domingo, 9 de marzo de 2025

El Petrolo, entre los antiguos cantaores de guajiras

En esta entrada nos ocuparemos de uno de esos cantaores prácticamente desconocidos que forman parte de esa extensa nómina de los que por diferentes y caprichosas circunstancias pasaron desapercibidos o su obra no quedó suficientemente plasmada en las hojas que relatan la historia inconclusa del flamenco. Otro de tantos cuya aportación canora se diluyó a través del tiempo en otras voces que formaron esa amalgama común de sonoridades andaluzas que el devenir flamenco fue aglutinando en lo que denominamos comúnmente CANTE.
Detalle del cuadro “La Canción”.
(Obra del pintor valenciano Eugenio Vivó Tarín (1869-1925)).
 
Se trata de El Petrolo al que citamos dos entradas atrás y del que es menester abordemos su figura con algo más de extensión en la medida de nuestras posibilidades. De este aventurero, del que a todas luces se intuye fue un cantaor ʻlargoʼ, destacó en el cante por guajiras, palo flamenco que gozaba de mucho predicamento entre los artistas y aficionados de su tiempo. Paralelamente y a la luz de las noticias encontradas en el rango vital de nuestro protagonista aprovecharemos para calibrar el peso de dicho cante oriundo de Cuba, aclimatado al suelo andaluz y aflamencado por obra y gracia de cantaores.
 
 
De Jerez de la Frontera
 
El Petrolo se llamó Francisco de Paula Fernández Rivero y su Fe de bautismo certifica que había nacido en Jerez de La Frontera a las once de la mañana del lunes 24 de septiembre de 1855 en la calle Santa María de Gracia. Fueron sus padres Felipe Fernández Barrios, de profesión “Mayoral” –conductor de diligencias o galeras con tiro de caballos-, oriundo de Villamanrique de Tajo (Madrid), y Petrola Rivero Pinto natural de Sanlúcar de Barrameda. Sus abuelos paternos se llamaron Fermín y María, naturales de la citada localidad madrileña limítrofe a la provincia de Toledo y que quizá en aquel tiempo pudiera pertenecer a su jurisdicción, y los maternos José y Francisca ambos sanluqueños. A la semana de su nacimiento, el lunes 1 de octubre de ese año, el neófito fue bautizado en la iglesia de San Juan por el sacerdote Fernando Fernández Rodríguez que expidió con su rúbrica el citado documento:
 
Documento bautismal de Francisco Fernández Rivero.
Parroquia de San Juan de Jerez de la Frontera el lunes 1 de octubre de 1855.
 
De la infancia y juventud de nuestro cantaor poco podemos decir, salvo que el apodo con el que fue conocido y que ostentaría posteriormente como nombre artístico, derivó sin duda del modo en que los jerezanos del barrio de San Juan nombrarían al hijo de La Petrola.
A través del certificado de defunción del padre del cantaor, Felipe Fernández Barrios, facilitado por el buen amigo Servando Repetto, se constata que fue hijo único pues en el citado documento se dice:

Que ʻelʼ referido finado era ʻcasadoʼ en el acto del fallecimiento ʻcon Petrola Rivero Pinto de esta Ciudad, de cuyo matrimonio tuvo por hijo a Franciscoʼ (...).”.
 
Como queda dicho de entre el amplio espectro de los cantes andaluces cultivaría más específicamente un palo que el archivero municipal y cronista malagueño Francisco Bejarano Robles (1900-1990) constata al definir al cantaor del siguiente modo: “el Petrolo, verdadero artífice de las guajiras”. Así pues habrá que admitir la posibilidad de que Francisco Fernández Rivero se inspirase, siguiera en sus inicios, en las formas que para dichos cantes en cierto modo impusiera el gaditano Juan Patrón López ʻEl Guajiroʼ -nacido en noviembre de 1849 y al que reivindicamos hace tiempo en este blog-, quien puede sin duda considerarse como uno de los primeros especialistas reconocidos de dicho cante.
Además de lo que en su día expusimos, diremos que hay constancia de que El Guajiro en el verano de 1875, tres años antes de su campaña artística por tierras cordobesas junto al elenco de Silverio, se encontraba en su ciudad natal donde fue reclamado judicialmente junto a otros testigos para testificar en un asunto de lesiones:
 
En página 583 del n.º 242 de la “Gaceta de Madrid”;
Lunes 30 de agosto de 1875.
 
Fue este un tiempo en el que, además de los estilos aflamencados por acción directa de estos primeros cantaores, surgían paralelamente nuevas y vernáculas variantes americanas de guajiras en Cuba. Se trata de una época coincidente con las contiendas previas a la pérdida definitiva de la ʻPerla de las Antillasʼ por parte de España como una de sus últimas provincias de ultramar.
 
 
Guajiras criollas en las contiendas cubanas
 
Durante la llamada ʻGuerra de los Diez Añosʼ o primera de las tres grandes contiendas de independencia cubana, desde el lado de los insurrectos y sediciosos se cantaban guajiras a modo de patrióticas consignas. Véase el caso de una composición, obra del que fuera conocido líder de los mambrises, el político y general José Antonio Maceo y Grajales ʻEl Titán de Bronceʼ (1845-1896), a través del relato recogido más de veinte años después en el diario “El Correo de España” de Buenos Aires a propósito de recrudecerse el conflicto ultramarino previo al desastre:

Tiene el pueblo de Bayarao el triste privilegio de que en él se han fraguado la mayoría de las insurrecciones cubanas y á Bayamo acudió Maceo en 1873 cuando eran esperados con gran contento y alegría de los facciosos, los hombres y pertrechos de guerra que desde Francia debía llevar á Cuba el vapor «Virginius.»
Había citado Maceo á su compinche Estrada para que le aguardase en cierto «bohío» emplazado en los frondosos alrededores de Bayamo. Acudió Estrada á la «cimarrónica» conferencia y allí encontró una docena de pardos. A los pocos momentos llegó Maceo y después de apurar el tazón de café que le ofrecieron, un gran vaso de caña y encender el veguero de «muslo de negro,» clásico en los campos cubanos, habló de esta manera:
-Hermanos: mi «taita» murió de sentimiento por no haber visto á Cuba libre. Yo estoy del todo «apenao» por lo mismo y me duele el «cuero» como si me hubiesen dado «pica-pica.» Hace cinco años que luchamos por nuestra independencia, pero aún no vemos cercano el gran día del triunfo. El «gúiro,» la «vihuela» y demás instrumentos nuestros, no alegran mi alma: solo la lucha, la matanza de españoles, es una tregua á mi dolor.
 
General José Antonio de la Caridad Maceo y Grajales.
 
Martí, Céspedes, Bómbela, del Sol y Ryan, deben llegar un día de estos para dar gran impulso á la guerra; nosotros hemos de recorrer la costa á fin de auxiliar su desembarco. Para eso os he reunido aquí. ¿Estáis dispuestos á seguirme?
-Hasta morir –respondieron con ademán melodramático los secuaces del cabecilla.
-Gracias. Vamos á separarnos y mañana nos reuniremos en el ingenio del Ranchuelo en la Carolina. Pero antes bebamos por el buen éxito de esta empresa.
Y en pocos momentos se convirtió aquello en verdadera orgía de negros.
Cuando las cabezas estaban algo turbadas, pidió Maceo una guitarra. Estrada tomó el «gúiro» y aquél entonó la siguiente «guagira»:
 
«Mamita, me voy, me voy
al campo de la guerra
á pelear por mi tierra
que mas esclavo no soy.
En la manigua me esperan
todos los buenos cubanos
y esta noche dormiremos
en los montes mas cercanos.»
 
Coreada esta copla por todos los «cimarrones» reunidos, terminó el canto cuando el alcohol no permitió más filarmonía. Entonces se mostraron los conspirados tal cuales eran: uno «mataba la culebra» al cadencioso compás del baile típico de los negros cubanos; otro blandía ferozmente el machete de «media cinta» y Maceo, con enronquecida voz victoreaba á «Cuba libre.» (.../...).”.[1]
 
Del otro lado también es elocuente el siguiente texto, publicado a los veintiún años de los hechos narrados, en primera persona por un mando de las tropas españolas quien recordaba las guajiras cantadas por los insurrectos en oposición a los cantes andaluces de la soldadesca que él dirigía:

-En 1875 era yo capitán, y comandante de uno de los muchos fuertes que manteníamos en la provincia de Santiago de Cuba. Estaba situado sobre una loma que habían los ingenieros desarbolado, pero en la que crecía la manigua á despecho de todos nuestros esfuerzos y trabajos. Al pie de la colina corría un torrente entre manglares espesísimos; y alrededor se dilataba el bosque exuberante, magnífico, amenazador y sombrío; asilo, fortaleza y cómplice de los enemigos de la patria.
La guarnición se componía de sesenta valientes muchachos, un sargento, un alférez, y yo, que los mandaba á todos. Llevábamos cinco meses en aquel endiablado destacamento; no recibíamos sino muy de tarde en tarde noticias de la Península y de las ciudades de Cuba, y más de tarde en tarde aún pasaba por allí alguna columna que llevaba los heridos y enfermos y nos dejaba municiones de boca y guerra. A pesar de todo, el humor de los soldados era excelente; había entre ellos un tocador de guitarra ‘der mismo Cáiz’ (como decían ellos), y dos ‘cantaores’ de la mismísima Triana. Tenían jaleo todas las noches. Los mambrises se acercaban, entre las sombras, hasta las paredes del fortín, y unas veces hacían fuego y otras cantaban coplas: los nuestros respondían, ora con canciones ora con disparos: andaba por allí un mambrís que se las echaba de fino ‘cantaor’ de guajiras, y desafiaba en ese terreno á los ‘patones’ que se arrancaban por ‘peteneras’ y ‘soleaes’.
Pero los trianeros demostraban al hijo ingrato de España que lo mismo en el canto que en el combate vale más un peninsular que un criollo. (...).”.[2]
 
Junto a Puerto Rico y la propia Cuba el archipiélago de Filipinas también sería uno de las últimas posesiones españoles tras más de 330 años de administración y gobierno la mayor parte de ellos a través del Virreinato de Nueva España hasta la independencia de Méjico. Tres lustros antes de que tan crítica coyuntura se produjese, durante el verano de 1883, se constatan –gracias al hallazgo del buen amigo Alberto Rodríguez Peñafuerte- actuaciones de El Guajiro, en las tierras aún españolas del Pacífico, en su capital, Manila:
 
Función del teatro Filipino de Manila correspondiente al domingo 1 de julio de 1883.
(Archivo Alberto Rodríguez Peñafuerte).
 
Hacia 1898 Paco el de Montilla acompañándose él mismo a la guitarra registró unas curiosas guajiras que bien pudo aprender de Juan Patrón ʻEl Guajiroʼ cuando éste estuvo precisamente en aquél, su pueblo cordobés, en el verano de 1878. (Remitimos a su escucha en el capítulo de este blog dedicado al cantaor gaditano)
 
 
Actuaciones primeras de El Petrolo
 
Curiosamente las primeras comparecencias públicas constatadas de El Petrolo tuvieron lugar en la ciudad de Jaén y datan del año 1880, según lo expuesto en el diario ubetense “La Provincia”, donde, en 1930, a la muerte del cantaor, se afirma:
 
...don Francisco Fernández Rivero, conocido por el remoquete de «Petrolo».
Había nacido en Jerez de la Frontera. Vino a Jaén hace cerca de 50 años formando parte del cuadro de «cante flamenco» del café de Morales.”.[3]
 
Dicho café cantante, así conocido por el apellido de su dueño, fue un establecimiento situado en la antigua Plaza del Mercado, llamada posteriormente y en la actualidad Plaza de Santa María que, como veremos, tendría mucha significación en la vida de El Petrolo. El citado local fue uno de los más antiguos de la ciudad pues, ya en la década anterior a la llegada de nuestro protagonista, se le conocía gran actividad artística llegando incluso a actuar allí Silverio y la comparsa de Las Viejas Ricas. A finales del siglo XIX competía con otros establecimientos similares tales como el Café La Alegría ubicado en la misma plaza y el antiguo Café Colón sito en la plaza del Deán Mazas –por entonces conocida como Plaza del Arrabal o del Mercado Bajo-, el cual estuvo abierto al menos desde 1879 y en el que se dice ofrecieron recitales algunos guitarristas de prestigio.
 
Jaén. Plaza de Santa María hacia 1910, cuando aún existía el Palacio de los Duques de Montemar (en primer término). Fue esta la antigua Plaza del Mercado donde se ubicó el Café de Morales en el último tercio del siglo XIX.
 
Curiosamente por el tiempo en que El Guajiro comparece en el Teatro Filipino de Manila se certifican nuevas actuaciones de El Petrolo en la capital malagueña hacia el año 1882. Así, el aludido Francisco Bejarano Robles ʻPaco Perchelesʼ, en su obra “Las calles de Málaga”, lo cita al describir el ambiente de “el que fuera, sin dudas, el mejor café cantante de Málaga, el del Sevillano o Señor Bernardo:
 
En los últimos decenios del siglo XIX fue instalado en la calle Siete Revueltas, a la izquierda de su primer tramo entrando por la Plaza y en el que se supone antiguo solar del Café Sin Techo, un nuevo establecimiento de esta índole. Según parece fue fundado por un tal don Manuel, sevillano, de donde le vino su denominación, pasando después a otro dueño, llamado Bernardo, que fue el más conocido, y por cuyo nombre solían designar también al establecimiento. Un salón central lleno de mesas y sillas, alrededor de unos palcos más elevados y un tablao al fondo, no escenario, con otras dependencias accesorias, constituían el café; pero aquel pequeño tablado tenía la prestancia de una institución y se convertía, por obra y gracia del arte popular andaluz, en cátedra, mapa y centro del flamenco malagueño. Por él desfilaron la casi totalidad de los artistas de entonces conocidos, los cuales, con su cante y su baile, expresión la más perfecta del arte plástico vivo, a los sones de floridos rasgueados y primorosas falsetas de magistrales guitarras, mantuvieron el gusto, rayano en apasionamiento, por todo lo flamenco, durante el último tercio del siglo pasado.
Guitarrista del café fue Carlos el “Betunero”, tocando también en él otros como el maestro Ojana. Entre los “cantaores”, se escuchó allí al gran Chacón en los comienzos de su carrera, como también a “Juan Breva”, cuya fama ahorra adjetivos, y otros entre los que destacaba el “Petrolo”, verdadero artífice de las “guajiras”, Paco el “Bisté”, llamado así porque en las reuniones acostumbraba a guardarse las lonjas de carne asada que le correspondían, en los bolsillos, llevándolos a tal efecto, forrados en hule; el coineño “Loringuillo”, que cantaba por serranas, y el “Mezcle” que se lo hacía por “seguiriyas”; el “Canario”, natural de Álora, célebre por sus malagueñas; y el “Chato Javero” que prefería en sus actuaciones cantar por “javeras”, variante de las malagueñas pero de aire más lento.
Posible imagen del interior del Café del Sevillano.
(Ilustración del pintor Isaac Gastón Pujol-Hermann para la revista “Iris”, noviembre de 1899).
 
Como artistas del baile flamenco triunfaron en el Café del Sevillano o de Bernardo, La Paca, La Cuenca, bailaora que como ustedes saben actuaba vestida de hombre, las hermanas Borriqueras, que eran sevillanas y el célebre Raspao. También fue famoso Paquiro, no el torero sino un pariente de los Gallos y del Guarriro, que alcanzó gran popularidad por la comicidad de sus bailes, mezcla de danza y pantomima de su invención.
Con respecto al público que ocupaba el salón era heterogéneo, pero estaba integrado  principalmente por gente modesta, artesanos y muchos «catetos», mientras en los palcos solía reunirse un personal abigarrado también y que, en puridad, no puede llamarse más selecto, constituido por «señoritos», gente de negocios y que podría tal vez agruparse bajo la denominación de juerguistas flamencos.
Los artistas, en los intermedios y cuando terminaban la representación, alternaban en estos palquitos aparte de otras mujeres. Se bebía manzanilla, que era el vino preferido entonces, y entre caña y caña, el cante «sólo para los amigos», un poquito de «zapateo», risas y bromas –hongos o sombreros anchos, capas, patillas y pantalón abotinado- y aún, algunos émulos de Don Hilarión, triunfaban y se divertían en una época de facilidades y despreocupación que había de desembocar en la dolorosa lección del 98. (...).”.[4]
 
Estimamos la anterior narración referida a la fecha propuesta ya que era el tiempo en que dicho café cantante, ubicado en tan popular callejón se conocía indistintamente por ambos nombres. Fue precisamente un año antes, en 1881, cuando el empresario malagueño Bernardo García Valera había tomando los mandos del negocio del establecimiento a pesar de lo cual seguía aludiéndose por los parroquianos que al mismo concurrían por el nombre de su antiguo dueño, el empresario hispalense Francisco González Martínez ʻEl Sevillanoʼ, quien había dirigido el local desde el año 1861. 
Vista aérea del Café de Chinitas de Málaga. Año 1960.
 
De las capacidades como cantaor de nuestro protagonista puede hacer idea el siguiente extracto de un poema a él dedicado, que evocaba aquellos tiempos de gloria:
 
¡Brevemente será un hecho!
El vocinglero Petrolo,
ʻcantaorʼ que en sus edades
juveniles, ʻquitó moñosʼ,
al «Juan Breva», y al «Pulguita»
al «Fosforito» y á otros
que fueron ʻgrandes lumbrerasʼ
en eso del cante ʻjondoʼ (...).”.[5]
 
De igual modo, hacia noviembre de 1886, pueden situarse nuevas comparecencias públicas de El Petrolo en Málaga junto a otros importantes del género. Esta vez en el Café de Chinitas al describir el mismo autor este importante café cantante, situado en la placita central del Pasaje de Álvarez. De ese tiempo, en el citado libro, habla ‘Paco Percheles’ de aquel establecimiento en los siguientes términos:
 
Fue el Café de Chinitas el de más popularidad de los muchos habidos en Málaga. (...).
El acceso al café se hacía a través de una escalera, ya que estaba situado en un primer piso. Lo formaba un amplio salón rodeado de pequeños palcos, con un escenario en alto. En el centro de dicho escenario y junto a la bocana, había una columna de hierro que en algunos momentos de su última época sirvió para hacer chistes de mal gusto.
En este café-teatro, sede durante varios lustros del cante jondo, triunfó La Parrala y se escucharon las inimitables malagueñas de Juan Breva. Otros muchos cantaores de fama, Chacón, El Petrolo, La Trini, Alfonso el Porrilla, y últimamente la Niña de los Peines, lucieron aquí sus habilidades, acompañados por los mejores guitarristas del momento; y desde la siguiriya a la bulería, desde las soleares al fandanguillo, toda la rica gama de cante grande y de cante chico, vibró en aquel recinto, hoy desaparecido, antes de la injustificada difusión del pastiche seudoflamenco de la «colombiana».
El baile tuvo, también aquí, su centro propio y las mejores bailaoras como la Macarrona y la Juana, pasaron por el tablao del Chinitas, haciendo las delicias de los buenos aficionados y del público en general, sin mencionar a los extranjeros, marinos y turistas, principalmente, que acudían a este café para conocer y admirar el arte flamenco.”.[6]
 
Única fotografía conocida del interior del Café de Chinitas.
(Archivo Francisco Roji Doña).
 
También el escritor Julio Angulo, al evocar aquel contorno malagueño, expresó:
 
Pero lo que dio más popularidad al pasaje es que estuvo allí el célebre Café del Chinitas, nombre que tomó el establecimiento de un actor dramático que lució en su tablado el arte de declamar. Ya no existe el café-teatro, que fue durante varios lustros sede del cante “jondo”; donde triunfó “La Parrala” y se escucharon las inimitables malagueñas de Juan Breva, donde don Antonio Chacón tuvo su cátedra, cuando el arte de mandar el cante con la mano no tenía esa difusión de “pastiche” seudoflamenco con que hoy se exhibe por el mundo.
Ante la casa donde el Café del Chinitas fué centro del baile puro, con artistas como “La Macarrona” y “La Juana”, he pasado unos minutos de respetuosa evocación. Recordé que en aquel café del Chinitas estuvo trabajando de tramoyista el que luego fué gran actor José Tallavi, Este eminente comediante sintió nacer en su espíritu la vocación por el teatro en aquel cafetín, después de haber oído unas bulerías a “La Trini”, unas soleares a “Petrolo” o un fandanguillo a Alfonso “El Porrilla”. (...).”.[7]
 
Es de nuevo Bejarano Robles quien en su libro “Cafés de Málaga” y haciendo referencia al de Chinitas, afirma sobre las actuaciones de nuestro cantaor:
 
... solía terminar, en un desplante de agitanado narcisismo, cantando:
 
“Señores, soy el Petrolo
que para cantar guajiras
me pinto como yo solo”. (...).”.[8]
 
Tanta fue la aceptación del palo en la ciudad de Málaga que muy tempranamente, en el verano de 1894, se impresionaron en el nuevo y revolucionario fonógrafo perfeccionado por Bettini que entonces se exhibía en la Plaza de la Constitución según constató con humor el actor, escritor y periodista local José Navas Ramírez (1863-1930) en el diario “La Unión Mercantil” a inicios de agosto de ese año:
 
La fotografía del sonido ha llegado á la misma altura que la fotografía de la imagen.
Y no crean ustedes que exagero.
Ahí están las de Pan Mascado, unas chicuelas encantadoras que cantan cuando hay alguien que las toque y que han dejado impresas en el tubo receptor unas guajiras sentimentales que parten los corazones. Ellas lo pueden decir.
El otro día fueron con unas amigas al salón en donde el aparato se exhibe.
-Ponga usted el tubo de las guajiras, dijeron al encargado.
Este no se hizo esperar, funcionó la maquinita y á los pocos instantes una voz chillona, de vibraciones metálicas, pero clara y precisa se dejó oír por los tubos.
“Guajiras dolorosas, cantadas con mucha gracia por Ramona Pan Mascado, viuda de un teniente de la reserva (...).
Y seguía la canción, unas guajiras capaces de ablandar el corazón de un bloque artificial.
A las amigas de la de Pan Mascado le caían unas lágrimas como uvas moscateles y á la más impresionable por poco le dá la convulsión y rompe el fonógrafo de un manotazo. (...). Para desterrar la impresión triste de las guajiras, suplicó un caballero se cambiase el tubo por otro que reprodujera la marcha de pan y toros (...).”.[9]
 
Málaga. Plaza de la Constitución, hacia 1898.
(Fotografía de Rafael Garzón Rodríguez, n.º 876).
 
En este punto se impone una reflexión, pues tenemos conciencia de que otro cantaor jerezano que vivió toda su vida en Málaga, fue Rafael Rico Expósito, más conocido como El Moreno (1867-1923), quien bien pudo haber conocido el ambiente descrito en los cafés cantantes de Bernardo y El Chinitas. El Moreno registró en cilindros para la Casa Casares Mecánico de Granada, acompañándose él mismo, o secundado por un tocaor llamado Alfonso, unas guajiras que contienen una original línea melódica que luego siguieron cantaores como Cayetano Muriel Expósito ʻNiño de Cabraʼ (1870-1947). La pregunta es ¿Pudo un joven Rafael El Moreno aprender este estilo de guajiras por aquella época y en el mismo ambiente en que actuaba El Petrolo?

Rafael El Moreno con el tocaor Pepe el Calderero.
 
La primera de las décimas contenidas en dichas guajiras es alusiva a alguna de las contiendas de independencia cubana pasadas o la última en ciernes. Se advierte que en el segundo cuerpo se incluyen dos versos neutros y la repetición al final del primero por lo que se alarga en exceso de forma algo forzada, sobrepasando los propios de su métrica, mientras que el tercer cuerpo, con ocho, queda corto:

“Cuando los ojitos abrí
donde el corazón adora
y una bandera española
fue lo que reconocí;
Yo he visto nacer allí
de España la hermosa hiedra
cuyo nombre me recuerda
si la vista no me engaña
tiene Cuba sin España
una sortija sin perla.
 
Hermosa alcarraza eres                      El que la saya rompió
si te lo hubieses bebío                        no te la supo pagar;
pero está manoseá                              eso suele pasar
de los novios que has tenío;               a toa la mujer que han sío
cuando me pongo a pensar                 dueña de su albedrío
pienso que me ha de morir                 y por esos amores tanto
al acordarme de tí                               que no se guarda el canasto
¡vaya una fatalidad!                           de los novios que has tenío”.
¡vaya una genialidad!
que tú de mí no te acuerdes
ese corazón que tienes
que está más duro que el bronce
para el que no te conoce,
hermosa alcarraza eres.
 
 
Competidores por guajiras en la época de El Petrolo
 
Otro de los estilistas de guajiras por ese mismo tiempo de las exitosas actuaciones de El Petrolo fue El Porreta. Así, finalizando el año 1884 formaba parte del cuadro flamenco del Café de La Mariana de Granada, dirigido por el guitarrista local Carmelo Recio García (1862-1930), también reivindicado en este blog, y donde se encontraban igualmente las cantaoras María Torreja ʻLa del Puertoʼ, y su hija Rosario García, estando de bailaoras Juana Ruiz y su hermana María La Bonita además de la jerezana Isabel Delgado Santos ʻIsabelita Santosʼ (1863-1990). De una de sus actuaciones, narradas con acento andaluz, recogemos los siguientes párrafos:
 
...Cuando acabó ocupó er sitio el Porretas que con su correspondiente marcaor, empezó á apuntar unas guajiras que al fin salieron, y por los alhamares de mi chaqueta, que no eran feos con tanto carácter de aquel país que hasta ya ge veían los guachindangos con las guachindangas y los guachindanguiyos. (...).”.[10] 
Sin duda en referencia a la antigua copla que antaño solía utilizarse para rematar estos cantes y que dice:
Eso, eso, eso, eso, eso
de la nata sale el queso;
de los quesos, los quesitos;
de los guachindangos grandes
salen los guachindanguitos”.
 
Hubo varios flamencos con el apodo de Porreta como gaditano Isidro Fernández Leal y el tocaor almeriense Alfonso Pérez. No obstante, es más que probable que la noticia anterior se refiera al que, en abril de 1887 y en el mismo café cantante granadino, se anunciaba como “cantador por alegre y guajiras, Luis Fernández (a) Porreta”, que actuaba en otro elenco dirigido por Paco el Águila e integrado además por Manuel El Rentero, Dolores La Parrala, María La Morena y Adela La Mijita al cante, y Manuel Cortés, Juana La Macarrona, Rafaela Núñez, Enriqueta La Bonita, María La Picaora y Josefa La Rana al baile. De Luis El Porreta sabemos que era sanluqueño, acabando al parecer su carrera artística en Málaga, y fue hermano menor de Eduardo, cantaor de mas rango, competidor de José Lorente en soleares y émulo de Romero El Tito en cantiñas. No sabemos si este Luis El Porreta, paisano de la madre de El Petrolo pudo también influir en su gusto por tal cante.
 
Por ese año de 1885, en el mismo Málaga, las guajiras se habían hecho muy populares y se cantaban por doquier. Un ejemplo lo tenemos en El Mellao especie de jaque que, según el escritor y periodista santanderino Federico Moja y Bolívar (1842-1897), las cantaba en las playas:

Cuando está en el café se la echa de torero. Por la noche se canta y se baila en el muelle, al pié de alguna farola, en medio de una sociedad escogida de chulos y chulas. La Paca se ‘pirra’ por él cuando le oye cantar guajiras. (...).”.[11]
 
Esta popularidad de la guajira también se debió a cantaores que habían estado en la Guerra de Cuba, caso de Rafael Flores Nieto ʻEl Piyayoʼ (1864-1940), que como vimos en este blog, amalgamó de forma magistral esas sonoridades de ultramar con romances y tangos del terruño. El gusto por estos cantes en esos años también lo evidencia un anónimo observador cordobés que cita a dos cantaoras trinitarias asiduas de La Caleta cuyas cualidades resalta en un particular poema:

Celébrase aquella tarde                   son con justicia aclamadas
el éxito de la pesca;                            las reinas de aquella fiesta.
las barquillas pescadoras                  Cautivan con sus encantos,
sobre el mar se balancean,                con su mirar enajenan
y con el viento que gime                     y al modular dulcemente
sobre las olas, se mezclan                  el “polo” ó la “malagueña”
el rumor de las canciones,                  la “guajira” tropical
el chocar de las botellas                     ó sentidas “peteneras”,
y las melodiosas notas                        de sus gargantas de nieve
de la guitarra, que suena.                   parecen surgir espléndidas
Rosa y Clara, dos muchachas,           cataratas de armonías,
cuya espléndida belleza (...),              anchos raudales de penas (...).”.[12]
 
Fiesta flamenca en las playas del Palo.
 
Especialista en guajiras, y jerezana como nuestro aventurero, fue Lola Cardoso Rodríguez de la que sabemos que mediando octubre de 1887 actuaba en Madrid, tanto en el Café del Romero de la calle Atocha como en el Teatro Alhambra sito en la confluencia de las calles Libertad y San Marcos. Formaba parte de un cuadro integrado por la malagueña Concha Segovia, la sevillana Amalia Ríos y el cordobés El Minina de cantaores; la también jerezana Pastora La de Malé, la malagueña Encarnación Gutiérrez ʻNiña Josefinaʼ y las hermanas sevillanas Aurora y Pastora Moreno que integraban el grupo de baile, y los tocaores Francisco Barberán de Alcalá de los Gazules y el cordobés José Rojo.
 
En 1887 El Petrolo residía junto a sus padres en Sanlúcar de Barrameda, ciudad natal de su madre. Lo sabemos gracias al amigo Servando Repetto, que amablemente nos ha facilitado la hoja del Padrón de Habitantes de ese año. La familia estaba avecindada en el Barrio Bajo, concretamente en la calle Trasbolsa n.º 7, y como se observa en el citado documento “Francisco Fernández Rivero”, de 31 años de edad, hizo constar su profesión de “Artista”. De otro lado su padre, Felipe Fernández Barrios, nacido en 1812, mantenía su profesión de “Cochero”, y consta que era natural de “Madrid” lo que hay que entender en términos provinciales según lo ya explicado. Su madre aparece como “Petrola Rivero Tinto”, nacida en 1834, pues tenía a la sazón los 53 años de edad. 
Extracto de la hoja del “Padrón General de vecinos de Sanlúcar de Barrameda” del año 1887.
Cuartel 9.º calle Trasbolsa.
(Documento facilitado por Servando Repetto López).
 
Del resto de datos que arroja este Padrón de 1887, Servando apunta la curiosidad de que viviendo en la misma calle Trasbolsa, aparezca Celestino Fernández Rodríguez (ca.1840-1889), nacido en la localidad ovetense de Trellez, casado con Rufina Masdeu Delgado. Tenía este hombre la misma profesión de conductor de carruajes que el padre de Petrolo y tal vez pudiera tratarse de un familiar de aquél.
 
Ese mismo año de 1887 y por mor de su profesión flamenca, se inscribió nuestro cantaor como residente en Linares donde actuaba en alguno de los varios cafés cantantes con que contaba la ciudad minera, como el del Fomento de la calle Carnecería, La Amistad sito en la de Sixto Cámara, El Industrial –también llamado de Marín- en calle los Castillos o El Minero de la Plaza de San Francisco. A tal efecto, y consignando de nuevo su profesión de “Artista”, aparece empadronado en la casa de vecinos del n.º 11 de la calle del Agua, en el distrito de Tetuán. Por entonces llevaba un mes domiciliado en la ciudad minera y vivía en compañía de Dolores Arteagas Medina, soltera de 20 años y natural de Jaén, con quien, a la postre y como veremos, contraería matrimonio.
 
Padrón de Habitantes de la ciudad de Linares; año 1887.
Distrito de Tetuán, calle del Agua n.º 11.
 
En el mismo inmueble también estaban avecindados otra serie de artistas flamencos con los que sin duda El Petrolo alternó en los cafés cantantes linarenses.
Así, se observa que aparece Ángeles Luque Urbano, de Montilla. Esta posible cantaora reza que llevaba residiendo dos años en la ciudad y que contaba entonces los 21 de edad, si bien en realidad tenía 25, pues a través del documento por fortuna hallado de su fe de bautismo consta que había nacido el jueves 16 de octubre de 1862 en dicha localidad cordobesa.[13]

Al igual que Petrolo, y como ya vimos, llevaban un mes de residencia las hermanas bailaoras y cantaoras jerezanas Manuela (en realidad Juana de Jesús), Antonia y Jerónima Loreto Seda ʻLa Jeromaʼ (1870-ca.1953) (madre de Currito). Con un año de residencia también aparecen las hermanas bailaoras sevillanas Esperanza y Rosario de los Reyes, al igual que la sin par cantaora malagueña Trinidad Navarro Carrillo ‘La Trini’ (1867-ca.1932), quien reside junto a María Arenas Peña, su abuela materna adoptiva.
Por último aparecen los gaditanos Pedro Roldán Delgado más conocido por ‘Perico el de las Viejas Ricas’ (1869-1919) y el también guitarrista y comparsista Manuel Baro García –nacido en 1861-, quien vivía con María Rosado Velásquez y el hijo de ambos, Francisco.
Linares. Vista parcial desde la calle Isaac Peral (Las Moredillas). Año 1915.
(Archivo Moremartine).

De Linares es posible que actuara en La Carolina con pequeñas incursiones por algunas localidades de la provincia para terminar asentándose definitivamente en la capital del Santo Reino. Pocas noticias más encontramos de El Petrolo relacionadas con el flamenco aunque tales debieron circunscribirse a partir de entonces a actuaciones locales y provinciales en las tierras de Jaén.
 
No obstante, en la última década del siglo XIX, se produce la muerte de sus padres en Sanlúcar de Barrameda, con menos de tres años de diferencia. Los certificados de defunción de ambos, encontrados en el Registro Civil de la ciudad por Servando Repetto, quien amablemente nos los ha facilitado, exponen nuevos datos sobre ellos y retrasan sus fechas de nacimiento siete años. Así, por la hoja n.º 285, sabemos que el padre del cantaor, Felipe Fernández Barrios, falleció el viernes 24 de abril de 1891 a los “ochenta y seis años” en su domicilio de la calle Trasbolsa n.º 7, a causa de una “Congestión”. Ejercía por entonces el oficio de “carpintero” con taller en la calle San Francisco n.º 39, y se anota que era natural del pueblo madrileño de “Aranjuez”. De otro lado, según hoja n.º 72, su madre, Petrola Rivero Pinto “viuda”, murió el miércoles 7 de febrero de 1894 a los “sesenta y ocho años” de una “afección orgánica de corazón”; vivía entonces en otro domicilio distinto al anterior y situado en la calle Hospital. 
Vista general de Sanlúcar de Barrameda desde la torre del Castillo de Santiago.
(Fotografía de J. Laurent, hacia 1879).
 
Siguiendo con la cronología de guajiras flamencas cantadas diremos que, por ese tiempo -1893- se cita a la sevillana Gloria Ponce de León, cuyas cualidades para el cante expone un testigo que la escuchó en el balneario de la playa de la Costilla en Rota, a instancias del que fuera a la sazón fiscal municipal de aquella localidad, don Isidoro Ruiz Mateos. Así lo expresó un corresponsal jerezano:

A su genial entrometido y propio para estos casos, debo el haber concurrido á una de las más belicosas veladas que pueden imaginarse, y saboreado la satisfacción de escuchar unas ‘guajiras’, cantadas por Gloria Ponce con acento tan meloso, tan sentimental y tan divino, que me parecía estar asistiendo á una fiesta mágica en los cañaverales cubanos, y aspirar el embelesador cántico de sirena de la más amorosa de las criollitas de aquel edénico país. (...).”.[14]
 
También a finales de la primavera de 1894 las llevaba en su repertorio cierto cantaor –distinto al popular Manuel Reina aunque homónimo por su nombre artístico- cantándolas en los recitales que ofreció en la ciudad de Burgos, en un café cantante ubicado en la Plaza de Amós Salvador:

En página 3 del n.º 993 del “Diario de Burgos; de avisos y noticias”;
Lunes 11 de junio de 1894.
 
Adelantamos que este José Hidalgo (ca.1867-1894), fue un cantaor sevillano así nombrado como otro émulo más del insigne aloreño Juan de los Reyes Osuna ‘El Canario’ (1857-1885). Continuando con su gira por el norte de España es muy posible que falleciera apenas dos meses y medio después del anunciado recital, en la localidad cántabra de Laredo, sin que se sepan las causas de su muerte. Era al parecer autor de sus propias coplas y guitarrista para sus cantes. El anuncio lo consigna además como difusor de las singulares soleares del jerezano Mateo de Las Heras Carrasco Vargas (1839-1887).
 
Iniciado el año 1895 se sabe que el famoso cantaor sevillano Antonio Revuelta Jiménez (1853-ca.1932) había registrado guajiras. Así lo reseñó el diario madrileño “El Liberal” a mediados de febrero:

‘Entre Bastidores’. (...).
Con varias escenas de la graciosísima comedia ‘Zaragüeta’, recitadas por los notables actores de Lara, señora Valverde, Sr. Rubio y Sr. Santiago, ha enriquecido su programa el fonógrafo de la calle de la Montera, número 10.
Además de este número, digno de oírse, figuran en las audiciones otros tan interesantes como las guajiras cantadas por el afamado Revuelta (...).”.[15]
 
En la primavera de ese año el referido artista formaba parte de una compañía que actuaba en Segovia:

Ha comenzado á actuar en el Teatro Principal de esta población una nueva compañía de verso, de la que forman parte las Sras. Bajatierra, García Muz, Feijó y Molins, y los actores D. Donato Mosteyrín, D. Manuel Rodríguez y D. Carlos Montero, algunos pertenecientes á las Compañías dramáticas de las Sras. Tubau y Guerrero.
También acompaña á estos artistas el conocido cantaor de malagueñas y guajiras Sr. Revuelta.”.[16]
 
Otro de los grandes cantaores por guajiras fue sin duda Antonio Ortega Escalona ʻJuan Brevaʼ (1844-1918), quien durante ese tiempo las prodigó. De su actuación el 13 de julio de 1895 en la ciudad de Badajoz, junto al cordobés Juan Zurita y el bailaor sevillano Antonio de la Rosa ʻPichiriʼ, apuntó la prensa local:
 
Juan Breva, el famoso ‘cantaor’ andaluz que durante muchos años hizo las delicias de la gente flamenca de Sevilla, nos dio anoche, acompañado por el ‘Pichilí’ (bonito mote) y el célebre ‘tocaor’ Juan Zurita, una agradable sesión de cante jondo, en el patio del Casino. (...).
Agradó mucho á la concurrencia el estilo de Juan Breva, que canta con sentido acento las guajiras y malagueñas y el contraste que hizo ‘Pichilí’ (me ha hecho gracia el motecillo) cantando y bailando tangos sumamente graciosos. (...).”.[17]
 
Juan Breva.
 
Del aludido Antonio Revuelta habremos de decir que fue el encargado de interpretar los cantes flamencos contenidos en la obra teatral “Familia y patria” original de Isidoro Martínez Sanz. La obra, que ensalzaba los valores patrios frente la aspiración independentista de Cuba, fue estrenada en el madrileño Teatro de Novedades de la Plaza de la Cebada el sábado 7 de marzo de 1896. Coincidente en el tiempo de la última y definitiva contienda en la Isla tuvo gran éxito y se interpretó por largo tiempo. La prensa local a las dos semanas de su estreno, comentó:
 
-La obra ‘Familia y patria’ sigue atrayendo gran concurrencia al popular teatro de Novedades. Ayer domingo, en las dos funciones se vio el teatro completamente lleno, obligando el público a presentarse en escena al autor al final de todos los actos.
La célebre pareja de baile Prada-Medina tuvo que repetir siete veces las sevillanas, y Antonio Revuelta se vió obligado á cantar infinidad de malagueñas y guajiras entre los aplausos y el entusiasmo de los espectadores.
El miércoles volverá á ponerse por tarde y noche en escena ‘Familia y patria’.”.[18]
Estas fueron las coplas que Revuelta cantaba en el segundo acto de las representaciones de dicha obra:

Martínez Sanz, Isidoro: “Familia y patria. Episodio dramático 
en tres actos y cinco cuadros, en verso original de...”; 
Primera edición. Impr. Cedaceros, 4. Madrid, 1896; página 61 y 62.
 
 
Nuevas guajiras de la Guerra de Cuba
 
De este tiempo de desarrollo de la Guerra de Independencia Cubana (1895-1898) traemos otras narraciones que inciden en el trasiego de décimas cantadas por guajiras. Así, en una carta titulada “El Guateque”, escrita en plena contienda desde Pinar del Río el 30 abril de 1896 por el soldado andaluz José Muñoz de Quevedo cita guajiras que escuchó:
...Llegamos al ‘bohío’. La fatídica marca del paso de los insurrectos, la desolación por el incendio, ennegrecía el terreno, haciéndolo resaltar la blanquecina forma de la rústica casita. Nuestra sorpresa no tuvo límites cuando al estar ya muy cerca, percibió el oído la nota estridente y monótona del ‘yuairo’, de los negros, confundida con la melodía dulcísima de la guitarra andaluza y el cante marcial y melancólico de la guajira. Titubeamos al entrar... ¿Serían insurrectos?... ¿Pero cómo en aquel sitio, tan cerca de nuestro puesto militar?... El deseo de descanso se impuso y penetramos decididos. Si eran enemigos jugaríamos la vida otra vez.
Era la casa de una familia, que con varios soldados de mi batallón y colonos celebraba la feliz noticia de que el hijo desaparecido tiempo hacía, no estaba en la insurrección, si no en Veracruz trabajando en su oficio... En cuanto mi acompañante y yo entramos, todos nos pidieron albricias, nos obsequiaron y, á instancias nuestras, continuó la fiesta.
Yo me senté... en el suelo. Duro era el asiento; pero allí me hubiera quedado de buena gana muchos días seguidos. Tenía junto á mí á ‘una’ Juana, cuarterona que no contaría los diez y ocho años, y conversaba conmigo tan complacida (...), con el meloso acento con que se me preguntaba si estaba enfermo, si quería comer; electrizado por la presión de una manita que buscaba la mía, cariñosa, la estrechaba buscando la revelación de la fiebre para remediarla, me abandoné á mi cansancio y me quedé dormido, escuchando el varonil acento que cantaba:
 
«Yo soy el indio más bravo;
vengo de Batabanó.» (...)”.[19]
 
Cuba. Febrero de 1895. Bohío típico de cubano durante la contienda.
(Fotografía Diario “ABC”).
 
También otra carta de un soldado jienense de Mancha Real, que firma como ʻCanutoʼ, publicada por un diario de dicha localidad el lunes 10 de mayo de 1897, añade a su historia nuevas coplas:
 
Carta Abierta.-
Mi querido primo Colás: Sin duda por las muchas vueltas y revueltas que damos por estas enmarañadas Maniguas, faltos de rumbo, por que estos separatistas que Dios confunda, tampoco tienen otro que el de la acechanza para asesinarnos, clavar las uñas donde encuentran que robar y huir desesperada y cobardemente cuando los encontramos en campo raso; no he recibido carta tuya ni tampoco de Celedonia, hace seis meses. ¿Se habrá vuelto separatista? Yo no he podido escribir antes por falta de tiempo y por no estar en poblado.
Hoy aprovecho la llegada al de la fecha, para hacerlo, antes de atender a las muchas eregías que pregona la libertad de enseñanza de nuestros curtidos cuerpos, por arriba, por abajo, por delante y por detrás, y tomar algún alimento caliente que entone los estragados estómagos por las frutas silvestres y palmiche, que a falta de pan-demonium reñido con esta gran Necrópolis de españoles á quien los tan arteros como traidores hijos de este suelo llaman patones, como puedes deducir de la siguiente guaracha que nos afeita en seco.
 
Anda patón mal ʻnacíoʼ
¿quién fué á tu tierra á buscarte?
¿fué algún cubano á llamarte,
para que hubieses ʻveníoʼ?
Vosotros os ʻpresentastisʼ
sin camisa y sin calzones,
con los grandes zapatones
y un bejuco en cada mano,
y por eso los cubanos
no quieren á los patones.
 
En la guajira copiada tienes, querido primo, sintetizada la ingratitud, de los que (...). Son tan falaces y pérfidos como los moros, por que cara á cara nos demuestran hasta cariño, pero en medio de mimosas palabras, nos sacan multiplicadamente el valor de los artículos de primera necesidad que les compramos (...).
De lo expuesto deducirás que los millones que cuesta a España esta guerra, salvo algunos que volverán allá, en los bolsillos de uno que otro caballero de industria, se quedarán en las arcas de estos Matatías, que le dan quince y raya á nuestro ministro de Hacienda de las seis erres, para resolver los problemas financieros. (...).
Con respecto a mujeres de ésta, puede decirse sin temor de equivocarse, que son las más flojas del Universo, con mucha pulcritud exterior en el traje, abundante almidón y mucho de... ¡con una falda de percal planchá... etc;! mas si nos atrevemos, ¡¡El Señor nos libre!! á penetrar en el orden ó desorden interno, nos saca de duda la siguiente guaracha escrita por español neto.
 
Mamita vengo del baile
toda llena de ʻtelnuraʼ.
¡Jesús que picores traigo
que me pica la cintura!
El vestido me lo quito
lo ʻguindoʼ y lo pongo al Sol,
ʻa velʼ si con el ʻcalolʼ
se marchan estos bichitos.
¡Demonios de animalitos!
¡¡Cuanto pican, santo Dios!! (...)..”.[20]
 
Décima origen más mordaz que otra versión que El Niño de Cabra recuperara y grabara en 1929 acompañado de Manolo de Badajoz para una novedosa guajira, aunque incompleta de versos  (Odeón 182.916), la cual registró de forma mucho más mecida y dulzona José Tejada Martín ʻNiño de Marchenaʼ (1903-1976) con Ramón Montoya para la casa Gramófono incluyéndola en sendas tandas de ese año (Ref.: AE-2.863) y en el de 1932 (Ref.: AE-4.145), si bien la segunda versión se aparta ostensiblemente del modo primitivo para constituir un estilo nuevo. La sevillana Rosario Núñez Sánchez ʻLa Andalucitaʼ (1906-1975) grabó la décima con Miguelito Borrull en 1930 (Gramófono AE-3.291), si bien no sigue la línea melódica anterior sino que se ajusta al patrón musical popularizado por Escacena. Estas son las variantes de la copla en ambos registros:
 El Niño de Cabra                                 Niño de Marchena
 
Mare del guateque vengo                 Mare del guateque vengo
toíto lleno de ternura                          to llenito de ternura
¡mare qué de pulgas traigo!                pero ¡qué de cosas que traigo!
y que me pica la sintura.                    que me pica (lastima) la cintura.
La camisita que traigo                         La camisita que tengo
me la quito y la pongo al sol               la saco y la pongo al sol
por ver si estos animalitos                  por ver si con la caló
se acaban con la caló                         se marchan estos bichitos
¡Ay mi bien!”.                                      ¡Qué dolor de animalitos
         que pican y dan escozor”.
 
Del repertorio de El Niño de Cabra era otra guajira a cuya melodía hacíamos referencia al hablar del estilo que grabó Rafael El Moreno y en la cual volcó el egabrense toda su personalidad cantaora grabándola varias veces: en 1906 con la guitarra de Enrique López (Zonophone X-52.161), en 1914 con Ramón Montoya (Gramófono 262.182) y en 1929 con Manolo de Badajoz (Odeón 183.050). El investigador, folklorista y musicólogo navarro Arcadio de Larrea Palacín (1907-1985), al analizar la obra del cantaor, aborda el estilo asociado a la letra más común de tal guajira:

Cante hoy casi olvidado fue popularísimo en España durante la guerra de Cuba y constituyó la canción de los soldaditos y de los repatriados. Rica en las formas, dentro del molde común, sus coplas, de auténtica inspiración popular, con frecuencia se refieren a lances guerreros. Cayetano cantaba la que dice: 
 
En una noche serena
se oía un leve quejío
de un pobre soldao herío
bañao en sangre y arena.
Por ir las camillas llenas
no lo asiste la Cruz Roja,
y, al ver que su sangre arroja,
el bravo soldado advierte
que se le acerca la muerte
sin haber quien lo recoja. (...).”.[21]
 
Escuchamos la aludida primera versión de esta guajira del año 1906:

 
Otros estilistas en guajiras contemporáneos de Petrolo
 
Centrándonos en la guajira en su vertiente flamenca y cantada trataremos de seguir el recorrido cronológico iniciado y su dispersión geográfica en base a aquellos artistas que la solían llevar en su repertorio, tratando con ello de ver su peso entre el resto de cantes y la aceptación del palo en seguimiento paralelo al rango vital de nuestro protagonista.
Ya vimos como Manuel Reina ʻCanario Chicoʼ (1871-1901), cantaor gaditano de Villamartín, prodigó su propio estilo entre el repertorio que presentó en el Café de la Mariana de Granada, la noche de su presentación, sábado 12 de septiembre de 1896, según anunció la prensa local:
 
El referido concertista variará el espectáculo con una bonita composición de ‘Guajiras nuevas’, letra y música del mismo, acompañadas por dicho señor. 4.º El tango ‘¿De Maceo qué?’ (...).”.
 
Estilo que exhibió a lo largo de ese mes y por el que destacó en su actuación del jueves 24, esta vez en el Teatro Isabel la Católica:
 
El «Canario,» que ya hemos dicho posee una extensa y potente voz, fue muy aplaudido toda la noche, sobre todo después de cantar malagueñas y «guajiras» en las que se puede afirmar es verdaderamente un maestro en su difícil canto.”.[22] 
En esa ocasión estuvo acompañado de Paco el del Gas, que también cultivó el palo, y así lo demostró en el beneficio a Rafael Gálvez celebrado en el mismo coliseo granadino el jueves 8 de octubre de 1896, pues según el programa del diario “El Popular”, se ofertaron, entre otros cantes:

1.º Malagueñas, por Paquillo el del Gas, Manuel Rosales, Miguel Cuellar y Villanueva, acompañados por los aficionados á la guitarra José de la Rosa y Francisco Rus.
2.º Guajiras, por Paco el del Gas.”.[23]
 
El Canario Chico con el bastón en la mano, Francisco Rus, tocaor y Paco el del Gas
en el tiempo de sus actuaciones en Granada en 1896.
(Fotografía de la revista “Granada Gráfica”, noviembre de 1928).
 
Cante que volvió a interpretar en el beneficio a Juan Crespo en el mismo teatro el domingo 29 de noviembre de ese año. Por su parte, meses después, se sabe que El Canario Chico divulgaba su estilo por los teatros y cafés de Almería, Málaga y Córdoba. Ya en el Teatro Máiquez de Cartagena en diciembre de 1898, cantaría además sus décimas propias, según se anunciaba esos días:

«Guajiras nuevas» letra del señor Reina, colección de «Aires Andaluces».”.
 
Año y medio después este cantaor grabaría su personal estilo en cilindros de cera para la casa valenciana de Hércules Hermanos con el guitarrista Pascual Aguilar ʻEl Chatoʼ. El periodista, poeta y guitarrista bujalanceño Antonio Arévalo García (1876-1948), en su discurso de recepción en la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, que leyó bajo el título “Algo sobre la Copla Andaluza”, el sábado 22 de mayo de 1943, afirmaba en relación a este tema:

Otro estilo, que pudiéramos llamar ‘adjunto’, son las Guajiras. Ya saben ustedes que las guajiras proceden de Cuba y que sus coplas, huelen a buen tabaco y saben a azúcar de pilón y a café de caracolillo ¡Ay! Son décimas o espinelas. (...). El ‘Canario Chico’, un cantaor que conocimos y acompañamos con la guitarra, cantaba siempre esta letra:
 
Es del artista la vía
un puro padecimiento,
más la pasamos ‘contento’
y al parecer divertía.
La pasamos distraía
porque vivimos cantando
y muchos ignoran cuando
la desdicha nuestra es tanta,
que a veces la boca canta
y está el corazón llorando. (...).”.
 
Otro de los antiguos cultivadores de este cante fue el malagueño Juan Toledo ʻEl Caribeʼ, quien las cantó en la reapertura del antiguo Café América de Santander el sábado 19 de diciembre de 1896. Este establecimiento estuvo ubicado en la confluencia de las calles Cuesta del Hospital, n.º 3, y Cuesta, y en el elenco se encontraba una joven Juana La Macarrona y su primo hermano Antonio Macarroncito, que oficiaba de tocaor junto al guitarrista madrileño Manuel Herranz. Así lo anunció el periódico local “El Cantábrico” el mismo día:
 
En página 2 del n.º 596 de “El Cantábrico. Diario de la mañana” de Santander;
Sábado 19 de diciembre de 1896.
 
Por estos años, en pleno verano de 1897 también se habla de “las ‘guajiras’ de Chilares el matón” muy populares en tierras de Murcia, tiempo en que el cantaor almeriense, de nombre Juan Abad Díaz (1859-1891), gran valedor de los cantes mineros y al que se le atribuye al menos una cartagenera, cultivara también guajiras pues la tradición de estos cantes en el levante almeriense siempre estuvo muy arraigada, ya en Turre, Garrucha, Cantoria, Mojácar, Vera, Carboneras, e incluso en la misma capital.
 
Otro cantaor jerezano que cultivó la guajira fue Manuel Fernández Sánchez ʻGarrido de Jerezʼ (1868-1920) de quien sabemos que las cantaba en noviembre de ese mismo año en la ciudad de Granada. También hay que citar a Sebastián Muñoz Fernández ʻGayarre Chicoʼ que en mayo de 1898 hacía lo propio en la capital riojana. En el mismo Logroño, finalizando ese año, desde el 4 al 25 de noviembre se anuncia a la versátil malagueña Antonia La Manchá a la que en los cantes flamencos acompañaba el tocaor granadino Andresillo El Gitano:
 
En página 2 de los ns.º 3.314 al 3.332 de “La Rioja. Diario imparcial de la mañana”;
ediciones del sábado 4 al sábado 25 de noviembre de 1899.
 
Para el año 1899, por el catálogo Fonográfico de Hijos de Blas Cuesta, cuyo gabinete estaba ubicado en la droguería de San Antonio de Valencia, entre su sección de cilindros de “Cantos Flamencos” donde oficialmente acompañaba “Miguel Borrull, (El Valenciano)”, se anunciaba:
 
Por Dolores La Gaditana acompañadas por el mismo guitarrista.
9 Pesetas Fonograma.
Guajiras, Tango, Seguidillas y otras.”.
 
Igualmente, en la ciudad del Turia, Gayarre Chico haría lo propio registrando guajiras con el tocaor malagueño Enrique Rodríguez ʻEl Negreteʼ (ca.1861-1932) aunque para la Casa Pallás y Compañía.
Finalizando ese año las guajiras fueron también aplaudidas en el Liceo de Zamora merced al cantaor Martín del Río, integrante de un elenco en el que figuraban la también cantaora Rosa González, la bailaora sevillana Antonia Losada ʻLa Pastoraʼ y el cantaor y tocaor José Fuentes. La prensa local lo elogió así:
 
El señor Martín en su cante de ‘guajiras’ y ‘tangos’, gustó mucho y fue muy aplaudido. (...).”.[24]
 
Posteriormente, desde el domingo 17 de marzo de 1900, este mismo elenco, con similar repertorio, actuará en tierras gallegas, concretamente en el Teatro Romea de El Ferrol. Del Río también fue tocaor y como tal ofició acompañando el cante del sevillano Antonio Pozo ʻEl Mochueloʼ, en una gira por Palencia en el verano de 1925.
 
El Mochuelo.
(Fotografía Peña Juan Breva de Málaga).
 
También vimos como el cordobés José Barea ʻEl Bereaʼ grabó guajiras en las postrimerías del siglo XIX, al igual que Julia Rubio para la Casa Hércules Hermanos de Valencia. De otro lado, Antonio Pozo Rodríguez ʻEl Mochueloʼ (1871-1937), como no podía ser menos, grabó por este tiempo y a lo largo de su dilatada trayectoria artística un ramillete de estilos de guajiras amplio y variado, desde que, hacia 1897, las impresionara con las guitarras de Joaquín Rodríguez ʻEl Hijo del Ciegoʼ y El Cani.[25] El propio cantaor, ya retirado, comentó en una entrevista concedida en Madrid al periodista y escritor local César González Ruano (1903-1965) en el colmao “Los Gabrieles” de la calle Echegaray:
 
-Malagueñas, guajiras, farrucas... Mi especialidad, para el público burgués, aunque el intelectual, había que ver cómo apreciaba el viejo «cante jondo», la «seguidiya», los polos, las cañas, los martinetes, las tonás y las livianas, soleares...”.[26]
 
Paca Aguilera también grabó guajiras en 1900 en cilindro acompañado de Miguel López [Posteriormente las registraría en 1907 con Ángel de Baeza (Zonophon X-53081) y con Román García en 1910 (Zonophone 653.048) y 1912 (Odeón 41.226)].
 
Iniciado el siglo XX hay que recordar las “Guajiras nuevas” que exponía en su repertorio el cantaor granadino Joaquín Salguero Herrera ʻEl Ruiseñorʼ, del que vimos cómo las divulgó por Alicante y Murcia, además de Badajoz, Cáceres, Almería, Córdoba y Granada. La capital alicantina fue de los primeros lugares en aparecer anunciado:
En página 3 del n.º 5.412 en “La Correspondencia de Alicante. Diario de noticias. 
Eco imparcial de la opinión y de la prensa”; viernes 10 de mayo de 1901.
 
También el nuevo siglo nos revela otro estilista que las interpretó en la capital pacense el sábado 24 de agosto de 1901 acompañado por el cordobés Francisco Sabán Rojas ʻPaco de Lucena Chicoʼ:

Los afamados concertistas del género andaluz ‘Niño de la Jara’ y Paco de Lucena II, darán mañana sábado un concierto en el café Suizo, con objeto de que las señoras y señoritas que lo deseen, puedan oírlos.
‘Niño de la Jara’ cantará malagueñas, guajiras, tangos, soleares, granadinas, farrucas y demás canciones populares andaluzas, acompañado á la guitarra por Paco de Lucena. El concierto empezará á las diez de la noche.”.[27]
 
Como queda dicho, en muchas zonas de Almería, también se cantaban guajiras, y prueba de ello es este anuncio de una velada en la capital que tendría lugar el 16 de agosto de 1902, donde aparece un cantaor almeriense, gran artífice de cartageneras erróneamente tenido por murciano, Paco El Herrero, aunque el estilista de guajiras sea en este caso un cantaor local del pueblo de Gérgal:

Concierto andaluz.
El domingo próximo se efectuará en el teatro Variedades una velada flamenca, en la que cantará el conocido artista Francisco Gómez Cortés, conocido por «Paco el Herrero».
Acompañará á dicho cantante el también conocido José el Gergaleño que cantará un buen repertorio de guajiras.
Como tocadores actuarán Manuel García (a) el Africano y Cristóbal Bunet (a) el Sombrerero. (...).”.[28]
 
También para el 2 de mayo de 1903 se anuncia otro nuevo especialista, Silverio Chico, que comparece ante el público de la Tacita de Plata, según anunció el “Diario de Cádiz”, la víspera:
 
El próximo domingo se dará en el Circo-Teatro Gaditano una función de variedades, en la que tomarán parte la popular comparsa ‘Los Gaiteros’ en unión de la chistosa chirigota ‘La muñeira’, las que cantarán en competencia.
También forma parte del cartel el cantador flamenco muy celebrado en tangos, guajiras y malagueñas, Ángel Pérez ‘El Silverio’, que se presenta por primera vez en Cádiz, y un sexteto de bandurrias y guitarras de conocidos profesores.”.
 
En el año 1906 El Niño de Cabra impresionó sendas tandas de guajiras de un modo muy personal acompañado de Enrique López para la casa Zonophone (X-52.161, y X-52.163) [Casi cinco lustros después lo haría con Manolo de Badajoz en 1930 (Odeón 182.916)].
Hubo por ese tiempo otro cantaor que destacó igualmente en el palo entre los flamencos y que por entonces frecuentaban el colmao de “La Bombilla” de la Puerta de Gallegos en su salida al Paseo de la Victoria de Córdoba a quien reivindicó Ricardo Molina del siguiente modo: “En cuanto al “Grillo”, su arte culminó en las “guajiras”...”.
También Manuel Escacena registró sus guajiras prontamente ese mismo año con Román García (Zonophone X-52.005) y en 1908 (Zonophone X-52.281) [Más tarde, en 1914, lo haría en otras tantas ocasiones con Pepito Cilera (Odeón 13.293 y 13.298) y la última en 1928 con Miguel Borrull (Gramófono AE-2.038)].
 
Telesforo del Campo
(Fotografía en página 13 del n.º 83 de la revista “Eco Artístico
de Madrid, 5 de marzo de 1912).
 
Por su parte la valenciana Encarnación Santisteban Elamade ʻLa Rubiaʼ registró guajiras en 1907 para Zonophone. Solían acompañarla los mismos guitarristas que lo hacían con su maestro Antonio El Mochuelo. [El mayor número de registros de este palo lo realizó en 1911 para Homophon y 1912 para Odeón, y otras tantas para la casa Dacapo]. Por ese mismo año de 1907 las grabaría el cantaor, madrileño de San Sebastián de los Reyes, Telesforo del Campo Gamarra (1879-1940) acompañándose él mismo a la guitarra (Víctor 72.467-B).
 
A partir de aquí podemos decir que, a pesar de que la guajiras se sigue cantando a nivel popular, los profesionales la van estilando un poco menos, tendencia que aumentará paulatinamente. No obstante, de vez en vez aparece un nuevo especialista. Así finalizando el mes de mayo de 1908, en la capital malagueña se anuncia para su contratación el cantaor perote Tomás Morilla del siguiente modo a través del diario “El Popular”: 
En página 3 del n.º 1.650 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga;
Jueves 21 de mayo de 1908.
 
En ese mismo año de 1908 registró guajiras el también aloreño Sebastián Muñoz Beigveder ʻEl Penaʼ (1876-1956) con la guitarra de Joaquín Rodríguez también para la casa Zonophone. Pastora Imperio las cultivó con éxito cuando a finales de agosto de ese año, concretamente el miércoles 27, las interpretó en obsequio al público de La Habana: 
Actualidades.
Buen recibimiento le hizo anoche el público á la Pastora Imperio. La gentil bailarina viene de provincias más herniosa, más gruesa y con nuevos cantares. Entre estos merece notarse una colección de “guajiras” –sin jipi, ni pañuelito al cuello- que cantó con la gracia de una cubanita, teniendo que repetirlas varias veces.
Pastora Imperio recibió en sus “puntos cubanos” y zapateo el aplauso más caluroso que ha alcanzado en “Actualidades”; hasta el propio Azcue, con aquellas manazas, batió palmas en honor de la joven y bella coupletista. (...).”.[29]
 
La bailaora Lola La Flamenca, pareja durante muchos años de Francisco Mendoza ʻFaícoʼ, también grabó “Guajiras” entre la serie de cilindros de fonógrafo que impresionó en el estudio de Edison, los cuales fueron comercializados en 1909. Ya en pleno verano de 1910, una homónima de la anterior, también cantaora y bailaora, María Fernández ʻLa Flamencaʼ las interpretaba, a mediados de julio en la ciudad de Granada, según recoge el diario local “El Clamor” la oferta de un conocido colmao situado en el Campillo Alto n.º 28, cuando era a la sazón su empresario Rafael Cuéllar Rivero: 
En página 2 del n.º 15 de el diario “El Clamor” de Granada;
Viernes 15 de julio de 1910.
 
Como sabemos en ese año de 1910, acompañados de Ramón Montoya y para la casa Zonophone también grabaron guajiras Juan Breva (Ref: 552.142), El Niño de la Isla (Ref: 552.154) y El Niño Medina (Ref. 552.163), e igualmente El Garrido de Jerez con Marcial de Lara (Gramófono AG-31, 652.009). El Niño de Cabra precisamente acompañado de este último guitarrista, las interpretaría el sábado 7 de octubre de 1911 en un conocido salón de la Ciudad Condal situado en la calle Ginjol n.º 3 esquina a la Plaza del Teatro:
 
La Buena Sombra.- Con gran aplauso ha debutado el famoso cantador andaluz ‘Niño de Cabra’. Su canto es el clásico, puro y sin mezcla de modernismos que lo mixtifiquen; de ahí que las malagueñas, soleares y guajiras sean su especialidad. Canta al son de guitarra, pulsada por el notable maestro señor Lara. Este número y el trabajo de la cupletista Garci-Nuño son dos platos, como si dijéramos.”.[30]
El Niño de Cabra.
 
No obstante, como él mismo reconocería años más tarde, en ese recital, o quizá en otro ofrecido esos mismos días en el Teatro Dorado, sufrió cierto percance por lo que a partir de entonces no se prodigaría mucho por guajiras en público. Ello se desprende de cierto pasaje de la entrevista que Cayetano Muriel concedió al periodista Galerín en la Venta Eritaña para la publicación “Sevilla en broma” del año 1923, en que se deduce la fuerza que antaño se imprimía a estos cantes:

-¿Usted qué canta?
-De tó. Pero al que sepa escuchá. (...).
-¿Le han querido contratar par los teatros y salones?
–Sí, señor; pa un teatro; pero yo le temo al público un disparate. Me ajogué una vez en Barcelona, cantando guajiras, y desde entonces no canto más que en reuniones. Yo le eché la culpa de aquello al guitarrero; pero fui yo. ¡Qué mieo pasé! Va pa trece años...”.
 
Otra jerezana que cultivaba guajiras fue Adela López y en la primavera de 1912 las interpretaba en la ciudad de Cartagena acompañada de Marcial de Lara, según señalaba ʻCurro Farolesʼ corresponsal de la revista madrileña Eco Artístico”:

Cartagena
Pabellón del Brillante.- (...).
Hicieron su aparición la notable cantadora de flamenco y aires regionales ‘Adela López’, y el notabilísimo maestro de guitarra ‘Marcial de Lara’.
El trabajo de estos artistas es, á juzgar por amateurs de este género, de lo mejor que hoy existe, pues en honor á la verdad, ella posee facultades de voz extraordinarias para cantar con exquisito gusto y verdadero estilo marianas, tarantas, garrotines, guajiras y cartageneras (...).”.[31]
 
En página 5 del n.º 90 de la revista especializada “Eco Artístico” de Madrid;
Miércoles 15 de mayo de 1912.
 
En 1912 también grabaría sus guajiras Luis López Benítez ʻEl Niño de las Marianasʼ (1889-1963) con Ramón Montoya (Gramophon 3-62.260), y ese año, por primavera, aparecía por vez primera anunciado el cantaor Manuel Escacena García (1885-1928) como especialista en el estilo junto a sus celebradas tarantas. Él mismo las cantaría en octubre en la ciudad de los Cármenes y en noviembre haría lo propio el malagueño José Muñoz Martín ʻPena Hijoʼ (1900-1969) en la ciudad de Melilla:
 
Granada.
‘Alhambra’.- El notable cantador de flamenco, sin rival en guajiras y tarantas, ‘Manuel Escacena’ ha debutado, obteniendo un éxito ruidosísimo.
Solicitado por el público, hasta ahora no ha podido venir ‘Escacena’ á Granada por impedírselo sus muchos compromisos con las Empresas. (...).”.[32]
 
El «Pena».
Este afamado cantador flamenco, que actúa en el café Universal, fué anoche muy aplaudido por el numeroso público que ocupaba el local, viéndose precisado á repetir unas preciosas «guajiras».”.[33]
 
Iniciado el año 1913 se presenta un nuevo estilista en el emblemático café cantante del Pasaje de Álvarez, en Málaga:
 
Debut.
El célebre cantador por malagueñas, tangos y guajiras Rafael Cruces (a) «Nino de Cañete», debutará esta noche en el café de Chinitas.”.[34]
 
En Sevilla las cantó el jerezano José Manuel Rodríguez de la Rosa ʻNiño Medinaʼ (1888-1939) a mediados de abril: 

En Eslava.
Organizada por la sociedad artística «Benavente» se celebró ayer tarde en el teatro de Eslava una función, a la que asistió numerosa concurrencia. (...).
En los intermedios el celebrado cantador conocido por el «Niño Medina» cantó varias malagueñas y guajiras y las notables artistas Hermanas Infantes completaron el programa cantando con sumo gusto graciosos «couplets».
Unos y otros fueron aplaudidísimos.”.[35]
 
El Niño Medina.
(Fotografía de un catálogo discográfico de 1912).
 
El mismo Niño Medina en una charla mantenida con Ramón Liébana Checa en Almería unos meses más tarde, finalizando ese año de 1913, aclaraba a preguntas del entrevistador:
 
¿Cuáles son tus canciones más predilectas?
-‘Las Malagueñas’, toda vez que como antes te he dicho soy entusiasta del señor Chacón y este es el único que las canta admirablemente: de él he copiado parte de sus estilos. También me gustan las ‘Seguidillas’ sintiendo delirios por las ‘Guajiras’, que a fuer de verdad han sido las que mas renombre me han dado elevándome al puesto que ocupo. Las ‘Guajiras’, son mis más predilectas canciones y por consiguiente, sin jactancia de ninguna clase, puedo asegurarte que con ellas pueden competir con Chacón, Manolillo Torres y con todos los mejores cantadores de aires andaluces. (...).”.[36]
 
Tampoco faltaron en el repertorio de la cupletista y cantaora murciana Josefa Emilia Benito Rodríguez ʻLa Satisfechaʼ (1886-1960) quien las prodigó especialmente desde 1913 a 1915. Valgan estas crónicas de sus actuaciones de ese 1913: en agosto en Madrid, y noviembre en Cartagena:

El Paraíso.
Con un lleno completo se verificó anoche el debut de la gentil bailarina internacional señorita Paz Calzado, hija del popular «Padre Benito.». (...).
También debutó la notable cantadora de aires nacionales Emilia Benito, que obtuvo ruidosas ovaciones cantando la jota, malagueñas, soleares, tangos y guajiras. Ambas artistas sostendrán el cartel de El Paraíso durante muchos días. (...)..”.[37]
Teatro Principal.- (...).
Actúa con éxito colosal la cantadora de aires regionales ‘Emilia Benito’. ¿Qué decir en esta crónica que no hayan dicho tantas péñolas desde estas columnas?
Baste saber que el público hace levantar el telón infinidad de veces, bisando jotas, tarantas, malagueñas, guajiras, etc., que integran su extenso repertorio. La Empresa, en vista del éxito obtenido, ha prorrogado su actuación.”.[38]

Emilia Benito hacia 1913.
(Fotografía de Antonio Esplugas, Barcelona).
 
La propia Emilia Benito grabó guajiras a orquesta en 1914 para la casa Gramófono (W-263.323 y W-263.820), al igual que La Torrerrica (Gramófono 263.282). Ese mismo año Juan Ríos ʻEl Canarioʼ, cantaor de Sierra de Yeguas, también las registró con el tocaor Manuel Domínguez en 1914 en cuatro ocasiones para la casa Columbia. Nuevamente la artista unionense las cantó finalizando el verano de 1915 para su presentación en el Salón Pradera de Santander:
 
Teatros y salones.-
‘Pradera’.
Debut de Emilia Benito.
Una demostración de la extraordinaria valía de esta artista lo es una sola cosa: el que estando el salón completamente vacío, supo conseguir que los aplausos resonaran estruendosamente, como en los días en que está abarrotado de público.
¿Qué artista ha logrado esto? ¿Qué cancionista ha llegado á entusiasmar al público como anoche, en la primera sección, le entusiasmó la Emilia Benito? Nadie.
Haciendo una frase taurina, podemos decir que las ovaciones conquistadas por la debutante las consiguió á fuerza de riñones, á fuerza de cantar bien. (...).
Pero donde se nos mostró la Benito como una inimitable cantaora fué en los aires andaluces.
Cantó unas ‘granaínas’, unas ‘malagueñas’, unas ‘guajiras’ y unas ‘cartageneras’ de lo más finamente que hemos oído. Palabra.
Después de ver á esta artista, tengo la completa seguridad de que el Salón ha de llenarse todos los días. Y si no, al tiempo.”.[39]
 
De cantaoras jerezanas habremos de hablar nuevamente de la regional y flamenca Adela López quien canta guajiras con éxito en Cádiz en noviembre de 1915, mientras que Luisa Requejo hacía lo propio en su propia tierra finalizando mayo de 1916:
 
Cádiz. (...).
‘Cine Escudero’.- (...).
‘Adela López’, renombrada cancionista de aires regionales, es tan aplaudida como merece, singularmente en las malagueñas, jotas y guajiras. (...).- ‘El Corresponsal’.”.[40]
 
Gira campestre.
Anteayer tarde la efectuaron a una hacienda próxima a El Portal, las bellas y simpáticas Srtas. Rosa Benítez, Carmela Rodríguez de Medina, Rosario Corrales y la aplaudida cantadora de Flamenco Luisa Requejo, acompañadas de los jóvenes don Juan Luis Rodríguez de Medina, don Estéban Benítez, D. Francisco Caballero y D. Bernardo de la Bárcena y de los Toyos.
Después de merendar en la citada hacienda y escuchar varias ‘Guajiras’, ‘Tarantas’ y ‘Seguidillas’, cantadas con gran gusto por Luisita, regresaron a ésta los excursionistas por la noche muy satisfechos del agradable rato que pasaron.”.[41]
 
Al año siguiente, mediando el mes de marzo de 1917, también interpretó guajiras la cantaora, bailaora y guitarrista sevillana Teresa García Pichardo ʻTeresita Españaʼ que nuevamente se oyeron en la tierra del vino, según contó el gacetillero “Españolito” en el diario “El Guadalete”: 
Teresita España.
(Fotografía de la revista “Eco Artístico” de Madrid, 25 de octubre de 1916).
 
Teatro Principal.
Muy buenas entradas hubo anoche.
Teresita España entusiasmó al respetable con su fino cante flamenco; lo «siente» de verdad y tiene estilo propio, y domina la guitarra como una profesora y sugestiona con sus ojos negros de una fuerza gitana incontrastable. Anoche cantó unas guajiras superiorísimas que arrancaron una ovación estruendosa. ¡Ah! y tuvo un recuerdo para Belmonte, marcándose con el pañolito de espuma unas verónicas brutales como las del fenómeno trianero. Bien le salió la caricatura. (...).”.[42]
 
Ese año de 1917 La Niña de los Peines acompañada de Currito de la Jeroma llevó a la placa de pizarra su único registro de guajiras (Odeón 13.359); también la cantaora regional y flamenca granadina Josefa Gallardo ʻLa Tempranicaʼ las grabó con orquesta (Pathé 2.356), mientras vuelve a prodigarse en estos cantes la jerezana Adela López en la ciudad de Sevilla:
 
-En el bonito y recreativo «Salón Circo Victoria», ha debutado con un éxito inmenso la excelente y sin rival reina de cantos regionales y flamenco, Adela López. Tan simpática y bella artista, ha sido la nota saliente de la temporada de verano. Su extenso repertorio de canciones, son ya del dominio público. Su arte es, indudablemente, pura filigrana. Adela sabe dar a cada cosa lo suyo. Ha confirmado, cuanto en su elogio tan justamente ha dicho la Prensa de Madrid y de Málaga. En Sevilla es la novedad del día. Las ovaciones que escuchó en las canciones la Gabriela, Guajiras, las del «Cojo de Málaga» y otras muchas, fueron estruendosas, teniendo que salir a saludar al público muchas veces, y recibiendo de los socios del Casino y del Círculo de Labradores, dos preciosas canastillas de flores. Tan notable artista ‘no tenía manos’ para devolver los sombreros que le tiraran al escenario. Su debut fue grandioso.
Reciba Adela nuestra más cordial enhorabuena, y le deseamos muchos triunfos tan grandes como los que ha alcanzado en Sevilla.”.[43]
 
Adela López.
(Fotografía revista “Eco Artístico” de Madrid, 25 de agosto de 1912).
 
A partir de 1918 la aparición de la guajira cantada en prensa es casi testimonial, sólo cultivada a nivel popular, aunque el paso del tiempo no impide que su interpretación a guitarra sola se mantenga, así como la frecuencia con que a veces se canta en programas radiados. Las pocas grabaciones contabilizadas a partir de este tiempo serán los registros de Antonio Sánchez Pastor ʻNiño del Genilʼ (1887-1962) acompañado de su hijo Antonio Sánchez Díaz ʻEl Malagueñitoʼ (1907-1959) en 1920 (Gramófono AG-203) y las guajiras llevadas al disco por Teresita España acompañándose ella misma a la guitarra en 1922 (Gramófono AE-635), aunque un año después las impresionara igualmente la cupletista Pepita Llácer a orquesta.
Ya a partir de 1925 la guajira fue paulatinamente dando paso a otras modalidades flamencas de las llamadas ʻamericanasʼ más del gusto del público de la “Ópera Flamenca”, como la milonga y sobre todo la colombiana. No obstante impresionaron guajiras en formato de pizarra artistas como María Ramón ʻNiña de Chiclanaʼ ese año (Pathé A-3.013), Manuel González López ʻGuerritaʼ (1905-1975) en 1927 (Odeón 182.054) y José Tejada Martín ʻNiño de Marchenaʼ (1903-1976) en 1928 (Regal RS-805) y 1929 (Gramófono AE-2.688, y AE-2.863).
 
Será principalmente El Mochuelo, prácticamente en su retiro, el que, en los años previos y durante la época de “Ópera Flamenca”, siga interpretando la guajira de vez en vez ante los públicos de las regiones que recorre. Dicho panorama musical y la coyuntura del cante viene a resumirlo una curiosa y reveladora frase del músico sevillano Joaquín Turina Pérez (1882-1949) recogida en sendos artículo para el “Diario de La Marina” de La Habana a inicios de agosto de 1928 y abril de 1929:
 
La típica guajira, que aún la cantan profesionales flamencos, como Chacón, tiende a desaparecer, envuelta en los virtuosismos y melismas con que se adornan los cantaores del género nuevo, que, por variarlo todo, lo denominan ya “ópera flamenca”. (...).”.
En el continuo rodar del folklore andaluz, la guajira andaluza tiende a desaparecer, pues el único “cantaor” que conservaba, en toda su pureza, la fórmula tradicional era Chacón, que acaba de morir”. (...).[44]
 
De mediados de ese mismo mes de abril de 1929, aparece anunciado otro curioso estilista del elenco flamenco de Manuel Vallejo que actuaría en el Teatro Principal de Palencia: 
En el Principal.
El Cante Jondo.
El «Niño de Málaga», el de la voz de plata; el «Niño de Huelva», el célebre fandanguillero; la «Niña de Linares», la de los grandes éxitos; Juan G. Hierro, el de la voz de bronce; el «Cojo de Luque», el artista premiado; Bernardo de los Lobitos, el de las bulerías gitanas, de las guajiras cubanas y los caracoles, el dominador de estilos... (...).”.[45]
 
El este año de 1929 registraron guajiras el propio Pedro José Bernardo Álvarez Pérez ʻBernardo de los Lobitosʼ (1887-1969) (Regal RS-1.106), Niño del Museo (Gramófono AE-2.709, y AE-2.904), Niño de Priego (Polydor 220.102), Mariano Sevilla (Regal DK-8.015, y DK-8.089), Niño de Utrera (Regal DK-), Chato de las Ventas (Regal DK-8.052), Angelillo (Gramófono AE-3.084 y AE-2.880), y nuevamente Paco El Americano (Polydor 220.106) y La Andalucita (Regal DK-8.122 y DK-8.122), que la volvería a grabar en 1930 (Regal DK-8.495 y Gramófono AE-3.291).
 
De las contadas veces que en 1930 la guajira se cantó en público, lo hizo en la voz de Francisco Rojas Cortés ʻNiño del Museoʼ (1905-1947), cantaor de Adamuz. Traemos el siguiente anuncio de un recital flamenco que en cantó un conocido teatro situado en la calle Mesones del pueblo de Antequera:

En página 3 del n.º 1 de “La Razón. Órgano de la Unión Monárquica Nacional” de Antequera;
Lunes 6 de octubre de 1930.
 
Estos artistas realizaban por ese tiempo una gira que les llevó a finales de año a Jerez de la Frontera, patria chica de El Petrolo. El gacetillero de turno, comentó acerca de la actuación que ambos ofrecieron en el Teatro Eslava de la calle González Peña:
 
Nos gustó mucho «La niña de Écija»; buena voz, magnífico estilo, cantó cartageneras, vidalitas, serranas y finalmente caracoles, que se premiaron con abundantes aplausos.
Finalmente actuó el «Niño del Museo», as del cante, que en Pavón de Madrid armara un alboroto; tiene, en efecto, grandes facultades, una hermosa voz que luce en fandangos, vidalitas y guajiras, pero en su estilo falta la salsa gitana indispensable para otros empeños. Tras grandes ovaciones cantó por tarantas. (...).”.[46]
 
En ese mismo año y subsiguientes también registraron la guajira en placas de pizarra El Niño de la Flor y Juanito Varea (ambos en 1930), Pepe Pinto (1930 y 1952), Niño de la Huerta (1930, 1932 y 1935), Guerrita (1930, 1931 y 1932), nuevamente Chato de las Ventas (1930 y 1932) y La Andalucita (1931 y 1932), El Americano (1931, 1933 y 1935), Pepe El Molinero, Niño del Museo y Pena Hijo (los tres en 1931), Niña de la Puebla (1931 y 1932), Angelillo (1931, 1933 y 1936), Niño de Marchena en varias ocasiones además de las ya anotadas (1932, 1934 y 1941), la antequerana Niña de Écija y Niño de Orihuela (ambos en 1933), Estrellita Castro (1933 y 1945), Lola Cabello, Pericón de Cádiz y El Sevillano (los tres en 1936), Gracia de Triana (1941), Niño Salas (1943), Juanito Valderrama (1944), Antonio Molina y Antoñita Moreno (ambos en 1952), Manolo El Malagueño (1954 y 1955) y Mercedes Molina (1955).
 
 
Vecindad y últimos años de El Petrolo en Jaén
 
Pero ¿qué fue de nuestro cantaor El Petrolo quien fue uno de los que, dentro del amplio abanico del cante flamenco, fomentó sin duda el gusto y la afición del cante por guajiras? A pesar de ello pocos datos hemos averiguado en relación a nuestro protagonista. Es muy probable que se afincara en Jaén ya en las postrimerías del siglo XIX participando del flamenco local a la vez que se adaptaba a otras disciplinas o formatos artísticos con la que ampliar el abanico de sus aptitudes y de sus ingresos. Así, encontramos su nombre formando parte de una compañía ecuestre contratados para actuar en la feria del pueblo de Baena, viéndose involucrado en un aparatoso accidente acaecido en la carretera de Jaén a Córdoba a inicios de octubre de 1898 y del que se hizo eco la prensa cordobesa:
 
En página 2 del n.º 14.228 del “Diario de Córdoba. De comercio, industria,
administración, noticias y avisos”; miércoles 5 de octubre de 1898.
 
Esta faceta de domador o jinete caballista recuerda ineludiblemente al polifacético cantaor Jacinto Padilla ʻNegro Mericʼ a quien El Petrolo bien pudo conocer durante su estancia en la ciudad de Málaga.
 
Por esos mismos años el cantaor había fijado su residencia definitiva en la capital de Jaén, donde sin abandonar del todo su faceta flamenca con la que se ayudaba a subsistir fue paulatinamente dejando el profesionalismo, habiéndose establecido como dueño de un kiosco en la Plaza de Santa María –la antigua del Mercado- frente a la catedral; caseta de comidas y bebidas que bajo su presencia se hizo muy popular y concentraba lo más castizo de la ciudad. 
El jurista y escritor carzorleño José de la Vega Gutiérrez (1894-1974), a través de los recuerdos de conocidos que trataron a El Petrolo y de su propia vivencia, evoca en sendos escritos, aquel tiempo cercano a 1898 y el ambiente en torno a aquel lugar donde ineludiblemente destacaba nuestro protagonista a quien describe minuciosamente, a la par que alaba su genio campechano y alegre y descubre su faceta de guitarrista:
 
En los paseos festivos de la Plaza de Santa María, por ejemplo, se establecía, sin previo acuerdo de nadie, una tácita delimitación de áreas que por ningún concepto era jamás rebasada y, en virtud de la cual, el lado frontero al Palacio Episcopal se reservaba para el señorío y la zona opuesta de la plaza para la gente llana. En un lado, abundaban y se consumían los «garbanzos tostaos»; en el otro, las «avellanas salaíllas», los dulces de Porras o de don Manuel Sánchez y los deliciosos refrescos de pastas de almendra, de limón, o de naranja, que a las mil maravillas componía el popular «Petrolo», en su conocido aguaducho, juntamente con aquella inolvidable y deleitosa «agua de cebada», que diputamos por el más inigualable y celestial refresco que puedan gozar paladares humanos. (...).”.[47]
El Petrolo.
(Caricatura de C. Romero, 1948).
 
...Pero, la figura cumbre del tipismo jaenero, en aquellos felices años, fué Petrolo, o «Pretolo» como él mismo se nombraba. Petrolo merecería le fuese dedicado un profundo es­tudio. No tiene importancia alguna su persona. Y, sin embargo, despierta tal interés, que aún vive su actualidad, a pesar del tiempo que ha transcurrido desde que murió.
Petrolo era la voz del «cante grande» hecha persona. Símbolo, mas que figura real. Nadie supo nunca de dónde había venido ni cuándo había llegado. Apareció un día en Jaén, y en él adquirió carta de naturaleza por fuero de simpatía, de gracia y de salero. Gitano, faraón, con fachenda y hechuras de torero, cuya coleta conservaba cuidadosamente, trayéndola hacia delante, convertida en pintoresco tufo; pronunciaba sus dichos y frases en forma tan donosa y mezcladas con tantos modismos «calés», que tenían valor de sentencias e ingenio de la mejor ley.
A principios de siglo, hubo un resurgimiento de la afición a la guitarra y al baile de las sevillanas y se apreciaba en mucho saber pulsar el viejo y noble instrumento, de tanto y tan rancio abolengo español, y conocer las figuras y pasos de la famosa danza. Con este motivo, numerosas familias de la buena sociedad giennense decidieron el que sus hijas recibieran lecciones de ambas artes. Petrolo fué el profesor requerido para ello y el que enseñó a pulsar la prima, el bordón, la tercia y la quinta, a numerosas damiselas de aquellos dichosos años. Las ganancias que tal función docente le produjeran, no se pueden cifrar con certeza, y, mucho menos, tratándose de un gitano de corazón, que difícilmente se acomodaba a la vida ordenada y recogida del hogar permanente. Si logró o no reunir algún pequeño caudal, nadie lo sabe. Lo único cierto es que un día adquirió en traspaso el aguaducho que poseía el padre de la que luego había de ser famosa artista, Salud Ruiz, en la Plaza de Santa María y que, a costa del agua de cebada y las pastillas de refrescos, vivió los años que Dios consintió tenerle en este mundo.
La popularidad de Petrolo y su simpático y servicial carácter, le conquistaron el afecto de la población, en la que aún se conserva su recuerdo amable como una estampa romántica de inefable colorido. (...).”.[48]
 
Fue por este tiempo donde el cantaor contrajo matrimonio con Dolores Arteaga Medina, su compañera de siempre, quien se hiciera guiar del cantaor en sus primeras correrías artísticas por la provincia. El escritor y periodista huelmense Tomás Moreno Bravo (1909-1988) lo confirma en su libro “Estampas de Jaén” cuando habla

...del célebre «Petrolo», aquel gaditano que casó el obispo Sanz y Sarabia con «Olores», su mujer; aquel «compare» ocurrente, de pelo rizoso, bucles toreros, voz de bajo profundo, sombrero cordobés y botas de color, brillantes como espejos...”.[49]
 
Manuel López Pérez, al describir el ambiente musical de Jaén con sus profesores en ejercicio allá por la primavera de 1901, incide en la faceta docente del jerezano para ciertos bailes andaluces:

Francisco Fernández Rivero, el mítico y legendario «Petrolo», enseña a bailar sevillanas y otros pasos de moda a las señoritas de casa bien. Y algunas esforzadas y laboriosas batutas –don Jacinto Crespo, don Cándido Milagro, don Manuel Romero...- hacen filigranas para educar la voz, el pulso o el oído de muchos adictos al papel pautado. (...).”.[50]
 
De la fama que el establecimiento ostentaba en estos primeros años del siglo XX puede hacer idea el siguiente poema de 1906:
 
En página 2 del n.º 1.548 de “La Patria. Periódico independiente” de Jaén;
Lunes 5 de noviembre de 1906.
 
Los siguientes párrafos del periodista José Ricardo García de Vargas (1902-1969), quien llegó a conocer a nuestro protagonista, remiten al año 1912 inspirando sus recuerdos en unos versos del poeta satírico local Eduardo Claver Nieto (1855-1923):
 
«Petrolo», aquella estampa gitana que animaba el kiosco, con sus idas y venidas cargado de copas y refrescos al «Portalillo», y Dolores, paciente y admiradora de Paco, eran un jirón de casticismo en aquella rinconada del Palacio, con sus maneras marchosas y su lenguaje pintoresco. (¿No le oísteis nunca decir, ponderando la bondad del aire de Jaén, que iba cargado de odrígeno? ¿y no recordáis aquellas anécdotas que corrían de boca en boca sobre su boda (...)?). (...).”.
 
La popular verbena organizada por los vecinos del Santa María y su barrio los días 18 al 20 de agosto de ese año en recuerdo del condestable de Castilla y regidor de Jaén en el siglo XV, don Miguel Lucas de Iranzo, sirvió para que el referido Claver expresase sugerencias para optimizar el divertimento de tal festejo en una composición en donde, entre otras cosas, se dice:
 
La P. de Santa María,                      refrescos de zarza fina,
que ya la están arreglando,               cervezas y vino blanco,
será el sitio de solaz                           de las pastillas de almendra,
para el pueblo soberano.                   gaseosas y “cura-cao”.
Habrá profusión de luces                   Todo esto será servido
fuera y dentro de los arcos,                por Dolores y su macho,
como igual en las guirnaldas,            que son más limpios que el oro
para que luzcan su garbo                  y además muy resimpáticos.
las mujeres de esta tierra                   Habrá pajaritos fritos,
del ronquío y del lagarto. (...).           tirillas de bacalao,
El kiosco de “Petrolo”                       mariscos y calamares,
se encontrará “abarrotao”                cangrejos, atún, “lenguados”
de manzanilla de Argüeso,               y otras tantas chucherías
aguardiente refinado,                       de carácter “frodisiáco”. (...).”.[51]
 
También el escritor y crítico teatral jienense de la Puerta de Segura, Sebastián Bautista de La Torre (1911-1996), aludía al antiguo cantaor por esos años pues aún tenía presente de sus mayores

...el recuerdo nostálgico hacia el aguaducho de «El Petrolo», el que hacía saltar la bola de las gaseosas con las cuchufletas de su gracia cordial en la esquina de la plaza de Santa María, donde ahora tufa el melindre dulzón de la crema de Chantilly. (...).”.[52]
 
Aunque volcado en su negocio, El Petrolo no se desligó de los acontecimientos flamencos que se daban en Jaén. Así, no debió ser ajeno a la llegada de artistas en activo, antiguos compañeros suyos, caso de su paisano don Antonio Chacón quien a inicios del siglo XX cantó en el Café de San Francisco cercano al Pósito, a instancias de Manuel Ruiz Córdoba (1877-1947), a la sazón alcalde de la ciudad, el cual pagó en su día un auténtico dineral al cantaor jerezano por sus recitales.
Tiempo después regresaría Chacón a Jaén ya que, junto a la bailaora Juana La Macarrona, la cantaora Antonia La Macarena, el tocaor Miguel Borrull y dos de sus afamadas hijas bailaoras, participó el domingo 10 de mayo de 1914 en una fiesta organizada por el subsecretario de Gobernación, José del Prado y Palacio (1865-1926) en su gran finca-cortijo ʻNuestra Señora del Pilarʼ en obsequio al ministro de Argentina, doctor Marco Avellanada y a la que concurrieron otras ilustres personalidades junto a autoridades de la ciudad. Dicha fiesta contó también con el concurso de los antiguos toreros Mazzantini y Guerrita que volvieron a lidiar para la ocasión.
 
También estaría al tanto de los artistas flamencos que por ese tiempo y de vez en vez actuaban en el Teatro Cervantes o en el Salón El Norte, y de las sesiones de cante que se daban en el Café Lion dʼOr sito en el n.º 11 de la aledaña calle Maestra. En este sentido es posible que el escritor asturiano Miguel de Castro Marcos en sus recuerdos sobre cierto cantaor, al parecer jerezano, que interpretó para él las diversas modalidades de cante en dicho local, aluda al mismísimo Petrolo, cuando años después expresó:
 
Hablaba a un amigo andaluz de lo más rancio, cuando mis andanzas por tan bella tierra, de la importancia de la copla. Satisfízome el haber iniciado el diálogo porque aquel andaluz rancio, ya lo he dicho, conocía de estas cosas lo que no pude sospechar y después de una sesión teórica en la que demostró el difícil arte de conocer y hacer los cantares, hubo una práctica, y en un atardecer también, que Dios quiso fuera primo carnal de el del diluvio, nos reunimos en la capital del norte andaluz y en un lugar sito en la calle Maestra, con un auditorio notable y entendido, fue cantando y explicando el alcance de lo que cantaba. (...).”.[53]
Café Lion dʼOr en la calle Maestra de Jaén. Año 1923.
(Este edificio aun se conserva y es desde hace muchos años la sede de la Peña Flamenca de Jaén).
 
Lógicamente también entablaría amistad con los flamencos locales con los que pudo alternar en varias épocas, muchos de los cuales serían asiduos de su popular kiosco caso de los cantaores Luis Acedo, El Aguardiente, Bizco Oliveros, Cenaoria, José Catín ʻNiño de Jaénʼ, Pilar La Jienense, además de José y Severiano Cortés, junto a otros más noveles como Ascensión Liébana ʻNiña de Jaénʼ, El Cruz, Chato de Jaén, Niño de Calatrava o Lorenzo ʻNiño Madríʼ; los bailaores María Torres, Antoñita Torres o Paquillo de Jaén, o el guitarrista ecléctico Juan Parras, entre otros muchos.
 
Reunión flamenca en torno al kiosco de Petrolo en la Plaza de Santa María, hacia 1925.
(Archivo fotográfico de Doña Cristina de la Rosa).
 
Ya en a finales de los años veinte los negocios donde se expedía comida y bebida habían forzadamente de restaurarse en cumplimiento a nuevas y estrictas ordenanzas municipales. Petrolo es reticente a modificar su kiosco y su cambio pudo suponer el golpe de gracia al ánimo del ya cansado y viejo cantaor. Así explicaba el diario “Jaén” en julio de 1929 el proceso de metamorfosis de estos pequeños inmuebles:
 
Quioscos, como los bancos, como el pavimento, a tono con el tipo que tenía la plaza –especie de botillerías, con su cubierta de paraguas, su mostrador de seis lados y dos con respaldo de madera para el estantillo, la urna de cristal de los comprimidos de almendra y las botellas de jarabe, risol y aguardiente- fueron cayendo, uno antes y otro después, llevándose en sus maderas dulces impregnaciones de dulces recuerdos; canas, en los ancianos, memorias de la infancia en las gentes de vida plena. El nuevo quiosco está en armonía con la moderna urbanización de la plaza. (...).
Fuera del quiosco, en una silla sentado, extraviado el pensamiento en la lejanía de las cosas que fueron, el popular «Petrolo», desabrochada la camisa, desairada la chaqueta, sin un aliño pinturero en su persona ¿Habrá encerrado la reforma del quiosco, en un arca antigua, la recia cadena de plata, la botonadura de esmeraldas y perlas, la camisa de chorreras y el chaleco de fantasía de don Paco, malabarista del piropo y alegre dicharachero, alegría de mocitas? ¡Chi lo sá!”.[54]
 
No obstante, al célebre Petrolo aún le quedaban ánimos para formar parte de todas las iniciativas de gracia y sano divertimento que se daban en la ciudad. Poco menos de un año antes de su fallecimiento fue requerido para ser presidente de un jurado calificador de un concurso que se celebraría en la popular Feria de San Lucas el miércoles 23 de octubre de 1929. ¿Un concurso de Cante? No, de Feos, del cual hizo cumplido seguimiento el diario local “Patria” del modo siguiente:

De Ayer.-
El concurso de feos.
La fiesta celebrada ayer tarde en el Real de la Feria, fué acogida con gran júbilo por el numeroso público que acudió, aprovechando la hermosura del tiempo, después de los temporales, que anticiparon el desmantelamiento de barracas y circos.
A las cuatro en punto, se constituyó el jurado, compuesto por el Alcalde Sr. Pancorbo y varios concejales, presididos por el simpático crítico especializado D. Francisco Fernández Rivero (Petrolo), que poco antes de la hora señalada, había llegado en auto, repartiendo sus habituales sonrisas y clásico gracejo jerezano entre los vendedores de las casetas.
La banda municipal inició la fiesta, con los alegres acordes de un pasodoble, y ante el jurado se presentaron tres feos, que valientemente reconocían sus condiciones para aspirar a los premios, ofrecidos por el Excmo. Ayuntamiento, y cuyos rostros iluminaba esplendoroso el sol; ese sol claro y dorado de una tarde de otoño en Andalucía, como si quisiera aún más acentuar los rasgos característicos de la belleza de cada uno.
Eran los tres que se habían inscrito a la hora y sitio señalado por una de las bases del concurso.
 
Jaén. Feria de San Lucas, hacia 1930.
 
Uno de los feos fué eliminado por el jurado por no considerarlo como tal, a pesar de la modesta opinión del interesado.
Los dos candidatos restantes, reunían indudables condiciones para ser propuestos y tras minucioso exámen e interrogatorio, pues ʻPetroloʼ, queriendo cumplir exactamente su cometido, quiso saber el número de calabazas que por feo había recibido cada uno de los aspirantes, a propuesta del Presidente y con la aprobación del jurado se concedió el primer premio y segundo, declarándose desierto el tercero.
Como asistían al acto, otros feos que no pudieron concursar, por no hallarse inscritos precedentemente, autorizado el jurado por el señor Alcalde concedió dos premios más, en sustitución del tercero no concedido.
ʻPetrotoʼ, dando el brazo a los agraciados (por esta vez cabe el adjetivo) les hizo recorrer el recinto reservado al Excmo. Ayuntamiento, para que todo el público pudiera apreciar a los premiados, que eran saludados con las más expontáneas carcajadas y aplausos, por la multitud que de este modo aclamaba a unos hombres que se reconocían feos.
La alegría que acompañó al festejo, es buena prueba de que puede repetirse en lo sucesivo, procurando que se enteren todos los feos, con tiempo para inscribirse. ¡Por pueblos hay!
S. N.-
Nota.- No publicamos los nombres de los premiados para quitarles los ʻpeligrosʼ de una inesperada popularidad.”.[55]
 
Falleció nuestro cantaor el lunes 13 de octubre de 1930. El periódico “La Provincia” de Úbeda del día siguiente le dedicó los siguientes párrafos en recuerdo al personaje a través de su larga estancia en la ciudad:

En página 4 del n.º 2.685 de “La Provincia. Diario de información” de Úbeda;
Martes 14 de octubre de 1930.
 
Este final del antiguo cantaor fue bien sentido en la ciudad y vino a dar simbólico colofón a toda una época de casticismo andaluz. De otro lado su popular kiosco de madera permaneció un tiempo cerrado para posteriormente, y ya con el negocio en franco declive, pasar a ser dirigido por algún que otro dueño. Finalmente, en el año 1961, a causa de las reformas realizadas en la Plaza de Santa María, fue trasladado a la Plazuela del Conde e instalado al abrigo del cantón que salvaba el desnivel del terreno y permitía el acceso a la Calle de las Novias.
 
Valga este trabajo para reivindicar a ese ignorado cantaor que se llamó Francisco Fernández Rivero ʻEl Petroloʼ y aún para tenerlo presente cuando a guajiras se aluda.
 
 
Rafael Chaves Arcos


[1]De Actualidad.= Los Filibusteros Cubanos”; en portada del n.º 11.682 del diario “La Andalucía. Política económica y literaria” de Sevilla; martes 16 de abril de 1895.
 
[2]Variedades.- Un héroe cristiano”; en página 12 del n.º 141 de “Lectura Dominical. Órgano del apostolado de la prensa” de Madrid; domingo 13 de septiembre de 1896. También en página 3 del n.º 312 de “La Tradición. Periódico católico monárquico” de Palma de Mallorca del sábado 16 de enero de 1897, y en portada del n.º 483 de la publicación “La Lectura Popular” de Orihuela del jueves 1 de octubre de 1903.
 
[3]Ha muerto “Petrolo”.-”; en página 4 del n.º 2.685 de “La Provincia. Diario de información” de Úbeda; martes 14 de octubre de 1930.
 
[4] Bejarano Robles, Francisco ʻPaco Perchelesʼ: “Las calles de Málaga. De su historia y ambiente” (Reedición de la de 1941. Dos Volúmenes. Tomo II); Ed. Aguval. Málaga, 1984; páginas 526 a 528.
 
[5]¡Calentitas! ¡Qué queman!-”; en la página 2 del n.º 1.548 de “La Patria. Periódico independiente” de Jaén; lunes 5 de noviembre de 1906.
 
[6] Bejarano Robles, Francisco ʻPaco Perchelesʼ: obra cit. Málaga, 1984; páginas 419 y 420.
 
[7] Angulo, Julio: “España paso a paso.-  Con la sombra de “La Parrala” y “La Macarrona”.-”; en página 6 del n.º 3.496 de “Jornada. Diario de la tarde” de Valencia; sábado 27 de septiembre de 1952. También en la página 3 del n.º 3.534 de “La Prensa. Diario de la tarde de información mundial” de Barcelona; sábado 4 de octubre de 1952.
 
[8] Bejarano Robles, Francisco ʻPaco Perchelesʼ: “Cafés de Málaga (... y otros establecimientos)” (Recopilación de artículos publicados en la prensa local, entre el 23 de diciembre de 1940 y el 31 de diciembre de 1945); Ed. Bobastro. Málaga, 1989, página 68.
 
[9] De Navas Ramírez, José: “El Fonógrafo Edison”; en página 2 del n.º 3.008 de “La Unión Mercantil. Diario de intereses generales” de Málaga; miércoles 1 de agosto de 1894.
 
[10]Café de la Mariana”; en páginas 2 y 3 del n.º 1.522 de “El Defensor de Granada. Diario político independiente”; martes 16 de diciembre de 1884.
 
[11] Moja y Bolívar, Federico: “Tipos y Tipejos”; Tipografía del diario “Las Noticias”. Málaga, 1885; página 217.
 
[12]-En la Caleta”; en página 2 del n.º 11.139 del “Diario de Córdoba. De comercio, administración, noticias y avisos”; viernes 5 de noviembre de 1886.
 
[13] María de los Ángeles Luque Urbano nació efectivamente el jueves 16 de octubre de 1862 a las cuatro de la mañana en la calle de San Sebastián n.º 27 de Montilla. Fueron sus padres Sebero de Luque, de profesión “artesano”, e Isabel Urbano. Sus abuelos paternos José de Luque y Rosa de la Rambla, y los maternos Francisco Urbano y Juana Garrido, todos montillanos. Se bautizó el mismo día de su nacimiento en la Iglesia de Santiago de dicho pueblo cordobés.
 
[14] Armando: “Rota.- Preludio.- Gloria Ponce y el Fiscal”; en portada del n.º 11.472 de “El Guadalete. Periódico político y literario” de Jerez de la Frontera; domingo 20 de agosto de 1893.
 
[15]Entre Bastidores”; en página 4 del n.º 5.616 del diario “El Liberal” de Madrid; domingo 17 de febrero de 1895.
 
[16] En página 2 del n.º 193 del semanario “El Carpetano. Periódico de noticias é intereses de la provincia” de Segovia; jueves 23 de mayo de 1895.
 
[17]Una velada por lo flamenco”; en página 3 del n.º 2.991 de “La Región Extremeña. Diario republicano” de Badajoz; domingo 14 de julio de 1895.
 
[18]Noticias de Espectáculos”; en página 3 de los ns.º 13.926 y 13.927 de “La Correspondencia de España. Diario universal de noticias” de Madrid; lunes 23 y martes 24 de marzo de 1896.
 
[19] Muñoz de Quevedo, José: “Colaboración inédita.- El Guateque”; en página 2 del n.º 12.336 de “El Guadalete. Periódico político y literario” de Jerez de La Frontera; martes 26 de mayo de 1896.
 
[20] ʻCanutoʼ: “Carta Abierta”; en página 2 del n.º 38 de “La Hormiga. Periódico literario y de noticias” de Mancha Real; lunes 10 de mayo de 1897.
 
[21] De Larrea Palacín Arcadio: “Semblanza de Cayetano Muriel”; en página 10 del n.º 2.431 del semanario independiente “La Opinión. Decenario de la Virgen de la Sierra” de Cabra; septiembre de 1970.
 
[22]En el teatro”; en página 2 del n.º 2.885 de “El Popular. Diario granadino independiente de la tarde”; viernes 25 de septiembre de 1896.
 
[23]La gran juerga”; en páginas 1 y 2 del n.º 2.895 de “El Popular. Diario granadino independiente de la tarde”; miércoles 7 de octubre de 1896.
 
[24]En el Liceo”; en página 2 del n.º 891 del “Heraldo de Zamora. Diario liberal independiente”; viernes 29 de diciembre de 1899.
 
[25] Es prolija la discografía de El Mochuelo, aunque sabemos que con Joaquín Rodríguez registró guajiras nuevamente en 1902 (Gramophon GC-62.999), en 1907 (Odeón A-135.436) también junto a la Rubia (Zonophone X-54.051), en 1910 (Odeón 109.059), en 1911 (Gramophon 3-62.133; Homophon 7.069), en 1912 con Manuel López (Odeón 41.111, y 41.175), y en 1914 con Joaquín Rodríguez (Odeón 11.56, y 11.090, y Gramófono 652.067), y en 1916 de nuevo con Manuel López (Pathé 2.208, y 2.209).
 
[26] González Ruano, César: “Vida y éxodo de “El Mochuelo,,-”; en páginas 1 y 2 del n.º 7.389 de “El Adelantado de Segovia. Diario independiente” del sábado 4 de enero de 1930, y en portada del n.º 240 del diario “El Mediterráneo. Diario independiente de la noche” de Almería del viernes 17 de enero de 1930.
 
[27]Noticias Generales”; en la página 2 del n.º 2.736 del “Nuevo Diario de Badajoz. Periódico político y de intereses generales”; viernes 23 de agosto de 1901.
 
[28]Concierto andaluz”; en la página 2 del n.º 13.129 de “La Crónica Meridional. Diario liberal independiente y de intereses generales” de Almería; martes 12 de agosto de 1902.
 
[29]Noches Teatrales”; en página 6 del n.º 204 del “Diario de La Marina. Acogido a la franquicia e inscripto como correspondencia de segunda clase en la Oficina de Correos de la Habana”; tarde del jueves 27 de agosto de 1908.
 
[30]Espectáculos”; en página 22 del n.º 291 de “El Diluvio. Diario político, de avisos, noticias y decretos” de Barcelona; mañana del domingo 8 de octubre de 1911.
 
[31] En página 21 del n.º 93 de la revista especializada “Eco Artístico” de Madrid; sábado 15 de junio de 1912.
 
[32] En página 22 del n.º 104 de la revista especializada “Eco Artístico” de Madrid; sábado 5 de octubre de 1912.
 
[33] En página 4 del n.º 3.376 de “El Telegrama del Rif. Diario ajeno a la política. Defensor de los intereses de España en Marruecos”, de Melilla; jueves 7 de noviembre de 1912.
 
[34]Espectáculos públicos”; en página 3 del n.º 3.337 de “El Popular. Diario republicano” de Málaga; domingo 19 de enero de 1913.
 
[35]En Eslava”; en página 3 del n.º 8.068 de “El Noticiero Sevillano. Diario independiente de noticias y avisos” de Sevilla; lunes 14 de abril de 1913.
 
[36] Liébana Checa, Ramón: “Crónica.- Biografía de un artista; contada por él mismo”; en las páginas 1 y 4 del n.º 831 de “La Información. Diario liberal” de Almería; miércoles 24 de diciembre de 1913.
 
[37]Arte y Artistas”; en página 2 del n.º 709 de “España Libre. Diario de la noche” de Madrid; domingo 10 de agosto de 1913.
 
[38] En página 31 y 32 del n.º 143 de la revista “Eco Artístico” de Madrid; miércoles 5 de noviembre de 1913.
 
[39]Teatros y salones”; en página 2 del n.º 820 de “La Región Cántabra. Diario republicano” de Santander; domingo 19 de septiembre de 1915.
 
[40] En página 14 del n.º 215 de la revista “Eco Artístico” de Madrid; viernes 5 de noviembre de 1915.
 
[41]Gacetillas”; en página 2 del n.º 20.254 de “El Guadalete. Periódico de interés general” de Jerez de La Frontera; sábado 27 de mayo de 1916.
 
[42] ʻEspañolitoʼ: “Teatros y Cines”; en página 2 del n.º 20.536 de “El Guadalete. Periódico de interés general” de Jerez de La Frontera; sábado 17 de marzo de 1917.
 
[43] ʻVirgilioʼ: “Crónica Sevillana”; en página y 2 del n.º 12.930 de “La Región Extremeña. Diario republicano. Continuación de “La Crónica,,” de Badajoz; martes 7 de agosto de 1917.
 
[44] Turina Pérez, Joaquín: “La “Guajira” ¿es española o fue llevada de Cuba?-”; en página 32 del n.º 217; y ʻN. B.ʼ “La Música Española.- Conferencia por Joaquín Turina”; en página 14 del n.º 98 del “Diario de La Marina. El periódico más antiguo de Cuba” de La Habana; ediciones del domingo 5 de agosto de 1928 y lunes 8 de abril de 1929.
 
[45]En el Principal”; en página 4 del n.º 12.364 de “El Día de Palencia. Periódico de información general”; lunes 15 de abril de 1929.
 
[46]De espectáculos”; en página 3 del n.º 24.763 de “El Guadalete. Periódico de interés general” de Jerez de La Frontera; martes 16 de diciembre de 1930.
 
[47] De la Vega Gutiérrez, José: “Recuerdos del tiempo viejo. La vida de sociedad en Jaén hace cincuenta años”; en páginas 939 a 944 del n.º 34 de la revista “Paisaje. Crónica mensual de la provincia de Jaén”; marzo de 1947.
 
[48] De la Vega Gutiérrez, José: “Recuerdos del tiempo viejo. Tipos y figuras”; en páginas 1.515 a 1.518 del n.º 55 de la revista “Paisaje. Crónica mensual de la provincia de Jaén”; diciembre de 1948.
 
[49] Moreno Bravo, Tomás: “Estampas de Jaén. Escenas, tipos, cosas y lugares de esta ciudad”; Impr. Gutemberg. Jaén, 1935; página 31.
 
[50] López Pérez, Manuel: “Retratos desvaídos.- Lola Torres”; en página 124 del n.º 55-56 de “Senda de los Huertos. Revista Cultural de la Provincia de Jaén”; julio de 1999.
 
[51] García de Vargas, José Ricardo: ““De otros tiempos.- Una verbena y unos versos de Claver”; en las páginas 1.251 y 1.255 del n.º 97 de la revista “Paisaje. Crónica trimestral ilustrada de la provincia de Jaén”; mayo de 1956.
 
[52] Bautista de La Torre, Sebastián: “En Jaén, donde resido... El lagarto y la sequía”; en página 9 del n.º 94 de “El Español. Semanario de la política y del espíritu” de Madrid; sábado 12 de agosto de 1944.
 
[53] De Castro Marcos, Miguel: “Comentarios.- La copla andaluza”; en portada del n.º 23.239 de “El Guadalete. Periódico de interés general” de Jerez de La Frontera; jueves 10 de septiembre de 1925.
 
[54]Los quioscos de la Plaza Mayor”; en la página 2 del n.º 381 del diario “Jaén”; jueves 11 de julio de 1929.
 
[55]De Ayer.- El concurso de feos”; en página 4 de “Patria. Órgano provincial de la Unión Patriótica” de Jaén; jueves 24 de octubre de 1929.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario