992), el granadino Enrique Maldonado Heredia ‘Tío Enrique el Gitano’ (1894-1971) y otros, quienes los aprendieron directamente de su creador. En este sentido José Luque Navajas, afirmaba:
 
Chaqueta decía que El Piyayo enseñó sus tangos a Mairena. Él se jactaba de haber corregido a Mairena los cantes del Piyayo, porque el Chaqueta también escuchó al Piyayo. Al Trinitario no lo escucharía pues murió en la Guerra Civil. Decía que estuvo muchas veces de juerga con El Piyayo”.[41]
 
Manolillo El Herraor, fiel seguidor de los cantes de El Piyayo.
 
En una pobre entrevista a El Piyayo, en la que cuenta una serie de anécdotas y cuentecillos, incluida en un reportaje que firma J. R. R. del que no hay fecha exacta de publicación, aún refleja la rápida popularidad del poema que lo alude. Se consigna que el gitano cuenta entonces “Setenta y tantos años” por lo que es posible situarla en torno a 1935. Así lo pinta en la introducción que hace el autor en esa época:
 
El “Piyayo”, el hombre que nunca ha trabajado.
“La gente lo toma a chufla”.
“¿Tú no conoces al ‘Piyayo’,
un viejecito renegro, reseco...?”
Al ‘Piyayo’, en Málaga le conoce todo el mundo. Y le van conociendo ya en otras partes de España, a través de esa poesía que recita González Marín:
¡A chufla lo toma la gente,
y a mí me da pena,
y me causa un respeto imponente!
Un poeta tiene la obligación de ser así de sentimental. Pero yo creo que es, más bien, el ‘Piyayo’ quien toma a chufla a los demás y a su propia existencia repajolera.
Setenta y tantos años tiene, y no ha trabajado nunca. Si se lavara un poco las manos parecerían las de un príncipe. Conserva a sus años una magnífica pelambrera blanca de espesuras vírgenes. No come mucho, pero bebe lo suficiente para no enterarse. Con la guitarrita debajo del brazo se le ve atravesar las calles, ceñudo y erguido todavía, hacia las tabernillas alegres, donde le cambian una copla mala por un vaso de vino bueno. (...).”.[42]

El Piyayo parece que no quería irse de este mundo sin dejar la impronta de sus tiempos mozos. Por un documento revelador de la Prisión Provincial de Málaga encontrado por el investigador y buen amigo Miguel Ángel Jiménez, sabemos que un año antes de morir Rafael Flores Nieto volvió a ingresar en prisión, el 13 de octubre de 1939. En el citado documento, en el que quedó impresa la huella digital de sus pulgares, consta que era “viudo”, que contaba a la sazón “80 años (por lo que, de ser cierto, su fecha de nacimiento se retrasaría a 1859, aunque posiblemente el gitano falseara su edad). También que era vecino de Málaga, domiciliado en la calle “Zurradores”, “analfabeto” y de profesión “vendedor”. Aunque lo más curioso es que se exprese que “no constan” antecedentes penales y que ingresa por “1.ª vez” en dicha prisión. Se indica igualmente que es entregado por “fuerzas de la Guardia Civil” en concepto de “detenido” y a disposición del “Istmo. Sr. Jefe de los servicios de Justicia en esta Plaza con suplicatorio que se une de dicha fuerza”, dando el visto bueno el director y quedando firmado por el subdirector de dicha penitenciaría:

Informe de la Prisión Provincial de Málaga, fechado el 15 de diciembre de 1939.

Menos de un año después, finalmente, El Piyayo falleció en la mañana del lunes 25 de noviembre de 1940:
Cuando la muerte se inclina
pa llevarse a los mortales
no sirven las medicinas
ni los grandes capitales
ni el buen caldo de gallina.”.[43]
 
Plaza de Santa María de Málaga donde murió El Piyayo.
 
De una copia del acta de defunción que se conserva en el archivo de la Peña Juan Breva, ya se publicaron textualmente en la prensa malagueña de 1974 los siguientes datos:
Registro Civil de Málaga. Distrito número 2. Tomo 117, Folio 53, número 105. Rafael Flores Nieto, murió en Málaga, en la plaza de Santa María caseta de madera, el día 25 de noviembre de 1940, a los 85 años, a consecuencia de arterioesclerosis, siendo enterrado en San Rafael». Como cosa curiosa diremos que en dicha acta figura el Piyayo como soltero y de profesión ¡Jornalero!”.[44]
 
Según indica el anónimo autor que escribe para el diario “Sur” de Málaga en 1976:

Tras vivir Rafael Flores Nieto, nombre de pila del Piyayo, en las calles Cañaveral y Zurradores, vino a morir en la plaza Santa María al despuntar el día 25 de noviembre de 1940. Se cumplen ahora 36 años del fallecimiento del más popular gitano malagueño, creador de un cante que ha pasado a la historia del flamenco con el nombre de su hacedor.”. [45]
 
La prensa malagueña no se hizo eco de su muerte hasta cinco días después a través del diario “Sur” recordándole en este evocador y sencillo suelto:

Diario “Sur” de Málaga;
Sábado 30 de noviembre de 1940.
 
La tierra sintió mi muerte
Las campanas reoblaron
Las seporturas se abrieron
Los muertos resucitaron”.[46]
 
 
Rafael Chaves Arcos


[1] Rioja, Eusebio (en VV.AA): “Málaga. Personajes en su historia”; Editorial Arguval. Málaga. 2.ª edición, abril de 1986; página 293.
 
[2]Aclaración sobre la fecha de muerte del Piyayo”, artículo publicado en el diario “Sur” de Málaga; lunes 23 de junio de 1974. Estos datos vuelven a repetirse, quizá por el mismo anónimo autor en otro artículo: “Ante una nueva fecha del nacimiento de «El Piyayo».”, publicado en el mismo periódico el domingo 1 de mayo de 1977.
 
[3] Arrebola, Alfredo: “El Piyayo” publicado en el diario “Sol de España” de Marbella; lunes 9 de abril de 1978.
 
[4] Ortiz Nuevo, José Luis: “A su paso por Sevilla: Noticias del Flamenco en Serva, desde sus inicios hasta la conclusión del siglo XIX”; Biblioteca de temas sevillanos. Área de Cultura. Ayto de Sevilla. Sevilla, 1996, páginas 60 a 62.
 
[5] Página  2 del n.º 3.635 de “La Unión Mercantil. Diario de intereses generales” de Málaga en su edición del jueves 23 de abril de 1896.

[6] Ballesteros Moreno, Juan en: Blas Vega, José & Ríos Ruiz, Manuel: “Diccionario Enciclopédico del Flamenco”; Ed. Cinterco 2ª edic. (Tomo II). Madrid 1990.
 
[7] Soler Díaz, Ramón: “Del origen cubano de algunas letras flamencas”. Rev. “Candil”, n.º 114, Peña Flamenca de Jaén. Jaén, enero-febrero 1998.
 
[8] Letra del Piyayo del repertorio de Ángel de Álora (1917-1992).
 
[9] La pirmera y última letras de estas tres, recogidas del repertorio de Ángel de Álora (en: Roji Doña, Paco & Soler Díaz, Ramón: “Ángel de Álora. «Lo dulce que yo cantaba». (Centenario 1917-2017)”; Ed. V Bienal Arte Flamenco de Málaga. Diputación de Málaga, 2018; páginas 92 y 93.). La segunda letra del repertorio del Piyayo transmitida por Manolillo El Herrador.
 
[10] Letra del repertorio del cantaor aloreño Pepe Vergara.
 
[11] “El meripé” significa ‘la muerte’ en caló.
 
[12] Letras del Piyayo transmitidas en Almería a través de Enrique Maldonado Heredia (a) Tío Enrique El Gitano (1894-1971).
 
[13] Esta letra la hemos localizado cantada tanto por La Cañeta de Málaga acompañada a la guitarra por Curro de Jerez en un recital que tuvo lugar en la Peña Flamenca de Jaén el 12 de junio de 1981, como por el cantaor sevillano Francisco Gil Lebrón ‘El Kiko’ acompañado de Antonio Gámez en las sextas pruebas eliminatorias del II Concurso Niño de Vélez, celebrada en la peña de su titular en Vélez-Málaga, el 7 de julio de 1984.
 
[14] Letras del repertorio del Piyayo transmitida por Manolito El Herrador.
 
[15] Letra cantada por Niño de Juaneque acompañado del Niño del Chaparro para la cuarta semana de pruebas eliminatorias del VI “Concurso Niño de Vélez”, que tuvo lugar en la peña de su titular en Vélez-Málaga, el 22 de julio de 1988.
 
[16] La segunda letra fue cantada por José Rodríguez Carmona ‘Queque de Málaga’ acompañado de Antonio Paz en la segunda prueba eliminatoria del XI “Concurso Niño de Vélez”; que tuvo lugar en la peña de su titular de Vélez-Málaga el 17 de febrero de 2001. También la cantó el referido cantaor acompañado por Manuel Bajo en la tercera semana de pruebas eliminatoria del XII del referido concurso que tuvo lugar en dicha peña el 15 de mayo de 2004. La última letra del repertorio de Ángel de Álora recogida en obra cit: Roji Doña, Paco & Soler Díaz, Ramón; Málaga, 2018; página 93.
 
[17] En la página 3 de los ns.º 4.078 y 4.079 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga; ediciones del viernes 29 y sábado 30 de enero de 1915.
 
[18] Letras del repertorio del Piyayo transmitida por Manolito El Herrador.
 
[19] Página 2 del n.º 4.151 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga; martes 13 de abril de 1915.
 
[20] Página 2 del n.º 4.198 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga; domingo 30 de mayo de 1915.
 
[21] Página 4 del n.º 4.690 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga; jueves 5 de octubre de 1916.
 
[22] Letras del Piyayo transmitida a través del repertorio de Tío Enrique El Gitano.
 
[23] Esta letra la cantaban asiduamente los cantaores malagueños El Bolo, Pepe Cañete y Pepe Vergara.
 
[24] Letras del Piyayo del repertorio de Ángel de Álora. Las dos últimas letras de estas tres, recogidas en obra cit: Roji Doña, Paco & Soler Díaz, Ramón; Málaga, 2018; página 92.
 
[25] Calderón Rengel, Juan: “Sobre “El Piyayo”·”; en el n.º 48 de la revista “Candil”. Jaén; noviembre-diciembre 1986.
 
[26] Peralto, Francisco: “Más sobre «El Piyayo». Carta a Ángel González Caffarena”, publicada en del diario “Sur” de Málaga; jueves 15 de noviembre de 1973.
 
[27] Zurita Ardales, Antonio: “Más sobre «El Piyayo»·” en diario “Sur” de Málaga; jueves 15 de noviembre de 1973.
 
[28] Rioja, Eusebio: Ibídem; abril de 1986; página 296.
 
[29] Rioja, Eusebio: Ibídem; abril de 1986; página 295.
 
[30] Bravo Espinosa, José: “El Piyayo y la Trinidad” publicado en el diario “Sur” de Málaga; sábado 17 de noviembre de 1973.
 
[31] Berrocal Bandera, José: “Sí tenía guitarra”; artículo publicado en el diario “Sur” de Málaga; domingo 11 de noviembre de 1973.
 
[32] Arrebola, Alfredo; artículo cit: “El Piyayo” del diario “Sol de España” de Marbella; lunes 9 de abril de 1978.
 
[33] Rioja, Eusebio: Ibídem; abril de 1986; página 296.
 
[34] Calderón Rengel, Juan; artículo cit: “Sobre “El Piyayo”·”; noviembre-diciembre 1986.
 
[35] De Luna, José Carlos “El Cristo de los Gitanos”; Editorial Escelier. Madrid. Libro que terminó de imprimirse el 19 de junio de 1942; página 66.
 
[36] González Caffarena, Ángel: “Cosas de Málaga. Sobre El Piyayo” publicado en el diario “Sur” de Málaga; viernes 16 de noviembre de 1973.
 
[37] Zurita Ardales, Antonio; artíc. cit: “Más sobre «El Piyayo»·” en diario “Sur” de Málaga; jueves 15 de noviembre de 1973.
 
[38] Artículo cit.: “Hace 36 años que murió El Piyayo” del diario “Sur” de Málaga; jueves 5 de diciembre de 1976. También en el artículo: “En el centenario de su nacimiento”, publicado en el mismo periódico el lunes 2 de abril de 1978.
 
[39] Soler Díaz, Ramón: “Antonio El Chaqueta. Pasión por el cante”. Ed. ‘El Flamenco Vive’, S.L. Madrid, 2003, página 233.
 
[40] Recogido en la página 4 del n.º 5.354 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga del domingo 4 de agosto de 1918. También la prensa malagueña en 1914 se hace eco de un tiroteo en el pueblo serrano de Montejaque en el que participó un vecino llamado Rafael Trujillano Melgar, apodado “Chirle”, aunque con muchas menos posibilidades de haber sido discípulo de El Piyayo. Chirle en esencia y como adjetivo indica algo insípido, insustancial, falto de consistencia, de poco interés o poca gracia, aunque quizá aquí esté referido a la sustantivación del verbo chirlar que es hablar atropelladamente, metiendo ruido.
 
[41] Soler Díaz, Ramón; Idídem: Madrid, 2003, página 234.
 
[42] J. R. R.: “El “Piyayo”, el hombre que nunca ha trabajado”, publicado en la revista “Estampa. Revista gráfica y literaria de la actualidad española y mundial” de Madrid, hacia 1935.
 
[43] Letra del Piyayo del repertorio de Antonio de Canillas que también cantaban El Bolo, Pepe Cañete y Pepe Vergara.
 
[44] Artículo cit: “Aclaración sobre la fecha de muerte del Piyayo”, en diario “Sur” de Málaga; lunes 23 de junio de 1974. Estos datos vuelven a repetirse en otro artículo: “Ante una nueva fecha del nacimiento de «El Piyayo».”, publicado en el mismo periódico el domingo 1 de mayo de 1977.
 
[45]Hace 36 años que murió El Piyayo” publicado en el diario “Sur” de Málaga; jueves 5 de diciembre de 1976.
 
[46] Letra del Piyayo del repertorio de Ángel de Álora.