Durante
mucho tiempo se discutió sobre el cante de ámbito malacitano por el que Antonio
Ortega Escalona ʻJuan Brevaʼ tuvo un claro reconocimiento en su época dado que
trascendió las fronteras del ámbito estrictamente flamenco, para convertirse en
cantaor de todos los públicos, fuesen o no entendidos del sublime arte al que
el veleño se consagró.
Conocido es que durante mucho tiempo se especuló sobre el particular hasta establecer dos bandos de opinión encontrados. Así, mientras de un lado se admitía la tradicional creencia de que la malagueña fue el cante que mayor fama dio a Juan Breva, otra corriente que por entonces ganaba adeptos, y que había surgido desde cierto sector de la propia afición malagueña, sostenía que tal cante fue la bandolá. Esta clara dicotomía no se reducía únicamente a una simple cuestión semántica sino que, arrastraba otro tipo de connotaciones al establecer a partir de dicha denominación el hallazgo de un genuino cante local de rango distinto a las malagueñas.
Muchos
de los postulados manejados son a día de hoy del todo disculpables pues
trataban de paliar las lógicas carencias con las que por entonces se enfrentaba
la investigación flamenca. Además, y como veremos, se sustentaba en algunas
opiniones que en principio la dotaban de cierta coherencia. La ventaja del
tiempo transcurrido, en base a nuevos hallazgos, obligan a reformular algunos
conceptos que, si antaño por falta de datos eran beneficiarios de la duda,
ahora, por todo lo contrario, no han de persistir.
En
definitivas cuentas la figura incuestionable de Juan Breva gravitaba hasta no
hace mucho en torno a una pretendida forma de cante en la que él paradójicamente
fue considerado casi su único valedor: ʻla bandoláʼ. No obstante la tradición
anterior a dicha creencia y los datos recabados en torno al cantaor, muchos de
los cuales fueron recogidos en nuestro libro al efecto,[1] se
obstinaban en desmentir tal aserto a la vez que reclaman para el inmortal
veleño su tratamiento como inconmensurable malagueñero de su tiempo. Dicho de
otro modo, es harto difícil rebatir tantas pruebas que decantan la cuestión claramente
en favor a estimar malagueñas y no bandolás los cantes de ámbito malacitano en
los que el veleño volcó su personalidad cantaora.
Sin
ánimo de repetir lo que en aquel trabajo expusimos, por la cantidad de noticias
y testimonios recabados, queremos no obstante recordar uno que nos parece
concluyente por el tratamiento que el propio cantaor se daba a sí mismo como
estilista del palo flamenco que mayor renombre le reportó.
Se trata de la elocuente forma en que El Breva rubrica una carta de agradecimiento a un singular matrimonio, máximos representantes de la escena española de su tiempo, quienes socorrieron económicamente al veleño en 1915 durante la estancia de aquél en la ciudad de Almería:
El
dato es elocuente y definitivo, por lo que huelga cualquier comentario al
respecto que no quiera caer en la necedad de sospechar siquiera que Antonio
Ortega Escalona no sabía lo que cantaba:
Conocido es que durante mucho tiempo se especuló sobre el particular hasta establecer dos bandos de opinión encontrados. Así, mientras de un lado se admitía la tradicional creencia de que la malagueña fue el cante que mayor fama dio a Juan Breva, otra corriente que por entonces ganaba adeptos, y que había surgido desde cierto sector de la propia afición malagueña, sostenía que tal cante fue la bandolá. Esta clara dicotomía no se reducía únicamente a una simple cuestión semántica sino que, arrastraba otro tipo de connotaciones al establecer a partir de dicha denominación el hallazgo de un genuino cante local de rango distinto a las malagueñas.
Juan Breva
(Fotografía de Antonio Esplugas; Barcelona, 1884).
Se trata de la elocuente forma en que El Breva rubrica una carta de agradecimiento a un singular matrimonio, máximos representantes de la escena española de su tiempo, quienes socorrieron económicamente al veleño en 1915 durante la estancia de aquél en la ciudad de Almería:
En página 4 del n.º 9.151 del diario “El Heraldo de Madrid”;
Martes 21 de diciembre de 1915.
“Gracias anticipadas, y puede mandar a su afectísimo s. s., q. b. s. m., «el viejo cantador por malagueñas, Juan Breva».”.
La afición de Málaga, imbuida de ese espíritu acomete de forma decidida la tarea loable de clasificación y reordenación de sus cantes vernáculos. No obstante, un exceso de celo en este proceso, obtuvo efectos no deseados con la imposición categórica de ciertos dogmas que a día de hoy persisten sin haber sido acreditados suficientemente.
Vista panorámica de Vélez-Málaga, hacia 1930.
(Axarquiviva.com).
La acepción del término en el contexto flamenco fue escasa por no decir testimonial. Hace tiempo encontramos la que bien pudo haber sido una de las citas más antiguas en tal sentido, si bien no exenta de cierta ambigüedad, que recoge un artículo de la revista hispalense “El Toreo de Sevilla” a inicios de abril de 1882, cuando, al clasificar los tipos de cantes, el gacetillero establece:
En página 2 del n.º 57 de “El Toreo de Sevilla. Revista semanal de intereses locales, literatura,
espectáculos y anuncios”; domingo 9 de abril de 1882.
Algunos miembros del referido elenco. De izquierda a
derecha: el bailaor Antonio el Pintor, la bailaora Antonia la Roteña, Juan
Breva, el tocaor Maestro Pérez y la bailaora Josefita la Pitraca. En primera
línea,
de blanco, la también bailaora Pastora la de Malé.
En página 2 del
n.º 54 de la “Gaceta Universal. Hoja
literaria” de Madrid;
Domingo 27 de
julio de 1879.
“En el género alegre y propiamente andaluz, encontramos las ‘Malagueñas’, ‘Abandoladas’, ‘Rondeñas’, ‘Sevillanas’, ‘Fandango’. Todas estas se bailan también y son fáciles de aprender.”.
Adolfo El Cuchillero.
(Archivo Miguel López Castro).
“Adolfo partía de que la malagueña de Juan Breva era una bandolá pero desde el momento en que aparece la malagueña libre (ad libitum) no se le debe de llamar por malagueña al cante de Juan Breva. Cuando aparece la malagueña libre entonces se le conoce como malagueña nueva y la de Juan Breva es la malagueña vieja. Por lo que él era de la opinión de que a la malagueña vieja no se le debe de llamar malagueña sino cante de Juan Breva.Adolfo reconoce la existencia de cantes abandolaos, pero no fijaba fecha. Él decía con respecto a la malagueña nueva que no había que decir que eran de Álora, que antes habían existido en Málaga. (.../...).Pepe Navarro y “El Cuchillero”, que eran los que más sabían de flamenco en aquella época, chocaban y ofrecían versiones distintas en la aparición y carácter de los abandolaos... Pepe Navarro decía que la bandolá no existía, que lo que existía eran los abandolaos, el ritmo, y “El Cuchillero” le decía que primero tiene que ser el sustantivo y luego los adjetivos. (...).”.[3]
“Las Bandolás.- Muy parecido al ‘fandango’”.[4]
“Juan Breva fue el elegido para engrandar y divulgar, aflamencándolo, el burdo fandango natural de los montes malagueños que tomó el nombre de “verdiales”.Introdujo estos fandangos en Madrid, donde eran totalmente desconocidos, y tanto los indígenas como los forasteros que tanto han abundado siempre en la capital de España, dieron en llamar malagueñas a lo que Juan Breva cantaba, por el solo hecho de que el cantaor era malagueño. Así nació la gran fama de un hombre que nunca cantó malagueñas. Falsa fama, por supuesto. Sin embargo, el dicho de “malagueñas de Juan Breva”, yo creo que ha sido pronunciado por la boca de todos los españoles y de gente de fuera de España. Así es como se hace patria.”.[5]
“Ordinariamente, el músico hace un preludio tocando la corrida en la guitarra, la bandurria o la mandolina (‘el bandolín’), y el cantaor entona un romance compuesto por lo común de estrofas de cuatro o seis versos, como el del Conde Sol (...)”.[6]
Fiesta de verdiales en la época de juventud de Juan
Breva.
Grabado de Gustavo Doré del año 1863.
“Cuando algo no les suena bien, suelen decir: “Eso está abandolao” o “suena abandolao”. Y un verdial, en el que desparece el violín, el pandero y los platillos, y queda sólo con la guitarra, vaya si “está abandolao”.”.[7]
“Antonio es buen andaluz
conoce el abandolao;él toca bien el laúdlo mismo en pie que sentao”.[8]
“En otro cuadro se ocupa de «Los Verdiales», esa derivación del fandango, propia de los montes malagueños, un baile bravo y campesino, así como el cante de «los lagares» que entonan vendimiadores y lagareros durante la vendimia y de cuyo cante flamenco hizo una de sus más alabadas creaciones «el cantaor» Juan Breva.”.[9]
“Campesinos
danzando, el Bolero”.
(Litografía de John Frederick Lewis, 1833).
“La ‘jabera’ tiene su ‘macho’, ó sea su complemento, al que los inteligentes dan el nombre de ‘Rondeñas del Negro’.”.[11]
A través de la investigación que sobre el veleño llevé a cabo puede establecerse que hacia 1873-1875 Juan Breva frecuentó Ronda y su comarca pudiendo influenciarse de los cantes de la zona, según deja entrever la siguiente cita del comediógrafo jerezano Antonio Quintero Ramírez, aludiendo a
“...aquel famoso fandango de Campillos y Ronda que Juan Breva convirtiera en malagueña de “tablao” (...).”.[12]
Página 3 del n.º 8.264 de “La
Correspondencia de España. Diario universal de noticias”
de Madrid; sábado 6 de noviembre de 1880.
[1] Chaves Arcos, Rafael: “¡Qué grande fuiste Juan Breva! (Cien años que cesó su voz y pervive su eco)”; Ed. Excmo. Ayuntamiento de Vélez-Málaga, 2018.
[2] De ambos artistas expusimos en sendos trabajos y por vez primera sus nombres completos y fechas de nacimiento. Así, Manuel María Caro de Cuéllar ‘Carito’, nació en Jerez de la Frontera el domingo 12 de enero de 1845 en el n.º 47 de la calle del Puerto, siendo bautizado el mismo día en la parroquia de San Miguel. Fueron sus padres Simón Caro, de Puerto Real, de profesión cantero, e Isabel de Cuéllar de Jerez. Sus abuelos paternos: Manuel Caro, de Puerto Real, e Isabel Gavia de Medina Sidonia, y maternos: Rafael de Cuéllar y Francisca Parrado, ambos jerezanos. Por su parte Antonio Páez Castro, bailaor conocido artísticamente como ‘El Pintor’, había nacido en Sevilla el miércoles 30 de abril de 1845, siendo bautizado en la parroquia de Juan de la Palma. Fueron sus padres Francisco, zapatero de oficio, y María de la Salud Castro, ambos de Sevilla. Sus abuelos paternos se llamaron Antonio y María Antonia del Corral, naturales respectivamente de las localidades sevillanas de Estepa y Umbrete; y los maternos José Castro y María de la Salud Rodríguez, ambos de Sevilla. Este bailaor estuvo casado con Carmen Córdoba Barrera con la que tuvo tres hijos sevillanos: María de los Dolores Micaela Salud Faustina nacida el miércoles 8 de mayo de 1867 en la calle Linos n.º41, Antonio, el malogrado bailaor que sería conocido como ‘Lamparilla’, nacido el viernes 26 de noviembre de 1869 en la calle Alcalá n.º 4, y Manuel Antonio Francisco nacido el jueves 1 de junio de 1871 en la calle Escoberos n.º 22, siendo todos bautizados en la parroquia de Omnium Sanctorum de la calle Feria de Sevilla.
[3] López Castro, Miguel & López García, Manuel: “El Cuchillero De la fragua a los escenarios. Origen de la teoría malagueñera del cante”; Ed. Libros con Duende, S.L.; (Sevilla), 2013; páginas 85 y 86.
[4] Marín, Rafael: “Método de Guitarra (flamenco) por música y cifra. Compuesto por Rafael Marín. Único publicado de aires andaluces”; Sociedad de Autores Españoles, Madrid, 1902; página 70.
[5] Navarro Rodríguez, José: “Muestrario de malagueñeros y malagueñas”; Ed. Gráficas Sorima, S. L; Málaga, septiembre de 1974; página 27.
[6] Davillier, Charles & Doré, Gustave: “Viaje por España”, Vol. 1; Miraquano Ediciones. Madrid, 1998; página 501.
[7] Rojo Guerrero, Gonzalo: “Juan Breva: Vida y Obra”; Ed. Servicio de Publicaciones de la Fundación Unicaja (Málaga), 2015; página 197. En nota a pie de página n.º 243.
[8] Gámez Lozano, Josefa: “Verdiales de Almáchar”; Ed. Ayuntamiento de Almáchar (Málaga); agosto 2013; página 49.
[9] E. G.: “Acotaciones de arte. Revelación de un “naif” español.”; en página 20 del n.º 43.710 de “El Norte de Castilla. Diario independiente de Valladolid”; domingo 25 de abril de 1965.
[10] Todo este compendio de aspectos puede verse con mayor detenimiento en las tres entradas que al efecto publiqué en este blog: https://aventurerosdelflamenco.blogspot.com/2021/05/entonando-rondenas.html
[11] Marín, Rafael: obra cit., Madrid, 1902; página 70.
[12] En página 9 del “Heraldo de Madrid. Diario independiente”; lunes 10 de julio de 1928.